Los jóvenes y la política Se cumplen
50 años del movimiento estudiantil que en 1968 sacudió la conciencia de los mexicanos. No se apagó la voz de aquellos jóvenes con la brutal represión de Tlatelolco, la generación se abrió paso en la vida política, en los partidos y en los espacios de representación popular, siguió impulsando desde ahí cambios favorables para hacer valer su derecho a incidir en la vida pública y delinear su propio futuro.
Los jóvenes nunca han sido ajenos a la política, aunque es cierto que el llamado desencanto con la democracia se ha expresado con frecuencia en ese sector de la población en los últimos años. Las zonas de desconfianza poco a poco se despejan en unos temas, en otros ahí siguen y la única manera de remontarlas es continuar con su discusión con apertura, traduciendo las dudas y desconfianza legítimas en candados jurídicos y vigilancia participativa.
Los escándalos de corrupción o la rispidez de las pugnas ideológicas que orbitan en nuestro escenario de competencia electoral, suelen alejar a algunos jóvenes de la militancia activa, a otros los hace exigir un lugar con o sin emblemas partidarios, pero en las urnas, la mayoría participa y en general sigue con atención y se involucra en los procesos electorales. Su voz crítica también es participación, los contextos de exigencia no se agotan votando o con militancia formal, están presentes en las aulas, en la movilización legítima extramuros, en apropiarse de agendas políticas y ponerlas sobre la mesa.
Esa crítica joven incomoda a muchos, pero afortunadamente nunca abandona a las universidades y siempre propicia deliberación que ahora deja testimonio minuto a minuto en las redes sociales, algo que lejos de ser un ejercicio poco deseable o antidemocrático, representa un detonante de democracia.
Las nuevas generaciones ya no solo exigen apertura democrática, son quienes pueden cosechar frutos de largas luchas
por garantizar el voto efectivo y por eso resulta imperativo que ejerzan sus derechos políticos. Son un sector con gran relevancia como potenciales votantes siempre que no dejen sin ejercer ese derecho y los datos disponibles nos sugieren que es una mayoría la que sí vota.
Quienes tienen entre 18 y 29 años representan hoy un universo de 25.4 millones de electores, es decir el 28.6 % de nuestra lista nominal. Tuvimos 4 millones que nunca antes habían votado y pudieron hacerlo por primera vez el domingo 1 de julio.
Nuestro universo nacional de votantes tiene 44.4 millones de electores mexicanos con menos de 40 años, generaciones que ya conocen de pluralidad democrática, que han visto una y hasta tres alternancias en la presidencia de la república, algo que no vieron, siendo todavía jóvenes, quienes luchaban por la democracia en 1968.
Antes de la elección presidencial de 2012 teníamos un panorama preocupante en lo que se refiere al desencanto joven con la política, sin embargo, en la parte cualitativa de aquella campaña fueron los jóvenes quienes pusieron temas en la agenda y hasta un debate presidencial organizaron en el marco del movimiento “YoSoy132” que se gestó en la Ibero.
Ese año, la Encuesta Nacional de Valores en Juventud 2012 decía que cerca del 90% de los jóvenes mexicanos se manifestaba poco o nada interesado en la política, pero la información estadística del proceso 2011-2012 muestra que el promedio nacional de participación joven en las urnas fue de 62%. Es decir, a las urnas