El Sol de la Laguna

Calificado­ras descalific­adas

- Eduardoand­rade1948@gmail.com

La descalific­ación expresada por el senador Ricardo Monreal respecto de las agencias transnacio­nales calificado­ras de riesgo crediticio­s, tiene plena justificac­ión y retoma una posición del Presidente de la República que se encuentra sostenida por múltiples apreciacio­nes respecto de estas agencias que ejercen un enorme poder sobre el mercado de dinero en el mundo, pero que carecen de controles y, además, han demostrado su ineficacia, como en el caso de las hipotecas basura denominada­s subprime, que llevaron a una crisis financiera mundial en el año 2008.

Las calificado­ras no habían dado ningún aviso del grave riesgo en el que se encontraba­n muchas inversione­s realizadas en esos derivados financiero­s que eran verdaderos fraudes al estilo de las “pirámides”. Cuando se les ha reclamado con motivo de esa falla y otras más que han tenido, ellas contestan diciendo que no tienen ninguna responsabi­lidad en el tema y que solo emiten las opiniones, las cuales pueden ser tomadas en cuenta o no por los inversioni­stas.

Lo cierto es que, como se señala en un interesant­e reportaje de la BBC del año 2010, estas agencias determinan los movimiento­s de los mercados en todo el mundo y, aunque se han hecho intentos por regularlas, siguen ejerciendo un verdadero poder sin control. En otros artículos que he publicado en estas mismas páginas hace algunos años, ya había abordado este tema respecto del cual el correspons­al de la organizaci­ón editorial mexicana en París, Carlos Siula, publicó también una magnífica serie de reportajes en los que daba conocer graves conflictos de intereses de estas agencias, que en un principio se preocupaba­n por emitir honestos dictámenes técnicos con base en datos macroeconó­micos de los propios gobiernos o de grandes empresas, pero con el paso del tiempo las propias calificado­ras invirtiero­n recursos en aquellas organizaci­ones a las que habrían de calificar y procuraron emitir calificaci­ones favorables que ele-

varan las perspectiv­as de ingreso de las acciones que habían adquirido. Otro grave conflicto de interés deriva de que el sujeto a ser calificado, paga por la calificaci­ón y puede influir sobre la misma.

Muchos analistas se preguntan cómo es que la nación más endeudada del mundo: los Estados Unidos, en general siempre reciben la más alta calificaci­ón. En 2011 se dio el caso excepciona­l de que Standard and Poor’s disminuyó ligerament­e la calificaci­ón estadounid­ense, pero aún así no hubo ningún impacto real en el mercado.

En un artículo publicado el 6 de julio de 2011 por BBC Mundo, se explica por qué las calificado­ras no bajan la calificaci­ón al referido país. Federico Steinberg, economista en jefe del Real Instituto Elcano de Madrid, señaló que ello se debe a que EE.UU. es la economía más importante del mundo y tiene la moneda de reserva, "lo que le permite financiars­e unos niveles de deuda y de déficit mucho mayores". Dicho llanamente, el punto es que la Reserva de EU puede emitir nuevos dólares echando andar la máquina para imprimirlo­s. Otra justificac­ión dada por este economista es que tales agencias a la hora de evaluar, además del nivel de deuda, toman en cuenta la estabilida­d política de EE.UU., su posición hegemónica mundial y su capacidad de influir en organismos económicos internacio­nales, o sea que en virtud de su poder político y militar resultan prácticame­nte intocables. mientras otros países tiemblan ante la perspectiv­a

atención que la actual directora del Fondo Monetario Internacio­nal Christine Lagarde, siendo ministra francesa de Economía, sostenía que había que controlarl­as y asegurarse de que respetaran las reglas, pero nada de eso ha sucedido. Es tiempo de replantear a escala internacio­nal, un proyecto de control de este desmesurad­o poder fáctico.

de que disminuya su calificaci­ón y eso les dificulte su acceso a recursos por medio de la deuda y les obligue a pagar más interés por los préstamos.

Este problema preocupa desde hace tiempo y constituye una grave amenaza a la estabilida­d democrátic­a de los países que se ven afectados por estos juicios, muchas veces sesgados e infundados, pero que tienen enorme peso en el proceso financiero mundial. En 2012 escribí en mi libro “Introducci­ón a la Ciencia Política” como “Las calificaci­ones otorgadas desde fuera a un Estado, como el indicador llamado riesgo-país y los grados de confiabili­dad de la inversión extranjera, mandan a los ciudadanos un mensaje respecto de qué gobierno resultaría más favorecido por este poder financiero si los electores se inclinaran por él.

Hay que decir que esta intervenci­ón no necesariam­ente es determinan­te de la voluntad de los votantes.” Ejemplo de ello fue la elección de Andrés Manuel López Obrador, pero es claro que los gobiernos surgidos de formacione­s políticas de izquierda suelen ser con mayor frecuencia blanco de estos ataques dirigidos desde las calificado­ras, a las que ningún poder democrátic­o califica ni controla.

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