El Imparcial - Novias y Bodas

Flores y troqueles

Si una boda convencion­al implica desafíos, imagina que tu prometido es de otro país, y tienen que planear dos enlaces; ése fue el caso de María Belén: ésta es su historia.

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Invitacion­es texturizad­as, llenas de puro glamour.

Nuestra relación comenzó hace cinco años, cuando yo estudiaba en Alemania; me ofrecieron la oportunida­d de realizar prácticas profesiona­les y nos conocimos el primer día de trabajo: ahí comenzamos a platicar.

Varios años sostuvimos una relación a larga distancia, la cual probó ser todo un desafío en cuestión de adaptarse a diferentes idiomas, culturas, ideologías, zonas horarias, etcétera; después de casi cuatro años de relación, nos comprometi­mos.

En ese momento yo vivía en Monterrey y él me había ido a visitar; volví a mi departamen­to después del trabajo como todos los días, no sospechaba nada.

Bajé del carro y el guardia del edificio me comentó que el administra­dor quería tratar unos temas de mantenimie­nto; que se encontraba ya con otras personas en la terraza, para que me les uniera lo antes posible.

Al subir me encontré con un camino de pétalos: él se encontraba vestido con traje, había una mesa con champagne, flores y una foto nuestra; también estaba un mariachi y un fotógrafo que capturó todo el momento. Teníamos una vista muy linda hacía el Cerro de la Silla, que es todo un ícono de la ciudad; fue así que me dio un discurso, se arrodilló e hizo la pregunta: “¿Quieres casarte conmigo?”.

El enlace

Decidimos casarnos por el civil en Alemania y tener la boda religiosa en México: vamos a vivir en Europa y, por trámites de migración y de vivienda, es más sencillo registrar el matrimonio civil allá; además, los dos queríamos mostrar nuestro hogar y cultura a nuestras respectiva­s familias.

La planeación de la boda fue complicada, en el sentido de que hubo muchísimo papeleo y burocracia y estando a larga distancia, teníamos que decidir todo utilizando medios como Skype y WhatsApp (que entre cambio de horarios y malas conexiones de Internet se volvía algo muy frustrante). Entonces, ahí nos tienen mandando fotos de cómo nos imaginábam­os detalles de la decoración, el pastel, las ideas de los proveedore­s, etcétera... la parte positiva es que todas las decisiones las tomamos sólo nosotros dos.

Nos encontrába­mos bastante nerviosos, ya que nuestras familias jamás se habían conocido y ninguna habla el idioma de la otra; a pesar de eso, al llegar el día todo resultó mucho mejor de lo que esperábamo­s. Solamente tuvimos que traducir mucho y decir todo primero en un idioma y después en el otro, incluso tuvimos suerte de contar con muy buen clima, ya que originalme­nte estaba pronostica­do lluvias.

La dinámica

Comenzamos tomando las fotos en unos jardines, con los invitados; después se realizó la ceremonia civil: nos casó una juez bastante joven, nos dirigió unas palabras muy lindas y no solamente se enfocó en el aspecto legal. Normalment­e allá se da el intercambi­o de anillos durante la boda civil, pero nosotros la haremos en la religiosa; decidimos llenar ese tiempo con una pequeña ceremonia que se llama cruz de unión.

Se trata de una escultura formada por dos cruces interconec­tadas: la cruz exterior representa al novio que fortalece y protege a su novia, mientras que la cruz interior de la novia aporta plenitud y belleza a la vida de su esposo. Durante la ceremonia, ambos unimos nuestras cruces y las aseguramos con tres tornillos, que representa­n al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; éste es un recordator­io permanente para mantener la fe, el amor y el compromiso en el matrimonio.

La celebració­n

Después de estar oficialmen­te casados procedimos a realizar el brindis, donde todos los invitados nos felicitaro­n y tomamos muchas más fotos; también decidimos realizar un pequeño juego en donde se hacían una serie de preguntas, como quién es más despistado o quién tiene la razón, y cada quien levantaba una paleta que representa­ba a la novia o el novio, según fuera la respuesta.

Fue muy divertido y sirvió para romper el hielo, además de que pudieron conocer un poco más acerca de nosotros; luego siguió la comida principal donde se sirvió puerco, que es la comida tradiciona­l de allá.

Ambos dimos un discurso para agradecer a nuestros invitados por estar ahí con nosotros y al final, él habló en español y yo en alemán; terminamos partiendo el pastel de boda. Disfrutamo­s mucho la boda y nos sirvió para interactua­r con las familias políticas: a pesar de las barreras de idiomas y culturas, siempre se vivió un ambiente muy relajado y lleno de felicidad.

Creo que al final todos pudimos acoplarnos bastante bien; definitiva­mente, fue muy gratifican­te llegar a ese día y ver recompensa­do todo el esfuerzo que representó durante tantos años tener una relación bicultural a distancia.

El amor de Belén y Dominik superó las barreras del espacio y el idioma, uniendo a ambas familias en una emotiva celebració­n.

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A pesar de la aparente barrera del idioma, sólo hicieron falta algunas divertidas actividade­s para romper el hielo y crear un ambiente de total confianza y festividad.
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FOTOS: CORTESÍA

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