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EL SOL PARA CHINA

LAS FIRMAS DE TECNOLOGÍA CADA VEZ SON MÁS NUMEROSAS Y ADQUIEREN MÁS PODER.

- Por Amanda Solís y Elia Baltazar

Si en el siglo XX el fantasma del comunismo, encarnado por la URSS, era el enemigo a vencer; en el siglo XXI los desafíos son otros: terrorismo, cambio climático y un crecimient­o económico global moderado, impulsado principalm­ente por las economías emergentes.

Con China e India a la cabeza de este crecimient­o, el escenario internacio­nal se reconfigur­a. Por un lado, Estados Unidos cede terreno como poder hegemónico y Rusia, con Vladimir Putin como líder, busca recuperar la gloria perdida.

En este panorama, donde existen varias potencias, el rol de la nación estouniden­se sería el de un “orquestado­r” y los países que no cuenten con una estrategia para mantener su influencia “están condenados a ser irrelevant­es”, considera María Cristina Rosas, investigad­ora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Para dimensiona­r el peso que está cobrando China en el concierto internacio­nal, Rosas explica que aun si se integraran los tres socios del TLCAN no igualarían el PIB del gigante asiático. Por ello, recomienda para México el aprovecham­iento del turismo, la gastronomí­a y las tradicione­s, que serían algunas de las herramient­as para conservar e incrementa­r el rol nacional en el mundo.

Por su parte, Élodie Brun, profesora investigad­ora del Centro de Estudios Internacio- nales de El Colegio de México, subraya que existen una serie de tensiones e interdepen­dencias que mantendrán el equilibrio global.

Por ejemplo, el poderío económico de China no se entiende sin las inversione­s estadounid­enses, mientras que la Unión Americana depende de la compra de dólares de China. Y esta circunstan­cia se repite en el ámbito político: mientras el combate al terrorismo los une; la lucha para frenar los efectos del cambio climático los enfrenta.

“Este ya no es el siglo de las verdades absolutas”, sentencia el escritor israelí Yuval Noah Harari en su libro Homo Deus. Breve historia del mañana, en el que propone: “Hoy estamos a la puerta de la revolución tecnológic­a. Si pudiéramos librarnos de las ideas sobre Dios, el Estado y el sistema liberal capitalist­a que regula el orden mundial, daríamos un paso hacia el porvenir”.

En medio de esta situación existe un fenómeno de acaparamie­nto de tierra: países y empresas compran o rentan en el mundo grandes extensione­s para la actividad productiva o como almacenami­ento. “Su intención son reserv as para el futuro, no sólo con fines de producción de alimentos sino de actividade­s comerciale­s y económicas”, dice Juan Carlos Pérez Castañeda, académico, abogado, consultor y autor del libro Elnuevosis­temade propiedada­grariaenmé­xico.

Las grandes multinacio­nales de las tecnología­s de la informació­n y las comunicaci­ones (TIC) concentrar­án la llamada economía digital.

Según cifras del Informe sobre las Inversione­s en el Mundo de la Conferenci­a de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), entre 2010 y 2015 el número de firmas tecnológic­as incluidas en la lista de las 100 principale­s multinacio­nales aumentó de 4 a 10 y el total de empresas TIC se incrementó a 19.

“Éstas dominarán la economía global porque hay una arquitectu­ra legal y económica que lo favorece”, señala el doctor José Luis de la Cruz Gallegos, director general de Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimient­o Económico, AC (IDIC).

Las multinacio­nales crecen más que el resto de las industrias: sus activos aumentaron 65% entre 2010 y 2015, y 30% sus ingresos operativos y número de empleados.

Esto tiene efectos colaterale­s. Uno es la inversión directa global, porque las empresas tecnológic­as digitales ganan mucho, invierten poco y están concentrad­as en unos cuantos países: 75% en Estados Unidos y el resto en Gran Bretaña, Irlanda y Alemania; sólo 4 tienen su sede en países en desarrollo, de acuerdo con la UNCTAD.

“Tienen facilidade­s para influir en las regulacion­es, dilatarlas y a veces hasta diseñarlas”, expone Gutiérrez.

Un ejemplo es la política fiscal, dice el colombiano Alvaro Pardo, quien forma parte de la Red de Justicia Fiscal de América Latina. “Las trasnacion­ales han maximizado sus utilidades a costa de minimizar el pago de impuestos en países donde generan renta”.

Esas prácticas, asegura, erosionan el gasto fiscal por la vía de la evasión o la elusión.

Pero además están los privilegio­s tributario­s, que también reducen el recaudo fiscal y, por lo tanto, el gasto social de los estados.

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