RECURSOS COMPARTIDOS E
ANTE LAS ADVERSIDADES ECONÓMICAS, LA TENDENCIA VA DESDE FORMAR COOPER ATIVAS HASTA DIVIDIR HOGARES.
En Jernstoberiet, Dinamarca, existe una comunidad de cohabitación donde viven 20 familias que comparten no sólo el terreno, sino también algunas responsabilidades de la comunidad, como cocinar para todos algunas veces por mes o cuidar a los hijos de los vecinos. Esto es un ejemplo de lo que hoy conocemos como economía compartida, basada en la confianza y la cooperación entre los miembros de una comunidad, y es un vistazo a cómo podríamos relacionarnos en el futuro a través de una moneda de cambio basada en la confianza y la reputación.
Ya existen muchos ejemplos cuyo concepto central es compartir recursos para llevar adelante una tarea o negocio. En el ámbito del transporte, aplicaciones como Uber o Bla Bla Car en España han hecho del ‘car pooling’ (compartir el auto) una forma nueva de viajar.
Si tienes una habitación extra en tu casa, tú mismo puedes compartir el espacio y tener ga- nancias con Airbnb rentándolo a turistas. Además del beneficio económico para quien renta, el huésped puede interactuar y pedir consejo a los locales. Couchsurfing es similar, aquí se ofrece hospedar a los turistas a cambio de ofrecer, en un momento dado, hospedaje a la gente que pertenece a la comunidad virtual.
En este caso la moneda de cambio es la reputación que el usuario tiene en la plataforma. Algunas de las compañías que utilizan este sistema son Uber y Airbnb que, según información de The Economist, son
las compañías privadas con este tipo de plataforma tecnológica más valiosas en los Estados Unidos.
El concepto de cooperativas es una tendencia que llegó para quedarse. “La razón es que la ciudad es cada día más cara para sus habitantes, en especial para los jóvenes, y esto los empuja a asociarse y agremiarse para realizar sus actividades básicas”, explica el arquitecto y sociólogo Víctor Márquez.
El punto de partida para la economía compartida en un futuro a 30 o 40 años es la reputación que cada individuo adquiera en sus interacciones económicas. Expertos en la generación de productos digitales para la banca como Rodolfo Torres, director de Innovación de Multiplica Iberoamérica, prospectan que “en las próximas generaciones la forma de intercambio puede basarse en una calificación global de nuestra reputación evaluada por nuestras interacciones y transacciones”, explica.
En China ya se ofrece un servicio en el que sus ciudadanos puedan llevar un puntaje digital, por ahora de forma voluntaria, con la visión de que sea obligatorio en el mediano plazo. “Habrá relaciones económicas más estrechas con distintos individuos desconocidos. Pero esto no supondrá ningún riesgo porque son personas que pertenecen al mismo score (categoría de confianza)”, puntualiza Torres y agrega que además toda esta información tenderá a ser pública y accesible para todos de forma similar a las redes sociales hoy.
Otra de las posibilidades de la economía compartida en el futuro será la diversificación de inversiones en el ámbito inmobiliario. “En vez de invertir en comprar una propiedad se invertirá en varias. Junto con un grupo de inversionistas copropietarios ya que al diversi- ficar la inversión disminuye el riesgo”, comenta Torres.
Propiedad y dinero
La copropiedad y la coinversión serán los conceptos que definirán la economía compartida en el futuro. Para llevar adelante un proyecto inmobiliario, el banco no será necesariamente quien preste o calcule la tasa de interés a la que se tiene acceso.
“Otras personas que confían en ti, que pertenecen al mismo grupo social de tu puntaje serán las que te otorgarán el crédito”, dice Torres. Este préstamo será personalizado y la tasa, el tipo de crédito, inversión o propiedad a los que la persona puede acceder dependerá de su reputación, adquirida con cada transacción que hizo.
La serie británica de ciencia ficción Black Mirror plantea en el episodio Nosedive (Caída en picada) este escenario futurista en donde la protagonista pasa de pertenecer a un ranking de 5 estrellas a uno de 2 por un error en una interacción. Ahí todo su mundo económico y social empieza a irse en picada.
“La relación con el porvenir será personalizada y dinámica, y dependerá de la reputación y la calificación global de confianza de cada individuo”, expone Torres. Agrega que será una evolución de las redes sociales lo que definirá las transacciones, el trabajo y la confianza entre individuos.
“Ha habido una explosión en el consumo colaborativo. En este tipo de sistemas la confianza, la influencia y la reputación de capital son la moneda de cambio”, expone Rachel Botsman, experta en cómo estos elementos enaltecidos por las tecnologías cambiarán la forma en que vivimos, trabajamos y consumimos, durante una conferencia para la firma especializada en tecnología, entretenimiento y diseño, TED.
“Quizá las próximas generaciones hablarán con nostalgia de estas industrias que desaparecerán o se transformarán”, puntualiza Rodolfo Torres sobre el futuro de la economía compartida para sectores como la banca.