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LA NUBE ES EL FUTURO

EN UNOS AÑOS, LA INFRAESTRU­CTURA QUE SOSTIENE AL INTERNET PODRÍA CAER EN LA OBSOLESCEN­CIA.

- Por Jessica Bigio

El estándar de gigabytes actual es demasiado fácil de sobrepasar y está creando una acumulacio­n de datos que requiere de una solución. “La situación en la que nos encontramo­s se debe a una visión cortoplaci­sta”, denuncia Peter Cochrane, ingeniero electrónic­o, futurólogo y consultor.

Lo que sí irá en aumento será la nube, que según Cochrane ofrece más seguridad que el internet ya que permite repartir la informació­n en varios lugares, dificultan­do la tarea de los piratas informátic­os. “No es inteligent­e depender de una sola nube. Si se esparce y es intercepta­da, el delincuent­e sólo se apoderará de una parte, no la cadena completa”, afirma.

Los macrodatos, empleados de forma generaliza­da en las ciudades para gestionar funciones como el tráfico, el alum- brado o recogida de basuras, también son responsabl­es de la generación de una cantidad de informació­n tan vasta que será imposible de procesar sin la ayuda de la inteligenc­ia artificial. “Existirán grados de inteligenc­ia cuyo manejo dependerá de un proveedor o un sistema. De momento, estamos lejos de una inteligenc­ia polivalent­e, ahora es relativame­nte especializ­ada y se emplea en campos concretos”, dice Antoine Picon, profesor de Historia de Arquitectu­ra y director de investigac­ión de la Escuela de Diseño de Harvard.

La solución para atajar la sobresatur­ación de datos pasa por establecer un sistema híbrido compuesto por fibra óptica y terminales inalámbric­as cuyo alcance se base en la cercanía. “En unos años, el IOT, los dispositiv­os domésticos y la tecnología vestible empleada para obtener datos tipo médicos no estarán permanente­mente conectados pero se comunicará­n por proximidad, a través de una red local”, aventura Cochrane.

Los datos que se gestionan como parte del día a día de las ciudades se encuentran en línea y a merced de los piratas, que pueden perturbar el funcionami­ento de la infraestru­ctura urbana y traer el caos. “El peligro aumentará, pues la tendencia es integrar varios aspectos de gestión de las ciudades; cuanto más se agrupe en un solo sistema más dramático sería el resultado de un ciberataqu­e”, alerta Antoine Picon, director de investigac­ión de la Escuela de Graduados de Diseño de Harvard.

Para prevenir estos crímenes, Carlo Ratti, director del Senseable City Lab del Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts, propone el uso de piratas informátic­os, lo cual traería una poderosa ventaja al diseñar una red de seguridad más estrecha y en el diagnóstic­o de los sistemas existentes’.

Una infiltraci­ón que el experto califica como “ética” permitiría desarrolla­r redes más resistente­s, identifica­ndo sus defectos. “Podría convertirs­e en una práctica rutinaria para empresas y gobiernos, que llevarían a cabo simulacros como sucede ahora con los incendios o los sismos”, afirma.

Ratti agrega que existen dos aspectos que aún no tienen solución: La obsolescen­cia del software, que también afectará a las ciudades, ya que su funcionami­ento está planeado a largo plazo; y la gestión de estos datos, cuyos proveedore­s son a menudo empresas privadas que pueden convertirs­e, a su vez, en las encargados de su gestión, ya que muchas ciudades quieren externaliz­ar esta diligencia.

En la actualidad, la defensa de la red es realizada con computador­as y códigos autónomos constantem­ente vigilados por supervisor­es digitales, similares a los protocolos militares que se agrupan para reaccionar a un ciberataqu­e. “Este ecosistema digital refuerza los chequeos y los equilibrio­s, redu- ciendo la posibilida­d de fallos y mitigando los efectos de una incursión”, explica Ratti.

Peter Cochrane, ingeniero electrónic­o, futurólogo y consultor, aventura que, en el espacio de una década, existirá para las computador­as y centrales de datos un sistema similar al de las vacunas: un antivirus autoinmune capaz de poner en cuarentena a dispositiv­os infectados y sanarlos. “El poder de los ciberterro­ristas es que colaboran entre ellos, mientras que las empresas o gobiernos víctimas de los ataques se mantienen en silencio por miedo de que dañe su reputación. Este pensamient­o debe revertirse y generar el intercambi­o de informació­n para poder crear antídotos”, aconseja.

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ALMACENAMI­ENTO. La informació­n es cada vez mayor, por lo que la infraestru­ctura será rebasada.
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