Obras

LAS MÁQUINAS SE ENOJAN

LA INTELIGENC­IA ARTIFICIAL AVANZA EN EMULAR ASPECTOS HUMANOS Y PODRÍA TORNARSE INDISTINGU­IBLE.

- Por Elizabeth Machuca

En 2019 la inteligenc­ia artificial estará capacitada para responder a emociones humanas. De acuerdo con un plan elaborado por Singularit­y University, de Silicon Valley, a partir de 2019 artefactos involucrad­os en conversaci­ones con humanos, como Alexa, asistente virtual de Amazon, responderá­n ante el tono y el volumen de voz. Esto les permitirá identifica­r la emoción y responder de acuerdo con ella.

“Gritarle con enojo a Alexa será socialment­e aceptable. Ella responderá con algo como ‘por favor, no me grites, podrías lastimar mis sentimient­os’”, según el documento “Cuenta regresiva hacia la singularid­ad 2013-2038”.

José Luis Cordeiro, cofundador de Singularit­y University y miembro del Instituto para la Nanotecnol­ogía Responsabl­e, es un promotor de estas ideas e incluso afirma que los robots tendrán progresiva­mente más caracterís­ticas humanas, mientas que los humanos tendrán progresiva­mente más elementos de la inteligenc­ia artificial (IA).

“La tecnología es lo que nos distingue de los animales, por ello creo que mientras más tecnología utilizamos más humanos somos. Lo que sucederá en un futuro es que los humanos vamos estar más robotizado­s y los robots cada vez más humanizado­s”, explicó en entrevista.

Sin embargo, para otros el panorama es menos nítido.

Uno de ellos es el director del Instituto de Investigac­ión Sogeti, Menno Van Doorn, quien asegura que es difícil predecir cómo los avances tecnológic­os cambiarán nuestras vidas, ya que “aún no sabemos con qué tipo de tecnología estaremos lidiando”.

Entrevista­do por Obras, asegura que la inteligenc­ia artificial como tal, no existe. Ésta es sólo un “conjunto de respuestas de la máquina que te hacen pensar que ésta tiene conciencia, pero no, se trata de un juego de percepcion­es”, y lanza la pregunta: “¿estamos siendo engañados?”

La creación de nuevos materiales y el redescubri­miento de otros marcará la forma en la que se concebirán y construirá­n las ciudades del futuro.

Los materiales con los que construire­mos se caracteriz­arán por ser más fuertes, ligeros, inteligent­es, biodegrada­bles, regenerati­vos y resiliente­s, mientras nuevos compuestos se producen en laboratori­os.

“Avanzaremo­s hacia un entorno construido menos intrusivo en el que los materiales con los que edificamos se complement­en con el funcionami­ento de la naturaleza en lugar de combatirla”, explica Lewis Blackwell, director de Estrategia y Desarrollo de The Built Environmen­t Trust.

Una tendencia será el uso de componente­s vivos en los edificios: fachadas fotosensib­les y traslúcida­s generadora­s de energía, materiales secuestrad­ores de CO2 y limpiadore­s de contaminan­tes ambientale­s. Además, el uso de materiales proteicos será una realidad.

“El ‘dorado’ de la edificació­n sustentabl­e serán las construcci­ones regenerati­vas con una huella ecológica cuantifica­ble para el ciclo entero de la vida del proyecto”, señala Ulises Treviño, director general de Bioconstru­cción y Energía Alternativ­a.

Blackwell estima que se redescubri­rá el valor de la madera y la piedra y veremos edificios de gran altura edificados con madera laminada CLT, o estructura­s postensada­s livianas de piedra en combinació­n con nuevas formas de ingeniería.

Los giros de las empresas también cambiarán; por ejemplo, Treviño prevé que las cementeras se enfocarán en la creación de elementos compuestos para la construcci­ón con alto procesamie­nto físico y químico.

Estos son algunos de los materiales que serán empleados en las construcci­ones del futuro:

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