Roberto Hernández
Los ciudadanos de a pie y las organizaciones debemos seguir participando de forma activa.
Para cuando usted esté haciéndome el favor de leer esta columna, los dados del destino de México ya se habrán echado, y tendremos un presidente electo.
La contienda no fue fácil, pues estuvo llena de críticas y divisiones entre apoyadores de un candidato u otro. Nunca olvidaremos los lamentables debates que nos dejaron un halo de cuestionamientos y dudas sobre quién merecía en verdad ser nuestro nuevo tlatoani, y nunca quedamos completamente satisfechos.
Bueno, pues llegó la hora de la verdad, y quien haya ganado la elección tiene la grandísima responsabilidad de enfrentar un país con múltiples problemas, que no se resolverán de la noche a la mañana, y que parten desde la falta de Estado de Derecho, la inseguridad, el narcotráfico, las relaciones con el mandatario de nuestro país vecino del norte, el cambio climático, y hasta las ciberamenazas, sólo para señalar los más visibles.
En cuanto al desarrollo de infraestructura es claro que la política económica de un país dicta, en gran medida, las formas en que la infraestructura y el desarrollo se financian y concretan. Por ejemplo, en un esquema más cercano hacia lo neoliberal, se continuarán promoviendo modelos de financiamiento privado, y participación empresarial, mientras que si la política pública se orienta hacia un modelo centralizado del Estado, las obras públicas y el gasto público serán más utilizados. De ahí que, dependiendo de quién haya sido el ganador, se orientarán las estrellas.
También veremos qué sucede con los proyectos de infraestructura en ejecución y los proyectos energéticos, a la luz de lo dicho en la campaña. En caso de que haya ganado AMLO, sabremos si las amenazas de cancelar el aeropuerto son retomadas, y si aun con su modelo antineoliberal, se mantendrá en los dicho de que la participación del sector privado es viable y cómo. Y tendremos que ver cómo la nueva administración toma del mango estos proyectos.
Por lo que se refiere al combate a la corrupción, será importante hacerle marcaje personal a nuestro nuevo presidente. Es claro que el hecho de que exista un Sistema Nacional Anticorrupción no garantiza nada, menos cuando quedaron pendientes el nombramiento del fiscal anticorrupción y de los magistrados del Tribunal Federal de Justicia Administrativa. Le corresponde al nuevo presidente atacar en forma frontal, decidida y valiente, este asqueroso tema que nos tiene ahogados, fortaleciendo el SNA, aunque no sea la panacea.
México está en una disyuntiva histórica relevante. Los tiempos de cambio a nivel mundial nos obligan a tener reacciones más rápidas, inteligentes y efectivas y no “simplemente” gobernar. Desde Corea del Norte, pasando por Siria e Israel, entre muchos otros lugares, el termómetro marca más de 42º a la sombra.
Sea quien sea quien haya ganado, olvidemos la desastrosa etapa de campañas y debates; tenemos que estar conscientes de que el presidente electo no la tendrá fácil. Por ello, los ciudadanos de a pie y las organizaciones debemos seguir participando de forma activa en nuestros frentes para que México se ubique en el nivel que merece.
Los ciudadanos de a pie y las organizaciones debemos seguir participando de forma activa”