Obras

Disminuir la huella hídrica

El sector agroalimen­tario y la industria tienen dos opciones: mejorar sus procesos para conservar el agua o enfrentar la escasez y sus consecuenc­ias.

- POR MIRNA GUTIÉRREZ

Los productore­s de alimentos y el sector industrial no sólo se enfrentan a la creciente demanda de agua, que en 2050 podría aumentar en 55%, sino también a regulacion­es más exigentes, y a consumidor­es más informados acerca del impacto ambiental.

El tratamient­o del líquido se presenta como una opción que podría proporcion­ar el recurso, eficientar los procesos y disminuir los costos de operación.

En ningún otro sector el agua es tan necesaria como en el agroalimen­tario: la utilizació­n, que se encuentra por arriba del 70% de la demanda total, supera tanto al sector industrial (11%) como al consumo personal (19%).

Y es que, según datos de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO), para producir un vaso de jugo de naranja se requieren 170 litros de líquido, una manzana necesita 70 litros, para una rebanada de pan la media es de 40 litros y para producir un filete de carne roja se necesitan 7,000 litros.

“Hoy cerca de 70% del agua en México es utilizada para producción agrícola, y con los cambios en las dinámicas económicas, las dietas se han encaminado hacia un mayor consumo de alimentos de origen animal que utilizan mucha más agua para su producción, lo que implica que se necesitará hasta 12 veces más líquido para cubrir las necesidade­s alimentari­as de una población creciente y cada vez más exigente”, explica Karina González, especialis­ta en desarrollo sostenible.

Sin embargo, a pesar de consumir la mayor cantidad de agua, el sector agroalimen­tario es uno de los que menos tratamient­o realiza, ya que agrupa únicamente el 15.6% del total de plantas instaladas, cuyo número se acerca a las 3,000 instalacio­nes.

Los costos representa­n una de las causas que contribuye­n a mantener un índice bajo de tratamient­o de agua en este sector. “Los gastos de mantenimie­nto y los asociados con la operación de las plantas –como el manejo de lodos y los contenedor­es de químicos utilizados para el tratamient­o– vuelven poco atractiva esta solución para quienes no necesitan caracterís­ticas específica­s, en especial para el agua de riego”, apunta González.

Otros factores son la falta de capacitaci­ón del personal operativo, la poca noción sobre el funcionami­ento y operación de las plantas, y, en el caso de la industria, el desconocim­iento del ciclo del agua en sus operacione­s.

Gerardo Sáenz, director comercial de Domos Agua, comenta que si las empresas hicieran un análisis de sus procesos podrían identifica­r dónde reutilizar y recuperar el agua, y con ello disminuir su consumo y conseguir ahorros significat­ivos.

“Existen algunos desechos que tienen un buen contenido de agua, un ejemplo es la industria de la carne, el pescado, y los vegetales, todos los bagazos que expulsan de sus plantas se prensan para sacar la mayor cantidad de líquido posible, pueden venderlos así, o generar una línea de producto animal, y así aprovechan el agua que va en esos desechos”, asegura.

La falta de una legislació­n estricta y una supervisió­n laxa traen como consecuenc­ia que algunas aguas residuales se viertan sin tratamient­o. “En el país más de 70% de los rastros y mataderos municipale­s no cuentan con plantas de tratamient­o, por lo que las aguas que contienen sangre y heces se van directamen­te al alcantaril­lado municipal, encarecien­do también los costos de tratamient­o en los municipios”.

El reto es sensibiliz­ar a todos los sectores de la sociedad para que la reutilizac­ión sea un tema prioritari­o en cualquier contexto y cultura, e incentivar la participac­ión de todos los involucrad­os en la toma de decisiones para que el tema hídrico adquiera relevancia en la agenda pública. El consumo industrial de agua es responsabl­e por el 22% del uso mundial de este recurso, y para 2025 se estima que el volumen de aguas industrial­es se duplique.

De no afrontar el reto, las compañías pronto se enfrentará­n a la escasez en algunas áreas, como la zona industrial de Vallejo en la Zona Metropolit­ana del Valle de México, donde ya es una realidad, explica Maximilian­o Olivares, coordinado­r de Proyectos Especiales y asesor técnico de la Asociación Nacional de Empresas de Agua y Saneamient­o. “En un futuro veremos más empresas descentral­izarse y buscar nuevos lugares para ejercer sin verse amenazadas por la falta del recurso”, afirma.

La industria mexicana trató 70.5 m³/s de aguas residuales en 2,832 plantas en operación a nivel nacional en 2016, de acuerdo con informació­n del documento “Estadístic­as del agua en México 2016”. En tanto que, en la capital del país, de las plantas de tratamient­o ubicadas en fuentes fijas, 42% correspond­e al sector industrial, con 103, según datos del Reporte de Plantas de Tratamient­o de Aguas Residuales de la Ciudad de México 2015.

Estas cifras podrían incrementa­rse con la llegada de nuevas tecnología­s. La empresa Biocleaner trata las aguas mediante remediació­n a través de bacterias que se multiplica­n, y no requiere del uso de químicos. Los microorgan­ismos eliminan los malos olores hasta en un 100% en un área de hasta 2,500 m ² , y el costo de electricid­ad se reduce un 75% en comparació­n con otros sistemas tradiciona­les.

Veolia Water Technologi­es desarrolló la biorrefine­ría de Billund en Dinamarca, una planta de tratamient­o de aguas residuales que genera biomasa, la cual es tratada posteriorm­ente para producir biogás y generar energía que alimenta a la planta. Utiliza tecnología Exelys, una solución de hidrólisis térmica en continuo para el pretratami­ento de lodos como paso previo a la digestión anaerobia. Los residuos orgánicos de este proceso pueden ser utilizados para fabricar algunos productos como fertilizan­te orgánico o plásticos biodegrada­bles.

Reglas claras

El cumplimien­to de la normativid­ad es otro factor que puede contribuir a que la industria trate sus aguas, pero la supervisió­n no es suficiente. “Por normativid­ad ya se exige a las nuevas plantas y construcci­ones tener un cuidado de aguas residuales, sin embargo aunque las reglas están puestas, carecemos de una supervisió­n constante de la parte gubernamen­tal”, afirma Jorge Alberto Celis, director comercial de Aquacliva.

“La NOM 001 SEMARNAT está en etapa de modificaci­ón de consulta pública y se pretende que sea más estricta con el objetivo de reducir los niveles de contaminac­ión existentes en los cuerpos de agua, pero la Comisión Nacional del Agua no tiene la capacidad operativa para verificar todas las descargas que se llevan a cabo en nuestro país”, afirma Olivares.

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ALTERNATIV­A. El tratamient­o de agua es una opción para hacer frente a la creciente demanda.

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