Antonio Toca
La Bienal de Arquitectura revela la calidad, evolución, diversidad, riqueza y talento de la arquitectura mexicana.
Treinta años quizá son muchos – o pocos–, depende de quién lo decida. Son pocos, si su efecto se mide por la importancia de lo que se logra, y son muchos, si se acumulan en nuestras vidas. En el caso de la XV bienal son suficientes para comprobar que sus logros son ya una realidad que se reconoce por su continuidad y creciente calidad.
Bajo la coordinación de los arquitectos José Luis Cortés y Eduardo Torres Alanís, y con la activa participación de la Federación de Colegios de Arquitectos de la República Mexicana (Fcarm), se realizó en Monterrey la XV Bienal Nacional.
Más de 300 obras construidas, en 18 categorías diferentes, además de libros y revistas, tesis de licenciatura y de posgrado, fueron la respuesta a la convocatoria.
Aunque fueron muchas, faltó una mayor participación de obras de diseño de paisaje, de atención a la salud, soluciones sustentables, innovación tecnológica y de vivienda mínima.
Esta bienal reveló el trabajo de grupos de arquitectos jóvenes, y de un número creciente de mujeres que, con obras de calidad, señalan claramente un cambio notable en la práctica.
Otra abrumadora evidencia fue la participación de arquitectos yucatecos que obtuvieron medallas de plata y menciones, resultado de su esfuerzo en el aprendizaje, y de su trabajo en la transformación de su ciudad, con sus obras de extraordinaria calidad.
También fueron importantes obras de Nuevo León, Jalisco, Sonora, Chiapas o de Veracruz, que merecieron varias medallas y menciones.
La bienal tuvo una participación de 24 estados, que muestran que el trabajo continuo de la Fcarm ha logrado vencer paulatinamente la resistencia de muchos arquitectos a exponer sus obras; es difícil que se arriesguen a mostrar públicamente su talento.
En esta ocasión disminuyó sensiblemente el número de arquitectos de la Ciudad de México, aunque la calidad de sus obras mereció también varias medallas y menciones.
Fueron notables algunas obras que mostraron un cambio en la forma tradicional de resolver la habitación mínima, los departamentos, las renovaciones, o los edificios culturales; con diseños creativos, innovadores y sofisticados.
Por supuesto, la sorpresa siempre ha sido la medalla de oro que se entrega entre las obras que obtuvieron medallas de plata, y que son seleccionadas por su calidad de diseño e importancia social.
En esta bienal se premió un centro de atención a mujeres víctimas de la violencia, en Uruapan, Michoacán, que además de atender un grave problema social tiene un extraordinario diseño, construido con mínimos recursos. En ese mismo lugar se premió a una escuela de música con una medalla de plata, y que también fue realizada con pocos recursos públicos.
Así, la XV bienal ratifica su calidad de foro para manifestar de forma pública la calidad, evolución, diversidad y riqueza de la arquitectura en el país.
Faltó una mayor participación de obra de diseño de paisaje, atención a la salud, soluciones sustentables, innovación tecnológica y de vivienda mínima ”