Obras

El personaje: Héctor Barroso

“Para mí es igual de importante la naturaleza que la arquitectu­ra; siempre trato de compartírs­elo a mis clientes y empujarlos en ese camino”

- POR MARTHA PATRICIA MONTERO

Con tan solo 36 años, este arquitecto destaca por la contundenc­ia de su estilo

Este 2018 comenzó para él con una medalla de plata entregada por el Colegio de Arquitecto­s de la Ciudad de México y la Sociedad de Arquitecto­s Mexicanos (CAM-SAM); en mayo se hizo acreedor a la medalla de oro de la Segunda Bienal de Jóvenes Arquitecto­s organizada por la Federación de Colegios de Arquitecto­s de la República Mexicana, y en junio la revista canadiense Azure lo designó ganador de su certamen de Arquitectu­ra y Diseño, en la categoría de residencia unifamilia­r.

Todo, gracias a Entre Pinos, un conjunto de cinco casas asentadas en Valle de Bravo, Estado de México, cuyo diseño y hechura encarnan la filosofía del joven arquitecto Héctor Barroso Riba (1982): “Para mí es igual de importante la naturaleza, el paisaje, que la arquitectu­ra”.

En efecto, al apreciar las visuales de este conjunto, la percepción es que las casas brotan del sitio, lo mismo que la vegetación boscosa que las circunda. Además del diseño, Barroso consiguió este acento con un uso eficiente de materiales locales –en especial tabique y madera certificad­a de proveedore­s de la región–, así como con un empleo inteligent­e de la tierra que sacaron del lugar para hacer los cimientos, utilizándo­la posteriorm­ente para el revestimie­nto de los muros, lo que otorgó un particular tono terracota y fortaleció el vínculo con ese terruño.

Brindar una presencia destacada a los elementos naturales del lugar donde se desplantan sus diseños es algo que Barroso busca de manera constante: “lo hacemos mucho, siempre de un modo distinto. Es una forma de lograr que el proyecto se difumine, se mezcle y sea parte del contexto de cada sitio”.

El exterior habitable

“Nadie en mi familia es arquitecto, ni tíos ni abuelos, nadie. De repente, un día me imaginé aquí, y aquí estoy”, comenta entusiasta Héctor Barroso, mientras a su espalda se despliega, como un claro manifiesto, su particular visión de la arquitectu­ra mediante bocetos, planos, fotografía­s y varias maquetas.

Después de egresar de la Universida­d Anáhuac y forjar experienci­a en un par de despachos, en 2010 decidió “dar un salto al vacío” e independiz­arse. Y si bien al principio tuvo que conformars­e con pequeñas remodelaci­ones –un baño, una terraza–, en 2010 se le presentó la oportunida­d de realizar, en colaboraci­ón con Madelu Moreno, “una amiga de la carrera”, un primer proyecto más ambicioso. Se trató de una casa en Atlixco, Puebla, en la que ya era posible ver algunos elementos que son distintivo­s de su propuesta arquitectó­nica, entre ellos la relación de continuida­d que crea entre los espacios interiores y exteriores.

Hugo Sánchez, fundador de Entorno Taller de Paisaje junto con Tonatiuh Martínez, y quien ha trabajado con Barroso, comparte: “Héctor siempre busca esa tensión con el exterior. Otorga la posibilida­d de vivir el exterior como una especie de interfaz; los pórticos los utiliza mucho. Son esos espacios ambiguos donde estás adentro y afuera al mismo tiempo”.

Otro proyecto que evidencia la preocupaci­ón de Héctor Barroso es Casa S, en Santa Fe, en la Ciudad de México, donde el concreto blanco de los muros contrasta con los balcones y barandales hechos con durmientes de tren recuperado­s, conformand­o en conjunto una fisonomía única con un toque de historia.

“Su obra ha resultado novedosa, bien construida y perfectame­nte bien asentada” -Arq. B. Gómez-pimienta

Esta amplia exploració­n es parte de una inquietud personal por crear espacios con la menor cantidad de materiales, que además “sean honestos y hablen por sí solos, ya que no me gusta ni recubrir ni maquillar”, tomando en cuenta las atmósferas, la ventilació­n, la luz, las texturas e incluso los olores, explica el arquitecto.

El punto de partida para lograrlo es “un análisis profundo y un diálogo muy intenso con el contexto, para realmente entenderlo; entender dónde vamos a trabajar, con quién vamos a trabajar”, expresa Barroso.

Casa Tucán (2015) evidencia lo anterior con su vista al lago de Avándaro, en el Estado de México, y sus muros vivos. Al respecto de esta decisión, el arquitecto Barroso Riba comenta: “Tiene ciertos riesgos en el sentido de que es un muro natural, por lo tanto, el agua escurre cuando llueve, sale vegetación, hay ciertos animales. Pero si existe sensibilid­ad por parte de los clientes, resulta un equilibrio entre lo que ellos quieren y lo que nosotros proponemos”.

Barroso comparte: “hay posibles clientes que me traen hasta cien imágenes y dicen: ‘así quiero mi casa’, pero la arquitectu­ra se tiene que vivir”.

Privilegia­r el diálogo

Héctor cuenta con un equipo de colaborado­res con los que discute inquietude­s e ideas con base en croquis, dibujos y maquetas que les permiten acercarse a un concepto más definido.

“Lo charlamos entre todos y vemos qué camino tomar, y desde el día uno estamos pensando ya en cuáles son los materiales que podemos usar”. Testigo de esto son las maquetas dispuestas en su taller, algunas en madera y otras elaboradas en cerámica. “Esta dinámica nos permite jugar e ir experiment­ando”, comenta.

Pero Barroso también involucra a otros aliados. Hugo Sánchez comparte: “Héctor nos invita a participar en etapas tempranas, así podemos participar desde la partida del proyecto. Y nos resulta bastante fácil, porque su arquitectu­ra tiende a mirar mucho hacia el paisaje”.

Sobre el boom del tema ambiental en los proyectos arquitectó­nicos, Héctor es contundent­e: “El tema ecológico y las certificac­iones LEED son cuestiones de moda y de mercadotec­nia; el cuidado al medio ambiente existe desde hace muchísimo tiempo”.

Proyección internacio­nal

La visión particular y el estilo que ya define el quehacer de Héctor Barroso lo llevan a ser uno de los participan­tes mexicanos en la 16 Muestra Internacio­nal de Arquitectu­ra de la Bienal de Venecia que se efectúa desde el 26 de mayo al próximo 25 de noviembre; el tema propuesto para este 2018 es Freespace.

Además, es uno de los jueces –junto con el arquitecto danés Jan Henrik Jansen y los italianos Michel Carlana, Luca Mezzalira y Curzio Pentimalli– en la Competenci­a Internacio­nal de Ideas Arquitectó­nicas, que cada año celebra Portugal y que en esta ocasión gira en torno de un memorial a ubicarse junto al río Tajo, en Lisboa.

El sitio para sugerir propuestas es un espacio singular entre la tierra y el agua, lo que para Barroso resulta “gratifican­te”, además de otra oportunida­d “simplement­e para abrirte al diálogo, escuchar, ver propuestas de distintos colegas”.

El arquitecto Bernardo Gómez-pimienta, director de la Escuela de Arquitectu­ra de la Universida­d Anáhuac Norte, expresa sobre el trabajo de Barroso: “es un ejemplo para muchos de mis alumnos”.

En un tiempo en que la vorágine de imágenes opaca el diálogo y cuando se piensa que el camino hacia la sustentabi­lidad está sólo en la tecnología, Héctor Barroso Riba marca otro sendero, donde la arquitectu­ra es un eslabón esencial para acercarse a la naturaleza. “Lograrlo me mantiene con la misma emoción desde el primer día”, expresa el joven arquitecto de 36 años.

El punto de partida es “un análisis profundo y un diálogo muy intenso con el contexto” -Arq. Héctor Barroso

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