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Esta casa de fin de semana se integra a su contexto con innovación: incorpora medidas sustentabl­es y, además, genera trabajo local y artesanal.

- CASA MOULAT POR DIANA ZAVALA

LLa premisa de este proyecto fue conseguir una vivienda de descanso que no hiciera sentir a sus ocupantes en un espacio cerrado. La ejecución dio como resultado una vivienda que, sin perjudicar la privacidad ni los acabados, parece una terraza.

El despacho Centro de Colaboraci­ón Arquitectó­nica diseñó Casa Moulat –una vivienda de 608 m ² , en el fraccionam­iento del club de golf Amanali, en Tepeji del Río de Ocampo, en Hidalgo– y optó por la calidez y la comunión con el ambiente. La firma quiso hacer una casa que no necesitara de muchos accesorios y que hiciera sentir a sus habitantes libres y relajados.

“Partimos de que la estructura es la arquitectu­ra”, explica el arquitecto Bernardo Quinzaños, cofundador y director general del despacho, por lo que se utilizaron pocos materiales, que además requieren mínimo mantenimie­nto.

El concreto es el protagonis­ta pero, al hallarse en un ambiente arbolado, el color grisáceo no era una opción. El despacho trabajó con Cemex para elaborar

un cemento de color salmón, que además del factor estético evitó el uso de pintura posterior en las paredes.

El detalle arquitectó­nico demandaba que las fachadas respetaran la modulación y el despiece preciso de la cara de concreto color tierra, sin acusar el nivel de la losa o la altura de los pretiles. Para solucionar­lo se realizó el colado de los muros dejando una preparació­n para recibir la losa, separada del muro por una entrecalle que divide los materiales cuando cambia de gris a color tierra.

Las vigas estructura­les también sirvieron para embellecer la casa sin dejar de lado su simpleza. La madera de pino con la que están hechas se dejó al desnudo, lo que dotó a la edificació­n de una sensación de precisión y geometría. Esto, además, parece brindarle más altura al techo y genera la sensación de amplitud y de estar en un espacio abierto. Para darle el toque de mexicanida­d se usaron tejas en el techo.

Convivir con la naturaleza desde el interior Gracias a las celosías y las amplias ventanas, la casa aprovecha las vistas hacia el lago. “Lo que hicimos fue una casa en forma de herradura que está compuesta por dos volúmenes principale­s que albergan las habitacion­es: de un lado, únicamente la principal, como en una especie de suite, y del otro lado, las secundaria­s”, explica Quinzaños.

Estos dos volúmenes están unidos por una gran cubierta de madera a dos aguas, apoyada sobre dos trabes que van de lado a lado. Las que serían las paredes en realidad son canceles que, al abrirse, dan la sensación de estar al aire libre. Este aspecto permite extender el espacio de la casa hasta los jardines en donde se encuentra la alberca, que parece elaborada con grafito, pero en realidad está colada en concreto negro. Ese es el corazón de la vivienda.

La residencia incorpora medidas sustentabl­es. Cuenta con 10 paneles fotovoltai­cos. Y, en conjunto con el fraccionam­iento, recicla en su totalidad las aguas negras, que luego se usan en el campo de golf.

En la construcci­ón participar­on 20 trabajador­es locales, que utilizaron técnicas artesanale­s mexicanas, como la piedra labrada para hacer el basamento, el colado de los muros con cimbra y el trabajo artesanal de la madera.

“Esta casa reúne las caracterís­ticas de lo que debemos estar haciendo en la arquitectu­ra mexicana: proyectos que escuchen al entorno, que entiendan en dónde están y tengan raíces, que ocupen la mano de obra local y los recursos naturales de manera responsabl­e”. –Bernardo Quinzaños

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CAMUFLAJE. La vegetación endémica usada en la jardinería favorece la fusión con el entorno.
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