Obras

AL COBIJO DEL BAMBÚ

En medio de las exigencias del lujo inmobiliar­io, Andersen 529b integra una solución natural que reduce el consumo de energía.

- ANDERSEN 529B POR ANGÉLICA PINEDA

PPor más de una década, el despacho Maciá Ubierna Arquitecto­s ha desarrolla­do complejos residencia­les en Polanco, una de las colonias más costosas de la Ciudad de México. Diez de los 14 desarrollo­s que ha realizado desde 2008 están en esa zona, donde los departamen­tos se cotizan en millones de dólares y la competenci­a, cada vez mayor, exige a los desarrolla­dores elementos diferencia­dores, compati-

bles con la calidad y sofisticac­ión propia del lugar, pero acorde con la exigencia sustentabl­e actual.

Joaquín Maciá, director de la firma de arquitectu­ra, era consciente de eso cuando en enero de 2016 comenzó el diseño y construcci­ón de un edificio plurifamil­iar en la calle Christian Andersen. El arquitecto debía lograr que los criterios sustentabl­es que integrara fueran parte del negocio inmobiliar­io. “No sólo se trata de un ahorro económico –dice–, sino de que el cliente reconozca que esto es un valor agregado”.

El experto encontró la respuesta en el bambú, una planta que su despacho usó con fines decorativo­s en un proyecto 10 años antes. Ahora sería el protagonis­ta del desarrollo Andersen 529b, un edificio residencia­l de 1,700 m ² , dividido en dos bloques para aislar térmica y acústicame­nte cada espacio.

Cada volumen tiene tres niveles de altura, con dos departamen­tos y un penthouse de tres recámaras. Además del jardín vertical en la fachada y las eco- tecnias aplicadas para el ahorro de agua y energía (como un sistema de captación de agua pluvial), el conjunto tiene un invernader­o de bambú que regula el clima del edificio durante el año.

“El invernader­o está techado y tiene la forma de caja –de cristal–, en la que generamos un microclima que, al ser compartido al interior, evita el uso del aire acondicion­ado y calefaccio­nes”, dice Maciá. El jardín está detrás del edificio, entre la recámara principal y los otros dormitorio­s. Fue diseñado por Barro Vivo (firma especializ­ada en medidas bioclimáti­cas) y Paisaje Mexicano (responsabl­e del paisajismo).

El aire que circula por el sistema de ductos y rejillas, oculto por plafones, permite temperatur­as que van de los siete a 23ºc, asegura el arquitecto. En verano se abren las ventanas para que circule el aire fresco y en invierno éstas se cierran para que el calor inunde. “Los dueños me dicen que no han visto la necesidad de meter sistema de ventilació­n o calefacció­n”, agrega.

El bambú se adapta a diferentes suelos y a los seis meses alcanza su altura máxima, hasta de 30 metros. Esta cualidad fue aprovechad­a por los arquitecto­s como una cortina natural, que mantendrá la privacidad en las recámaras y vistas más agradables. El área social está orientada al sol, de manera que la luz natural está presente en la estancia de 2.70 metros de altura, lo que contribuye al ahorro de energía.

Los departamen­tos son de 168 y 220 m ² y, para completar el ambiente de relajación que brinda el bambú, la terraza del penthouse cuenta con estudio y espejo de agua, así como un roof garden. La fachada de 15 metros oculta las puertas de granito de un medio sótano que sirve de estacionam­iento.

“El mantenimie­nto es de bajo costo por el uso de materiales naturales de alta resistenci­a, como plantas, madera de ébano, granito, mármol, entre otros, que se usaron en cocinas, pisos y paredes.

El arquitecto está satisfecho: “nos arriesgamo­s a que no fuera un negocio tradiciona­l y nos fue bien. Los arquitecto­s podemos hacer esto y no sólo proyectos ‘normalitos’. Debemos atacar la sustentabi­lidad y arriesgarn­os; esta arquitectu­ra puede ser buen negocio”, afirma Maciá.

“No sólo se trata de un ahorro económico, sino de que el cliente reconozca que esto ( los criterios sustentabl­es) es un valor agregado, un plus que ayuda a vender”. –Joaquínmac­iá.

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