UN PICCOLO RESTAURANTE
BUNA/ SARTORIA Una bóveda permitió a Taller ADG integrar en un espacio de 101 m2 dos conceptos diferentes: un showroom de una marca de café y la trattoria, del chef Marco Carboni.
UUna fotografía de un restaurante clásico en Florencia es el origen del concepto del proyecto Buna/sartoria. Fue tomada desde la calle por Alonso de Garay, fundador del despacho de arquitectura Taller ADG. Lo que llama la atención en la imagen es una bóveda de ladrillo expuesto. Es, tal vez, uno de los elementos que más hacen pensar en la antigua Roma, cuando todavía faltaban siglos para que Italia y la pasta existieran.
Este poderoso elemento fue el que permitió solucionar un proyecto complejo: en un mismo espacio conviven dos conceptos de negocio diferentes. Por un lado, Buna, una marca de café que buscaba tener un showroom. Por el otro, Sartoria, el restaurante italiano del chef internacional Marco Carboni. Todo, en 101 metros cuadrados.
El arco fue la solución para integrar los dos conceptos. “En una caja de 100 m ² pusimos un arco que en un concepto hace una bóveda y, en el otro crea un muro curvo. Cada lugar tiene su propia personalidad, pero a la vez se genera un diálogo, platican”, explica De Garay. Esta bóveda es la que lleva al comensal a sentirse en una antigua trattoria italiana.
El acceso al espacio, en la colonia Roma de la Ciudad de México, es único y central, alineado a donde termina el arco. De ahí, la planta se divide entre la barra y el showroom del café y la trattoria.
La cafetería, de 25 m ² , tiene como únicos elementos la barra central de mármol negro y el muro curvo, cuya forma da un sentido de amplitud. “Fue sumamente complejo de diseñar, porque para operar un showroom de café se necesita meter una cantidad enorme de cosas, entre mercancía y material”, relata el arquitecto.
Al inicio, la idea era que cada negocio ocupara la mitad del local. Cuando el despacho comprendió que Sartoria necesitaba más espacio, Buna cedió metros y permitió al restaurante crecer hasta 68 m ² . Un único baño, que ambos negocios comparten, completa el espacio. Este es uno de los pocos puntos débiles, ya que debido al espacio, el despacho optó por dejar el aseo existente, que consiste en un sanitario unisex, no apto para personas con discapacidad.
Los materiales son austeros: la bóveda es de concreto aparente y el piso, de concreto pulido. Se dejó el piso original, sobre el que se coló el concreto inyectado. Para el acabado se realizó un trabajo de resane de boquetes que eliminó cualquier imperfección.
El resultado, que tomó 10 meses entre el proyecto y la ejecución, es una arquitectura simple con una única paleta de color. “Es un juego de iluminación con textura y un arco. Nos quisimos alejar de la decoración, que es lo que destaca en los restaurantes. Esto no tiene nada de decoración. Con el arco y la iluminación lo que queríamos lograr es la calidez”, continúa De Garay.
El mobiliario es sencillo y contemporáneo. Además de las mesas, los comensales pueden comer sobre una barra de mármol blanco junto a la ventana. Al fondo se prepara la pasta fresca a la vista del cliente. Esto casa con la idea que Carboni tiene del restaurante (en italiano, Sartoria significa ‘sastrería’). El chef pretende que el comensal sienta que todo está hecho a su medida.
El plan era huir de la imagen clásica del restaurante italiano. “Es un restaurante de comida italiana, pero en México”, señala De Garay, quien destaca que del local no emanan ‘los colores’ del país europeo.
Sartoria y Buna comparten también una terraza. Para tener mesas en el exterior, Taller ADG colocó sobre una estructura de acero una lona. Un rodapié a la altura de la silla es el único elemento que protege la vista hacia dentro. El resto de la fachada son ventanales, que permiten a quien pasea por la calle del barrio admirar el restaurante.
“Siempre se soluciona con decoración. Aquí lo atacamos desde el punto de vista de la arquitectura y le dimos una personalidad a la marca que creo que ha funcionado. Eso es lo impor tante, que es un restaurante exitoso”. —Alonso de Garay