Las buenas prácticas empiezan en casa
Para nadie es un secreto que el sector de la construcción es señalado como uno de los más corruptos, no sólo en nuestro país, sino en el mundo.
Factores como la falta de claridad en normas y reglamentos, una tramitología excesiva, niveles bajos de digitalización y prácticas generalizadas como el soborno y la extorsión, entre otros, han contribuido a que las prácticas corruptas en el sector de la construcción se incrementen de forma considerable.
Si, además, se toma en cuenta que la industria inmobiliaria en México opera con montos altos (casi 36,000 millones de dólares en 2017, según cifras de la ADI), las empresas que participamos en bienes raíces –inversionistas, desarrolladores, arquitectos, constructores, entre otros– nos enfrentamos a una responsabilidad ineludible e impostergable: contribuir a combatir la corrupción.
¿Por dónde empezar? GAYA se hizo esa pregunta hace ya varios años, y la respuesta fue sencilla: por la casa. En 2016, la compañía diseñó un Sistema Integral de Ética, bajo la premisa de transparentar completamente la operación del negocio, tanto a nivel interno como externo: con clientes, coequiperos y proveedores. Dicho sistema está fundamentado en tres pilares:
1. Elaboración de un Código de Ética, como eje rector para todos los colaboradores de GAYA y sus grupos de interés externos, validado por el Consejo de Administración de la empresa. Establece lo que sí y lo que no se puede hacer en la relación con proveedores, colaboradores, posibles conflictos de interés, lineamientos para dar o recibir regalos, entre otros. Clasifica cualquier posible falta bajo dos rubros principales:
a) Todo aquello que represente un posible quebranto patrimonial: robo, fraude, conflicto de interés, manejo de información privilegiada y ocultamiento de datos, entre otros.
b) Todo lo relacionado con el factor humano: hostigamiento, violencia, acoso sexual y maltrato, por ejemplo.
2. Conformación de un Comité de Ética, integrado por tres directores, quienes norman el código y reciben de manera simultánea cualquier denuncia, anónima o no.
3. Implementación de una Línea de Denuncias Anónimas, diseñada y atendida por una firma de auditoría calificada. Esta línea está habilitada tanto para el personal de la compañía, como para proveedores, clientes y contratistas; se puede reportar cualquier conducta que ponga en riesgo los valores humanos, económicos y materiales de la empresa. El que sea una tercera entidad la que reciba en primera instancia las denuncias brinda mayor confianza a quien reporta. Los medios por los que se pueden levantar las denuncia son: línea telefónica sin costo, correo electrónico, página web, correo tradicional y fax.
Una vez recibida una denuncia, ésta es documentada de manera objetiva por el auditor, para luego ser compartida con el Comité de Ética, que analiza el caso e instruye al área de Capital Humano para realizar la investigación correspondiente.
Al terminar la investigación, se toman las acciones necesarias –desde descartar la denuncia,
por resultar improcedente, o levantar actas administrativas o amonestaciones, hasta concluir la relación laboral y/o comercial– y se da una respuesta concreta a quien realizó la denuncia.
Se lleva un registro histórico de las denuncias atendidas, con el fin de entender dónde puede haber mayores incidencias, cómo se resolvieron las mismas y de qué manera se pueden prevenir situaciones sujetas de denuncia a futuro.
¿Cuáles son los beneficios de ser transparentes y éticos? Tenemos muy claro que trabajar de una manera honesta impacta en nuestro negocio –y en el sector– de forma positiva.
Por ejemplo: consolida a la empresa como un prestador de servicios confiable, lo que se traduce en una gran ventaja competitiva dentro del sector. Además, retenemos y atraemos colaboradores que comparten los mismos valores que la compañía, y eso nos obliga a ser más competitivos en temas de remuneraciones y beneficios. Contribuimos activamente a combatir los niveles de corrupción en el país.
¿Qué se necesita para que todo lo anterior funcione?
1. Contar con una directriz muy clara y compromiso total de los directores de la compañía. Son ellos quienes marcan el camino a seguir y ponen el ejemplo sobre la forma en que se debe trabajar. Debe haber una congruencia absoluta entre lo que se dice y lo que se hace, y contar con una disciplina férrea para lograrlo.
2. Que exista un marco de referencia normativo en el que los colaboradores y audiencias externas sepan dónde “pueden moverse”.
3. La ejecución de campañas de Comunicación Interna que, de manera permanente, refuercen los beneficios de vivir y trabajar en una cultura de transparencia.
4. Evitar instrumentar este tipo de medidas únicamente por conseguir un reconocimiento o certificación externa. Debe crearse una cultura real de transparencia y ética, que incida en el comportamiento de nuestros colaboradores, clientes, coequiperos proveedores y contratistas.
Trabajar en un ambiente de honestidad, transparencia y ética permea más allá de nuestras operaciones, impacta directamente en la conciencia del individuo y en todas sus relaciones.