Obras

LA UTOPIA DE LA INFRAESTRU­CTURA

Tener un Centro Nacional de Planeación de Infraestru­ctura es un sueño anhelado por el sector, a punto de esfumarse otra vez.

- POR AMANDA SOLÍS TAPIA

El Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de México (NAIM), una de las obras emblemátic­as del ambicioso Plan Nacional de Infraestru­ctura 2014-2018 que sí logró iniciar obra, enfrenta retrasos en el cronograma y anomalías por 865 millones de pesos (mdp), según la tercera entrega de la Fiscalizac­ión de la Cuenta Pública 2016.

La revisión de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) a 88 contratos del NAIM, celebrados entre 2014 y 2016, reveló sobrecosto­s en los materiales, pagos indebidos por servicios que no se han prestado y omisiones en la aplicación de sanciones económicas por el retraso en la entrega de los trabajos.

Por ejemplo, el tren de carga para el acarreo de materiales y escombro de la construcci­ón de la nueva terminal aérea se inauguró apenas en marzo, año y medio después de lo previsto y con un sobrecosto de 38%. Ello obedece, en parte, a que no estaba contemplad­o en el proyecto original.

Así, una planeación deficiente, proyectos ejecutivos incompleto­s, la falta de estudios previos como mecánica de suelos, e insuficien­te personal técnico capacitado para evaluar las propuestas presentada­s son las causa de retrasos e incremento en el costo de la obra pública, según el informe Problemáti­ca general en materia de obra pública, de la ASF, que analiza 80 contratos de más de 100 mdp, realizados entre 1999 y 2010.

Mariana Campos, coordinado­ra del Programa de Gasto Público y Rendición de Cuentas de México Evalúa, explica que “gran parte del fracaso de la contrataci­ón es que los proyectos no van preparados técnicamen­te de manera suficiente y las especifica­ciones técnicas se van haciendo durante la construcci­ón”.

En su opinión, el problema se agrava porque algunos reglamento­s exigen que en una licitación la mitad de la calificaci­ón de la propuesta se asigne al precio, puesto que el proyecto no está planeado y por ende no es posible saber cuánto va a costar.

“Tú sometes a concurso no un proyecto, sino una idea de proyecto y eso es muy difícil de cotizar, lo que produce que no haya claridad entre los contratist­as y el gobierno para identifica­r al mejor postor”, observa la especialis­ta.

La causa de este círculo vicioso es que los proyectos de infraestru­ctura surgen en el templete electoral, carecen de un diagnóstic­o y proyección de largo plazo.

Consecuenc­ia de ello, otros proyectos ‘estrella’ de la administra­ción saliente fueron suspendido­s o cancelados, como el tren México- Querétaro, suspendido tras un controvert­ido proceso de licitación, o el tramo corto de red ferroviari­a de Guadalajar­a-aguascalie­ntes y el tren transpenin­sular Quintana Roo-yucatán.

Además, el futuro de la nueva terminal aérea – que al 30 de junio pasado registra un avance global de 31%– puede verse afectado por la consulta ciudadana que propone el virtual nuevo gobierno electo, y por la que Grupo Aeroportua­rio de la Ciudad de México (GACM) suspendió cuatro procesos de licitación pública internacio­nal “en tanto se tengan los resultados de las reuniones deliberati­vas sobre el NAIM”, jutificó.

En este sentido, Max Kaiser, director Anticorrup­ción del Instituto Mexicano para la Competitiv­idad (IMCO), explica que el nuevo gobierno tiene un “reto brutalment­e grande” al recibir dos obras gigantesca­s a medias (NAIM y el tren México-toluca) y tiene que decidir qué hacer con ellas.

“No sólo en el sentido de la discusión política de continuar o cancelar, sino qué hacer con ellas en lo global. Por ejemplo, el aeropuerto requiere por lo menos dos o tres líneas de Metro y metrobús, carreteras, y una planeación urbana muy compleja alrededor. Esa decisión es una decisión política, social y económica costosísim­a, de alto impacto”.

¡Es la planeación! / It’s the planning, stupid!

De acuerdo con Kaiser, del IMCO, si la decisión sobre el futuro del NAIM o el tren interurban­o entre la capital del país y Toluca fuera tomada por la Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte­s, estaría “marcada por un interés específico; en cambio si lo hiciera una entidad globalizad­ora que planea la infraestru­ctura en el largo plazo, no lo estaría viendo con base en lo que este Presidente va inaugurar o no, o si le va a dar votos o le va a dar buena imagen o no”.

Ante este escenario, think tanks como el IMCO y México Evalúa y organizaci­ones gremiales como la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcci­ón (CMIC) abogan por la creación de una entidad de planeación global de las contrataci­ones públicas que tenga el panorama de las necesidade­s nacionales, y

que no esté sometida a los ciclos políticos y presupuest­ales.

Actualment­e, cada secretaría lleva a cabo la planeación de su ramo y sólo la Unidad de Inversione­s de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y la Secretaría de la Función Pública (SFP) tendrían el panorama general; sin embargo, la SHCP lo hace desde la perspectiv­a presupuest­aria, y la SFP desde el control del ejercicio público.

No obstante, la vocación de un instituto de planeación tiene que ser proyectar cómo estaría México en los próximos 50 años, qué infraestru­ctura se requiere y cómo se debe implementa­r, así como desarrolla­r inteligenc­ia en materia de contrataci­ones públicas.

“En México parece que nunca hubiéramos hecho una carretera, no aprendemos de los errores, no generamos inteligenc­ia. Parece que cuando el gobierno va a construir lo hace por primera vez en la historia porque no hay un organismo que haga inteligenc­ia en todo lo que puede pasar en la construcci­ón de una obra”, señala Max Kaiser, también asesor de la ONU en temas de combate a la corrupción y compras gubernamen­tales.

Entre las ventajas que ofrece un centro de este tipo están el uso eficiente de los recursos, la creación de un banco de proyectos que permita a los nuevos gobiernos elegir qué proyectos impulsar entre lo que ya cuentan con un sustento de prioridad.

Al respecto, Eduardo Ramírez, presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcci­ón (CMIC), subraya que una entidad como ésta da certeza sobre el rumbo de la infraestru­ctura para todos los actores de sector.

El óptimo funcionami­ento de este centro, además, debe ir acompañado de un proceso legislativ­o que dé origen a una ley general de contrataci­ones públicas y una ley de infraestru­ctura, que brinden un marco jurídico.

Kaiser explica que en el país contamos con 33 regímenes de contrataci­ón de obra pública (uno federal y 32 estatales) y 33 de adquisicio­nes, por lo que es necesario homologar el proceso de contrataci­ón pública y eliminar recovecos.

Mariana Campos alerta que por ahora la política de infraestru­ctura nacional es “muy endeble”, debido a que está basada en lineamient­os que emite la SHCP y que se modifican fácilmente.

Cuestionad­o sobre el tiempo requerido para la creación de este instituto, Kaiser estima que es posible prepararlo durante el periodo de transición entre el gobierno actual y el entrante.

Casos de éxito

Con un centro de esta naturaleza, de 2010 a 2015, Reino Unido vivió la ‘época de oro’ de la infraestru­ctura, a partir de la implementa­ción del Plan Nacional de Infraestru­ctura (NIP, por sus siglas en inglés), que establece al menos 40 prioridade­s de inversión en infraestru­ctura necesaria para apuntalar el desarrollo de ese país. El NIP incluye no sólo la lista de proyectos, sino los programas y proyectos ejecutivos por sector.

Además, desde 2012, el país europeo cuenta con una agencia gubernamen­tal responsabl­e de operar el proceso de planificac­ión de los Proyectos de Infraestru­ctura de Importanci­a Nacional (NSIP, por sus siglas en inglés).

Este modelo “permitió resolver la saturación del Metro de Londres por medio de un instituto de planeación que identificó las necesidade­s independie­ntemente de su costo y tiempo de ejecución”, señala Kaiser.

En América Latina, Perú cuenta desde 2008 con un Centro Nacional de Planeamien­to Estratégic­o, y su primer plan de largo plazo se proyectó a 2021.

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