Cambio de paradigmas
El impacto no es menor. Las principales instituciones de salud en México estiman que por cada peso invertido en medicina preventiva se ahorran cuatro pesos en medicina reactiva. Esto es significativo en un país que enfrenta alta demanda de gastos en salud. Según cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los mexicanos tienen la segunda prevalencia más alta de obesidad (33% de los adultos) de entre los 35 países que mide el organismo, y la más alta proporción de población con sobrepeso u obesidad (73%). La diabetes consume cada año alrededor de 2.25% del PIB; para el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) significa algo así como 51,000 millones de pesos, mientras que el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) suma otros 17,763 millones por año.
Pese a que en los últimos 20 años se han dedicado abultados presupuestos a la construcción de hospitales, la atención a la salud sigue siendo deficitaria. El gasto promedio en salud por persona es de 1,080 pesos, frente a 4,003 pesos del promedio de la OCDE.
Desde 2016 se trata de dar una vuelta de tuerca a esta situación con la prevención temprana en centros de salud, pero poco se ha complementado con la construcción de infraestructura preventiva que ayude a disminuir los índices a futuro.
Las medidas preventivas no han estado acompañadas de una política de planeación urbana que dote de áreas públicas adecuadas y de calidad (no aparatos para ejercicio en bajopuentes) para la práctica del deporte y para fomentar las caminatas por rutas seguras.
Países como España realizaron inversiones fuertes en polideportivos e infraestructura deportiva que proveen a la población de espacios cercanos a bajos precios y con instalaciones de buena calidad para motivar al deporte. En ese caso, el gasto de la población en deporte creció hasta significar en 2015 casi 2.4% de la riqueza que producen en ese país. La Comisión Europea tomó el modelo para integrarlo en su Estrategia 2020, y hoy ese rubro significa 1.7% del PIB de la Unión; su efecto multiplicador añade otro 1.22%, como reseña el húngaro Tibor Navracsics, comisario de Educación, Cultura, Juventud y Deporte de la UE.
De cara al futuro, el nuevo gobierno federal podría apostar por una estrategia equilibrada de desarrollo de infraestructura para la salud, pensando de manera más proactiva que reactiva. Hace falta invertir en hospitales y reducir el déficit de cobertura, pero vale recordar que el desarrollo de áreas dedicadas al deporte quizá signifique contratos menos jugosos pero más efectivos a largo plazo.