Franco Bucio
Para medir la calidad de las obras, debiéramos cotejar cada proceso en el que participemos.
Es común escuchar y leer que tal obra es de buena calidad, que el producto o el sistema constructivo que nos ofrecen también lo son, o que el departamento o la vivienda que deseamos comprar son excelentes; y así con todos los bienes y servicios en los que estamos interesados o que nos ofertan. Pero casi siempre se trata de palabrería subjetiva que no ayuda a orientar correctamente nuestra elección, la que se inclina, por lo general, por el precio y la habilidad de los vendedores.
Los promotores inmobiliarios que cotidianamente construyen cuentan con personal para las adquisiciones, quienes se encargan de elegir los diferentes materiales o de contratar a los trabajadores y a los proveedores, tarea que realizan sin guía técnica especializada y que se orienta, únicamente, por el precio. Así inicia la fuga de calidad.
La elección de los supervisores y residentes de obra también se orienta por el costo y no por aptitudes, conocimientos y experiencia documentada; y son a ellos a quienes se les encomienda el mayor peso de la inversión.
Las especificaciones para los materiales de construcción en los planos constructivos, ya sean los arquitectónicos, de acabados, estructurales o de instalaciones, comúnmente son genéricas y sin exigencias ni valores para comprobar sus características inherentes, como pueden ser las resistencias, dimensiones, tolerancias, densidades, permeabilidad u otras, lo que contribuye aún más a la incorrecta selección de los bienes y servicios.
Los responsables de vigilar el cumplimiento de la normatividad en los proyectos y en las obras tampoco están actualizados para valorar los diferentes materiales y las técnicas constructivas, lo que se podría realizar con el simple conocimiento de las normas de calidad a las que se refieren los reglamentos para las construcciones.
Para ello, hay que revisar las bitácoras de obra, en las que, comúnmente, no hay notas relativas a los resultados de las pruebas de laboratorio o a certificados de tercera parte. En nuestro quehacer profesional es necesario verificar el cumplimiento de todos los requisitos regulatorios, de diseño, de ejecución de obra, de pruebas en sitio o de durabilidad que nos permitan confirmar la calidad especificada.
Los promotores y desarrolladores inmobiliarios también deberían confirmar el cumplimiento de los aspectos legales y la selección de los elementos y componentes de construcción, hasta las responsabilidades de los diferentes actores, como diseñadores y constructores, supervisores y residentes, laboratorios de pruebas y proveedores de insumos y los propios peritos, directores y corresponsables de obra.
Para medir la calidad deberíamos, al menos, elaborar amplias listas de cotejo de cada proceso en el que participemos para que, con base en evidencias documentadas, podamos confi rmar el cumplimiento de cada rubro, cuya suma positiva establecería la calidad objetiva del producto fi nal.
Promotores y desarrolladores inmobiliarios también deberían confirmar el cumplimiento de aspectos legales y componentes de la construcción”.