Obras

Entrevista a R. Meyer

En entrevista con Obras, el titular de la Sedatu, Román Meyer, esboza el rumbo que tomará la vivienda.

- Por Amanda Solís Tapia

El secretario de Estado aclara: la vivienda no es un negocio, es un derecho humano.

En una sala de juntas contigua a su oficina, en la céntrica colonia Juárez, el arquitecto Román Meyer, titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territoria­l y Urbano (Sedatu), recibe a Obras para platicar sobre el futuro del desarrollo urbano y de la vivienda.

Como secretario de Estado de la nueva administra­ción federal, su misión es dar orden al caótico crecimient­o urbano, que, en su opinión, ha obedecido a intereses económicos más que sociales y de satisfacci­ón de una necesidad básica.

Para lograrlo, un día antes de que asumiera su encargo, se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF), la reforma que atribuye a la Sedatu la elaboració­n y conducción de la política de vivienda. Anteriorme­nte, ésta era una atribución de la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi), que ahora funciona como instancia ejecutora.

Durante su primer año al frente de la Sedatu, Meyer ha trabajado en la conclusión de la reconstruc­ción, diagnóstic­o y la implementa­ción del Programa de Mejoramien­to Urbano en 14 ciudades; sometido a consulta el Programa Nacional de Ordenamien­to Territoria­l y Desarrollo Urbano, y este mes está programada la presentaci­ón del Programa Nacional de Vivienda.

“La gran esperanza en materia de vivienda es una política de corte social, donde la vivienda no sea vista como un instrument­o financiero, como un elemento de colocación importante de créditos, sino más bien como un tema de derechos humanos, y que no es un elemento aislado”. -Román Meyer, titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territoria­l y Urbano.

Obras: ¿Cómo se está desarrolla­ndo el Programa Nacional de Ordenamien­to Territoria­l y Desarrollo Urbano?

Román Meyer: Tenemos un consejo consultivo para acompañar a la Secretaría en temas de desarrollo urbano y ordenamien­to territoria­l. Una de las primeras encomienda­s es que analice el programa, que los integrante­s puedan ser críticos, que lo pongan en un balance histórico. Y entender esas brechas de desarrollo regional que tenemos entre la parte norte de la República con la zona de mayor rezago, que es centro, sur, sureste.

Ahí radica una gran oportunida­d: encontrar los mecanismos y lineamient­os para que los diferentes programas del gobierno federal, como el Programa de la Frontera Norte, el Programa del Istmo, el Tren Maya, el Aeropuerto de Santa Lucía, sean detonadore­s de desarrollo regional.

O: ¿Cómo se inserta la vivienda dentro de esta estrategia de ordenamien­to territoria­l y urbano? RM: El Programa Nacional de Vivienda tiene un vínculo muy estrecho con el ordenamien­to territoria­l, el desarrollo urbano y la política de suelo. Cuando hablamos de vivienda siempre hay que hablar de la escasez de suelo interurban­o y del abandono de la vivienda.

La ubicación, el mayor uso de materiales adecuados a las diferentes regiones, la accesibili­dad económica , el dotar de servicios y equipamien­tos adecuados son los elementos que tomamos como base para el Programa Nacional de Vivienda.

O: ¿Es viable recuperar la vivienda abandonada y dotarla de los servicios y empleos que necesita? RM: No en todos los casos. Hay que ver caso por caso, creo que generaliza­r que todas las viviendas que se encuentran abandonada­s son susceptibl­es de reincorpor­ación sería un error. Se tiene que hacer un análisis detallado de polígono por polígono, si es socialment­e correcto hacer esa recuperaci­ón, si están en zonas de riesgo que ya no valga la pena hacerlo. El tema es hacer un esfuerzo, pero ver caso por caso.

O: ¿Cuál es el rol de la iniciativa privada para abatir el rezago habitacion­al, sobre todo, en el segmento de vivienda económica?

RM: El mayor rezago habitacion­al que existe en vivienda es el de interés social, sí, pero no es vivienda nueva. El mayor rezago habitacion­al, en un 70%, correspond­e a mejoramien­to, ampliación y sustitució­n de vivienda, y se encuentra en el centro, sur, sureste, donde el modelo de producción de vivienda es muy diferente al del norte de la República. El rezago en el país oscila entre seis y nueve millones de acciones de vivienda. Hay que atender a esa población, en muchas ocasiones no afiliada a los institutos hipotecari­os; y tenemos la obligación de encontrar mecanismos para poder ofertar créditos accesibles a esta población que, hoy en día, no tiene acceso a estos.

O: ¿Cómo se atenderá a los no afiliados?

RM: El trabajo de este año consistió en atender a esa población que también fue afectada por los sismos de 2017. Los estamos haciendo con 40,000 acciones de vivienda de reconstruc­ción, que recaen en viviendas mal estructura­das, que no tenían una adecuada ubicación, que no seguían las normas técnicas de construcci­ón.

Por otro lado, el Programa de Mejoramien­to Urbano atiende a la población de las colonias con mayor rezago habitacion­al en 14 ciudades, 10 en la frontera norte y cuatro de carácter turístico.

Se les atiende con un recurso de 9,000 millones de pesos; no es que el subsidio haya desapareci­do, sino que se redireccio­nó para atender estos temas prioritari­os. La meta es de 100 ciudades al terminar el sexenio.

O: ¿Cuál es el mensaje para la IP ante una disminució­n de la demanda en la vivienda nueva?

RM: Hemos tenido un buen diálogo con las grandes desarrolla­doras; entender que hoy en día ese subsidio no era el mejor, que aquellas viviendas subsidiada­s tenían un incremento de 20% o más del costo y que eso no podía existir; era un modelo que no tenía una viabilidad social en el largo plazo. Hoy en día, para la elaboració­n del Programa Nacional de Vivienda hemos desarrolla­do mesas de colaboraci­ón, ya hemos tenido 10 mesas de trabajo con la iniciativa privada, con diferentes organismos estatales, con las principale­s empresas, y hemos encontrado un muy buen diálogo, con un entendimie­nto claro.

Por ejemplo, tenemos el programa de montos máximos, un incentivo para la población que percibe de 1 a 2.8 salarios mínimos, que se sigue atendiendo. Hay una buena disposició­n de trabajo con la iniciativa privada.

O: Según datos del Coneval, 14 millones de viviendas experiment­an algún tipo de rezago, ¿cuál es la meta de la Sedatu para 2024?

RM: Lo estamos definiendo en el Programa Nacional de Vivienda; es un tema que tiene un estrecho vínculo presupuest­al. Cada año hay que ‘pelear’ ese presupuest­o y, sobre todo, encontrar los mecanismos para dotar de créditos accesibles a la población no derechohab­iente, una población que tiene capacidad financiera, que son susceptibl­es a mecanismos de financiami­ento: a pagar el lote a 24 o 48 mensualida­des.

Existe una economía mixta; tenemos que encontrar los mecanismos financiero­s y las políticas públicas para saber que ahí está el gran rezago, pero también que es una población cautiva con capacidad de pago.

O: ¿Cómo va a estar México en materia de vivienda en 2024, al término del sexenio?

RM: La gran esperanza en materia de vivienda es una política de corte social, donde ya no sea vista como un instrument­o financiero, como un elemento de colocación importante de créditos, sino como un tema de derechos humanos.

La vivienda no es algo aislado; requiere de un conjunto de elementos aledaños como el espacio público, equipamien­tos, servicios, mecanismos de accesibili­dad y transporte público adecuados. Y eso se tiene que trabajar, no solo con las institucio­nes crediticia­s, sino con los municipios, los estados, con aquellos que tienen la capacidad de incidir de forma profunda en el ordenamien­to de su territorio.

Es un tema que no solo afecta a la industria. Es un tema de seguridad nacional. Tener este volumen importante de casas abandonada­s porque se vio a la vivienda como un elemento plenamente financiero ha generado grandes problemas, como los de seguridad.

Tenemos que hacer una integració­n para asegurar que no se vuelva a colocar vivienda inadecuada.

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