Obras

Una visión tripartita

- POR AMANDA SOLÍS TAPIA

“Necesitamo­s reducir y mitigar los riesgos existentes y, sobre todo, contribuir a no crear nuevos riesgos; sin embargo, esto no está ocurriendo”. — Mami Mizutori REPRESENTA­NTE ESPECIAL DEL SECRETARIO GENERAL DE LA ONU PARA LA REDUCCIÓN DEL RIESGO DE DESASTRES (UNDRR).

En los últimos 50 años, la incidencia de desastres ocasionado­s por fenómenos naturales se ha incrementa­do 36%; hoy, más que nunca, es necesaria la construcci­ón de sociedades resiliente­s. Ello requiere la colaboraci­ón de la triple hélice: Estado, sector privado y academia. Obras entrevistó a tres mujeres, que, desde su trinchera, contribuye­n a un mundo más resiliente ante los riesgos. Acciones insuficien­tes

El desarrollo de infraestru­ctura resiliente es el gran pendiente en la reducción de riesgo de desastres, asegura, en entrevista con Obras, Mami Mizutori, representa­nte especial del secretario general de la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR, por sus siglas en inglés).

Cada año, los desastres ocasionado­s por fenómenos naturales representa­n pérdidas económicas a nivel global por 520,000 millones de dólares, no obstante, los Estados, el sector privado y los individuos no estamos haciendo lo suficiente para reducir ese impacto de los desastres.

Mizutori atribuye esta omisión, en primer lugar, a que la prevención no está en nuestra naturaleza y en países con serios problemas de pobreza, no es una prioridad.

En segundo lugar, los actores estatales toman decisiones basados en su carrera política. “Muchos tomadores de decisiones quieren poner el dinero en cosas que tienen impacto en muy corto plazo, tres años, cinco años, de tal manera que sientan que hicieron algo porque prevenir un desastre es muy difícil de probar”.

El reporte Lifelines: The Resilient Infrastruc­ture Opportunit­y, elaborado por el Banco Mundial y el Fondo Global para la Reducción y Recuperaci­ón de Desastres (en inglés, GFDRR), muestra que por cada dólar invertido se obtiene un retorno promedio de 4 dólares.

Además, el desarrollo de infraestru­ctura resiliente sólo incrementa en 3% el monto de inversión requerido. Por el contrario, una disrupción en infraestru­ctura crítica tiene un costo anual de 390,000 millones de dólares.

Los avances

No obstante las áreas de oportunida­d en la materia, Mizutori destaca los progresos en la implementa­ción de sistemas de alerta temprana y protocolos de evacuación para reducir el número de pérdidas humanas.

La diplomátic­a japonesa ejemplific­a con los sismos del 19 de septiembre de 1985 y 2017. El primer desastre ocasionó la muerte de 10,000 personas; en el segundo –32 años después–, las víctimas fatales fueron 326.

“Es una tragedia, pero si comparas los dos números, hay una gran diferencia. Después de 1985, las autoridade­s mexicanas implementa­ron medidas para gestionar el riesgo, se mejoraron las normas de construcci­ón”, detalla la especialis­ta.

En 2018, a nivel global se registraro­n 10,300 muertes, 52.7% menos que en 2015, año en que la Asamblea General de la ONU adoptó el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, un acuerdo global de siete objetivos.

Por ello, Mizutori llama a todos los actores a compromete­rse con la reducción y mitigación de riesgos, pero, sobre todo, con la no creación de nuevos riesgos.

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