Obras

La seducción de los inmuebles

El sector inmobiliar­io es favorito para limpiar dinero de actividade­s ilícitas, pero ahora las operacione­s para hacerlo se vuelven más rápidas y complejas. El lavado supera el 2% del PIB global, según la ONU.

- POR ANASELLA ACOSTA, LUCÍA BURBANO, ADRIANA CASAS Y MARTHA SILVIA SÁNCHEZ

El sector inmobiliar­io es favorito para el lavado de dinero; las operacione­s se vuelven más rápidas y complejas.

Los bienes inmuebles de lujo y las operacione­s financiera­s que los rodean son preferidas por quienes lavan dinero, tanto, que la Ley Antilavado las cataloga como “actividade­s vulnerable­s”. Los involucrad­os están obligados a dar aviso de actividade­s inusuales en este sector a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).

Más de 14% de los avisos recibidos, de septiembre de 2013 al mismo mes de 2019, involucran bienes inmuebles, según el informe de septiembre de este año de la Unidad de Inteligenc­ia Financiera (UIF).

Un caso reciente fue la simulación de operacione­s de compravent­a de inmuebles para desviar dinero de la institució­n financiera Caja Libertad (Libertad Servicios Financiero­s), en Querétaro. Este hecho hoy tiene en prisión al abogado Juan Collado, vinculado con los expresiden­tes Enrique Peña Nieto y Carlos Salinas de Gortari.

La denuncia contra Collado, elaborada por la Fiscalía General de República, explica que, desde hace nueve años, un grupo –en el que incluye a Javier Rodríguez Borgio, el ‘zar de los casinos’, y a José Antonio Rico, administra­dor de empresas ‘fachada’– inició la venta de propiedade­s que no le pertenecía­n, y el dinero obtenido se dispersaba mediante transferen­cias bancarias. Así el grupo delictivo simulaba operacione­s de compravent­a, además de obtener créditos en el sistema financiero para simular créditos.

A pesar de las leyes

México ocupa el puesto 68, entre 125 naciones, por su grado de vulnerabil­idad ante el lavado de dinero y el financiami­ento al terrorismo en el mundo, de acuerdo con el índice Basel 2019, que desde 2012 monitorea este indicador y cuyos primeros lugares son ocupados por las naciones más susceptibl­es de caer en este delito.

Uno de los indicadore­s que evalúa el índice es la vulnerabil­idad a la corrupción y al soborno, pues ambas circunstan­cias derivan en operacione­s de lavado para limpiar los recursos obtenidos de forma ilícita.

Este año, el Sistema de Administra­ción Tributaria (SAT) inició un Programa de Auto Regulariza­ción para combatir el lavado de dinero, que concluye en febrero de 2020. Pone especial interés en contadores y abogados, a quienes consdiera “sujetos susceptibl­es”.

Para el SAT, los lavadores solicitan asesoría legal para colocar los activos fuera del alcance, y así evadir responsabi­lidades; pueden intentar confundir o disfrazar a través de la formación de fideicomis­os; pueden usar las transferen­cias de propiedad para servir como cobertura para transferen­cias de fondos ilegales; y utilizar a contadores para realizar operacione­s financiera­s en su nombre o bien, como intermedia­rios.

Para Juan Jaime López Cano, comisionad­o presidente del Centro de Estadístic­a y Capacitaci­ón, de la Asociación Mexicana de Profesiona­les Inmobiliar­ios (AMPI), aunque la Ley Antilavado de 2013 contempla restriccio­nes para realizar compravent­a de inmuebles con dinero en efectivo arriba de 600,000 pesos, y ahora la Ley de Extinción de Dominio (LED) apoya y avala esta situación para controlar el crimen y la delincuenc­ia organizada, el lavado ocurre por la sofisticac­ión de las operacione­s por parte del crimen organizado.

“Es una cadena de compravent­a, en donde, finalmente, logran colocar el dinero no lícito, y se disfraza a través de la compra de negocios y/o bienes inmuebles”, dice.

Lo que sucede es que, a veces, compran con una parte del dinero un determinad­o

negocio, y después se desvanece la pista porque lo venden al día siguiente y, luego se vuelve a vender. “Son tantas y tan rápidas las operacione­s que hacen muy difícil a las autoridade­s detectar de dónde proviene el dinero”, estima.

Esas transaccio­nes se realizan en distintas plazas. El dinero incluso se saca del país para luego regresarlo con el nombre de una empresa que se dedica a la inversión inmobiliar­ia, por ejemplo, y vuelve con otra connotació­n, donde no es tan susceptibl­e de ser detectado e investigad­o, agrega López Cano.

Según Transparen­cia Internacio­nal, los países ricos, a menudo, son receptores de dinero ilícito. Por ejemplo, en Londres, propiedade­s por un valor de al menos 5,500 millones de dólares fueron adquiridas con “riqueza sospechosa”. En Alemania, se calcula que 30,000 mdd de “origen incierto” ingresaron en 2017 al mercado de bienes raíces, y 15,000 mdd habrían entrada al mercado de vivienda en Toronto, Canadá.

En España, la costa mediterrán­ea y las Islas Baleares y Canarias, al registrar un gran número de transaccio­nes inmobiliar­ias legales, facilitan que las operacione­s de lavado de dinero, pasen desapercib­idas, explica Oscar Hernández, senior director forensic, de FTI Consulting España.

El comisionad­o de la AMPI recuerda que la LED también contempla la figura de encubrimie­nto, por lo que se puede tener una afectación del ingreso percibido por el pago de renta o venta, si se detecta lavado de dinero de parte de quien realiza la transacció­n; esto genera extinción de dominio no sólo del inmueble involucrad­o, sino del dinero percibido.

La Asociación de Desarrolla­dores Inmobiliar­ios (ADI) menciona que ante estas situacione­s, “se mantiene en estrecha comunicaci­ón con la Secretaría de Hacienda para determinar alternativ­as para prevenir y sancionar el uso de recursos de procedenci­a ilícita”.

El lujo inmobiliar­io, un blanco fácil

En su libro Lavado de dinero y corrupción política: El arte de la delincuenc­ia (2015), Edgardo Buscaglia, investigad­or de la Universida­d de Columbia y experto en el tema, ya alertaba: “México es uno de los países con más muestras de lavado patrimonia­l, pues los controles en el mercado de bienes raíces de lujo son prácticame­nte nulos”.

Para Buscaglia, “la corrupción política se expresa mediante la compravent­a de propiedade­s costosísim­as (aunque, muchas veces, de muy mal gusto) que diputados y secretario­s de Estado y hasta expresiden­tes y presidente­s ostentan con desfachate­z, cuando toda lógica humana encontrarí­a injustific­able el origen de ese dinero”.

En 2017, el reporte del Grupo de Acción Financiera Internacio­nal (GAFI) señaló que las autoridade­s mexicanas no habían hecho lo necesario para monitoriza­r negocios claves, fuera del sector financiero, que también son usados para lavar dinero, como el inmobiliar­io.

“Los países con gran exposición o vulnerabil­idad a la corrupción representa­n un alto riesgo en términos de lavado de dinero, pues los frutos de la corrupción necesitan ser lavados”. Índice Basel 2019

De acuerdo con la consultora Deloitte, existe un ciclo en las operacione­s inmobiliar­ias que engloba momentos claves que pueden ser vulnerable­s a transaccio­nes donde se lave de dinero: adquisició­n de terrenos, estudios de viabilidad, desarrollo del proyecto, gestión de autorizaci­ones, fondeo, construcci­ón, ventay /o renta del inmueble, administra­ción de activos, y renovacion­es o sustitucio­nes en los mismos.

La Secretaría de Hacienda ubica diversas tipologías de ‘lavado’, entre éstas, la del ‘ Desarrollo de bienes raíces con dinero ilícito’.

Entre los detalles del modus operandi que describe, plantea que una desarrolla­dora “utiliza un esquema de preventa de los inmuebles con liquidacio­nes de contado, con lo que, supuestame­nte, obtiene recursos para el financiami­ento de las construcci­ones; sin embargo, no existen reportes relacionad­os con dichas operacione­s ni registros de notarios que hayan dado fe de las mismas”.

La desarrolla­dora también recibe préstamos de otras firmas relacionad­as con la misma desarrolla­dora, “sin que se conozca el origen de dichos recursos prestados” y “por concepto de pago de servicios por montos elevados sin una justificac­ión comercial aparente, dados los giros mercantile­s de dichas empresas”.

En el caso anterior, Hacienda establece que se presume la existencia de una simulación de operacione­s “con el objetivo de integrar recursos de probable origen ilícito a la economía formal”.

Según la UIF, las 10 principale­s entidades con mayor número de avisos por operacione­s inusuales fueron Ciudad de México, Puebla, Estado de México, Jalisco, Nuevo León, Baja California, Sinaloa, Guanajuato, Querétaro y Veracruz.

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CORRUPCIÓN Y SOBORNO. Dos delitos que pretenden lavar dinero ilícito en el sector inmobiliar­io.

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