De altura
Este rascacielos, ubicado a media hora de Beijing, no sólo se convirtió en un nuevo ícono. Mostró la posibilidad de innovar con ahorro y eficiencia en inmuebles de alta densidad.
Este rascacielos, en China, muestra la posibilidad de innovar con ahorro y eficiencia en inmuebles de alta densidad.
El edificio más alto inaugurado en 2019 es el Centro de Finanzas Tianjin Chow Tai Fook Binhai (CTF), en China, que alcanza una altura de 530 metros, lo cual lo coloca como la octava edificación más alta del mundo.
Ubicada a media hora de Beijing, por tren, la torre posee una fuerte silueta definida por una serie de curvas que convergen en una cúspide porosa.
Brian Lee, socio diseñador de SOM, a cargo del proyecto, ha dicho que la torre es un símbolo del crecimiento del distrito, zona de desarrollo tecnológico y económico en la nación asiática.
“Los edificios altos son una inversión significativa de tiempo, dinero y recursos, creemos que el éxito de su arquitectura se mide por qué tan bien funcionan”, describe Lee en la página electrónica del despacho responsable, tanto de la arquitectura como de la ingeniería, de este nuevo habitante en China.
Una de las principales consideraciones a la hora de diseñar la torre fue el programa de uso mixto, que incluye oficinas, vivienda y hotel.
Cada una de esas tipologías demandó una configuración y un tamaño distintos de sus plantas, lo que definió su forma cónica y esbelta conforme asciende.
Los pisos de oficina ocupan 3,800 m2 en la base, y los departamentos y el hotel, 1,800 m2 , cerca de la cúspide.
En una colaboración estrecha entre arquitectos e ingenieros, el equipo de SOM buscó dar soluciones innovadoras a las limitantes que impone una torre de esta dimensión, dadas, básicamente, por la fuerza de los vientos y el riesgo sísmico.
SOM creó un diseño híbrido que respondió a su forma cónica. Ese sistema reforzó el centro de la estructura del edificio con un método de columnas perimetrales en declive. También se desarrollaron múltiples variaciones de la masa cónica, y el diseño fue sometido a pruebas de túnel de viento para estudiar, en una simulación, los efectos de las condiciones atmosféricas. Entonces el equipo dio con el hallazgo: “Encontramos que las formas convexas y cóncavas ayudaban a controlar la fuerza del viento, fue una feliz sorpresa”, detalla Lee.
Las pruebas también sirvieron para afinar el diseño con esquinas redondeadas, una fachada festoneada y una cima cónica.
El sistema de columnas inclinadas no sólo se tradujo en una construcción más rápida que lo convencional, también disminuyó, considerablemente, la cantidad de materiales requeridos, lo que implicó una reducción significativa en el costo y en el impacto medioambiental.
Para la fachada, el despacho desarrolló un sistema de paneles escalonados de vidrio plano, colocados en un sistema de parteluces, que siguen la forma estructural cóncava y convexa.
De esa forma, el diseño de la ‘piel’ expresa la innovación estructural de la torre Tianjin, “sin mermar la energía y la gracia de su geometría curva”. Así, el adagio de Bill Baker, líder de Ingeniería Estructural de SOM, cobra sentido: “Un ingeniero debe diseñar una estructura tan bien que un arquitecto se avergüence de cubrirla”.
Pero la clave fue tener un cliente que decidiera correr el riesgo, un equipo interdisciplinario capaz de integrar nueva ideas desde la estructura hasta la fachada y el interiorismo, en un diseño holístico, comparte SOM en su sitio web.
Para el despacho, el resultado logrado no sólo sumó un nuevo ícono al skyline de la ciudad, sino “una aproximación progresiva al desarrollo sustentable, una señal del brillante futuro de Tianjin”.