Para la salud mental
Ambientes sanos reducen estrés, ansiedad y depresión, enfermedades del siglo XXI, que ya analiza la NOM 035 en espacios de trabajo.
E l entorno es capaz de producir cambios en el cerebro y modificar o predisponer las conductas humanas, por ello ahora los patrones deben poner énfasis en la salud de sus espacios de trabajo, pues la Norma Oficial Mexicana 035, que entró en vigor en octubre, ya analiza los factores de riesgo psicosocial en el trabajo.
Uno de los factores que contempla la NOM 035 es la condición del ambiente laboral, que la Secretaría de Trabajo y Previsión Social considera representa un riesgo psicosocial para el trabajador. La razón es que “mientras que el cerebro controla nuestro comportamiento y los genes la estructura del cerebro, el entorno puede modular la función de los genes y, en última instancia, la estructura cerebral”, según una investigación del Instituto Salk de Estudios Biológicos, liderado por el doctor Fred Gage.
Ejemplo de esto son las grandes catedrales de Europa, de América Central y del Sur, y los templos orientales del siglo V, que causan una conexión espiritual. En cambio, las viviendas públicas de bajos ingresos son entornos donde, comúnmente, prevalece el crimen, la enfermedad y la pérdida de la esperanza.
El entorno social resulta determinante en la manera en la que actúa la población, pero la arquitectura también es un factor que influye en su percepción, detalla el doctor Frederick Marks, presidente de la Academia de Neurociencias para la Arquitectura en San Diego.
Diseño, un corrector neuronal
Esta conjetura ha dado pie a estudiar cómo los espacios pueden ayudar a las personas a mejorar su salud mental. Si los entornos influyen en el cerebro de manera positiva y negativa, con las características adecuadas podrían “corregir” la actividad neuronal.
El arquitecto Juan Carlos Baumgartner explica que, a través de los estímulos correctos, brindados por el diseño de interiores, algunas
enfermedades, como la ansiedad o la depresión, podrían aminorarse.
Si las construcciones comenzarán a basarse en la neurociencia, habría menos estrés en el mundo y más personas felices, dice Baumgartner en entrevista con Obras.
Esa hipótesis es apoyada por el doctor Frederick Marks: “El sector de la arquitectura que ha tomado el mayor interés en recopilar datos científicos sobre el comportamiento humano es el de atención médica”. Pues existe preocupación por reducir el estrés y los errores médicos de los cuidadores, y mejorar los resultados de salud en pacientes en hospitales, centros psiquiátricos, y prevenirlo desde los espacios de trabajo.
Aunque la investigación enfocada en las características de las edificaciones que pueden ayudar a la cura de enfermedades se ha extendido, y abarca temas como los espacios abiertos, la altura de techos y el uso de colores,“no se puede determinar ‘científicamente’ cómo y en qué medida el entorno nos afecta. Sabemos que tiene mucho que ver con nuestro ánimo y psicopatologías, pero no es una condición simplemente determinable”, advierte el historiador de la Arquitectura Alberto Pérez-gómez.
Sin embargo, admite que algunas cosas se pueden “medir’, como las condiciones de “confort” de algunas configuraciones urbanas.
Tanto los entornos naturales como los construidos tienen estadísticas medibles y es posible cuantificar cosas simples que afectan al cerebro humano, como las distribuciones de frecuencia de los colores, figuras y orientaciones, comenta Marks.
“La escala, las proporciones y las geometrías son tan importantes como la necesidad de tener un espacio libre de toxinas y con controles de temperatura, humedad, acústica e iluminación”, agrega.
Descubrir el poder de los diseños
“Ahora, los arquitectos no tenemos sólo la responsabilidad de crear espacios bonitos y funcionales; debemos pensar en cómo influirán en el cerebro”, destaca Baumgartner.
No sólo debemos crear espacios bonitos y funcionales, sino pensar en cómo influirán en la mente.
Escuelas, oficinas, hospitales y viviendas son sólo algunos de los entornos que necesitan diseños específicos para que cumplan sus funciones a cabalidad, mientras influyen de manera positiva en los usuarios.
Sin embargo, son pocos los despachos de arquitectura que han adoptado esta ciencia para diseñar. En México, HKS y Space son algunas de las firmas arquitectónicas que la toman en cuenta a la hora de realizar construcciones e interiorismo.
Pero hay empresas que, aunque no diseñan pensando en la neuroarquitectura como tal, han ideado espacios planeados para mejorar la calidad de vida de las personas, lo que ha provocado mejoras en su rendimiento.
Uno de los sectores más preocupados por estos temas es el de las oficinas: las firmas y los arquitectos comprendieron que las luces blancas, los escritorios amontonados y los colores grisáceos no beneficiaban, de ninguna manera, a los trabajadores que tenían que interactuar dentro de esos espacios.
En respuesta, los especialistas han creado lugares colaborativos, abiertos, con estímulos visuales y táctiles.
Uno de esos espacios es We Work, firma de espacios de coworking que, en poco tiempo, se ha colocado como la número en este rubro en México, y cuyo distintivo, justamente, es su diseño interior.
“Crear espacios que realmente nos ofrezcan posibilidades más allá de simplemente estar en un cubículo o de tener un reloj checador en el que tienes que marcar cada vez que entras y cada vez que sales”, es una de sus estrategias descritas por su director general en México, Álvaro Villar.
Y agrega que una de las líneas es “diseñar espacios más ‘hogareños’, en donde los empleados se sientan cómodos y se libere su creatividad. Además de fomentar la comunicación con los miembros de su empresa y otras personas, para mejorar la convivencia”.