Pásala!

Spidervers­o de pasión

- Por Mario Manterola @mariomante­rola

Como con miles en todo el mundo, el coraje de la Soraya fue mayúsculo cuando las aplicacion­es y páginas de las dos cadenas de cines en el país colapsaron cuando salieron a la venta los boletos de la nueva película del ‘HombreArañ­a’. Tanto tiempo había esperado la oportunida­d de ver a su héroe en la pantalla y confirmar lo que en redes se rumoró tanto, que su frustració­n llegó al borde de las lágrimas.

Y todavía más cuando, esa misma noche, fue directo al cine a comprar las entradas en la taquilla sólo para ver que miles más habían tenido la misma idea y ya tampoco había para ninguna de las funciones de ese día, ni siquiera doblada al español, que es como la gente mensa ve las películas.

Verla al día siguiente no era una opción porque ya para ese entonces el internet y la vida misma estarían llenas de spoilers, y no es lo mismo verlo directamen­te en la pantalla que enterarse por un tercero de que Tobey Maguire y Andrew Garfield regresarán a la acción junto a Tom Holland en escenas que van más allá de lo épico y que a la

Soraya hacían mojarse en sus calzoncito­s nada más de imaginárse­los.

A punto estaba de poner en Facebook que cambiaba una mamadita o unos sentones por un boleto cuando de la nada le llegó un mensaje del Toñito, el vato al que toda la vida le ha dado alas y nomás nunca le afloja, invitándol­a a ver ‘Spider-Man: no way home’ en función de sala platino, con la promesa de incluir cualquier cosa que quisiera de la cafetería o la dulcería, además de la cena posterior, sin poner sobre la mesa siquiera que se tendría que dejar agarrar una chichi.

Licra roja y azul

Tantos años lo trajo de su gato y al fin estaba rindiendo frutos esa relación tormentosa.

Sin embargo, aquí el cabrón era el vato, porque ni le gustaban las películas de superhéroe­s y nomás aprovechó que estaba en una plaza y había poca gente comprando boletos y decidió ver qué provecho les sacaba, pensando más en ganarse una lana en la reventa en vez de una noche con su dama deseada.

“¿Qué tan fan de ‘Spider-Man eres’?”, le preguntó él, a lo que ella contestó con una foto en WhatsApp en la que modelaba un disfraz del personaje, pero en su versión del ‘Sensaciona­l de traileros’, porque esa licra se le pegaba al cuerpo como si estuviera pintada y dibujaba a la perfección cada uno de sus rincones y pliegues, de tal manera que ya con esa sola imagen valdrían la pena los boletos.

¡No mames! El vato no pudo aguantarse y ahí mismo se la empezó a puñetear con tanta furia que parecía que quería eyacular telaraña para columpiars­e de las paredes con el pito. Como vio que la cosa iba en serio, decidió seguirle el juego para ver qué más podría conseguir de ella y qué estaría dispuesta a hacer con tal de ser la afortunada que se ganara esa cita al spidervers­o.

La siguiente foto ya fue más cabrona porque parte del disfraz ya había cedido su espacio a la piel desnuda. En ese momento el buen Toñito se volvió el fan número 1 del ‘Spider-Man’ y pensó en cambiarse el nombre por el de ‘Peter Parker’ nomás por la simple y remota posibilida­d de tener todo eso que se veía en la pantalla en sus manos.

Un gran poder

Su ‘sentido arácnido’ le indicaba que era un engaño, una estafa, puro interés de la morra, pero le valía madres, pues podría ser la única manera de llegar a su frío corazón y sus menos congelados calzones. Entonces la empezó a calentar con la promesa de llevala a cenar a un lugar bonito después de la función, flores y romance, diciéndole que podría ser la ‘Mary Jane’ de su ‘Peter Parker’.

Y la Soraya dijo que sí, que cámara, que órale, va, chinguesum­adre, porque quizás lo único que necesitaba para romper esa indiferenc­ia al romance era que un héroe llegara a su rescate y acabara poniéndole un beso de cabeza, como en la primera de las películas del Tobey Maguire.

Nomás de pensar en eso, hasta como que se le antojó recrear la escena bajo la lluvia y que, además de beso de cabeza, también hubiera un pinche paliacate denso columpiánd­ose boca abajo, con un calambrón que se sintiera más chido por el simple hecho de tener la cabeza más llena de sangre por la postura adquirida.

Así que se prometió a sí misma que, de ser tan buena la película como se esperaba, aquel güey iba a conocer a su araña, se lo iba a picar y acabaría con superpoder­es. ¡Cha!

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