FERNANDA LA DEL BARRIO NO HAY MAL QUE DURE 100 AÑOS

Una señora perdió a su esposo y luego su hija fue asesinada por su pareja, por fortuna, ahora el feminicida ya fue detenido y espera sentencia; lo único malo es que tiene a tres nietecitos a quienes mantener

La primera vez que me encontré con la señora

Yolanda yo estaba cubriendo una feria en la macroplaza de Iztapalapa. Productor y camarógrafo me urgían a seguir caminando, cuando varias personas se me acercaron para consultarme canalizaciones o algún otro tipo de ayuda.

Doña Yolanda apenas podía hablar por las lágrimas, me preguntó quién podía ayudarla, pues necesitaba urgentemente mejorar su economía ya que de pronto la vida le había dejado a cargo de sus tres nietos.

Desamparada

Recuerdo haberle preguntado si tenía la edad suficiente como para pedir el apoyo de Bienestar o sí le habían heredado alguna pensión del Seguro Social, a todo me contestó de forma negativa. Prometí buscar alguna opción que fuese más viable. Mi productor tomó sus datos. Y no fue sino hasta hace dos semanas que la volví a ver de frente y conocí la historia en su totalidad.

Doña Yolanda es una abuela joven que vive en dos cuartos chiquititos en un terrenito donde toda la familia construyó allá en Iztapalapa, por la colonia Progreso.

Ese cuartito con una cama, un ropero sin puerta, que cubre el contenido con una cortinita y una cocina diminuta, serían ‘suficiente’ a duras penas, para ella solita después del fallecimiento de su marido tras una larga enfermedad, pero su hija llegó a refugiarse con dos de sus hijos después de que su marido, celopata en extremo, la golpeara y amenazara. Una y otra vez llegó a ese lugar la hija en un mar de llanto. Y una y otra vez, regresó con el golpeador, pues temía que él pudiera arrebatarle a sus hijos.

Nunca se atrevieron a levantar un acta por violencia doméstica. Es más, ella se volvió embarazar. El detonante en la cabeza de este joven violento era el argumento de que ella lo engañaba. Y como suele suceder en estos casos el único era el golpeador.

Círculo de violencia

Este círculo de violencia en donde las parejas se reconcilian, vuelven a pelear. Hay golpes y amenazas mayores… se habría repetido al infinito, y no ser porque un día terminó por matar a balazos a su mujer.

El hermano de este tipo secundó con otros tantos tiros al cuerpo de la muchacha.

Todo ante los atónitos ojos del niño más grandecito que en ese entonces tenía seis años imagínense presenciar el asesinato de su madre a manos de su propio papá y de su tío.

Ambos asesinos se dieron a la fuga. La madre de la víctima, doña Yolanda, se llevó de inmediato a su casa a los dos niños y una niña. Y empezó a trabajar su pena con una tanatóloga, mientras buscaba cómo conseguir dinero para darle de comer a los pequeños y por supuesto llevar a la cárcel a los culpables.

Los hermanos de la señora ayudan con un poco, pero en realidad doña Yolanda decidió poner una mesita destartalada afuera de la entrada de su casa donde oferta dulces que sinceramente no llaman mucho la atención. Del otro lado, al parecer otro pariente vende juguetitos y zapatitos para infantes.

El tío fue detenido casi inmediatamente y ya acaba de ser condenado a 64 años de cárcel. El padre de los niños desapareció durante un año (apoyado por su familia) y seguramente pensó qué ya nadie lo buscaría por su delito, pero ¡estaba muy equivocado!

A pagar los malditos

Comprobamos que no todos son fallas en nuestro sistema de justicia. Al llegar a la CDMX fue detenido y ahora espera sentencia.

Sin embargo, más allá de la situación económica, me quedé muy preocupada por los pequeños que sólo recibieron unas cuantas semanas de apoyo psicológico por parte del Gobierno.

El más pequeño es de risa fácil y tal vez no recuerda todo el viacrucis. El más grandecito y testigo de los hechos es muy calladito y en todo momento apoya a sus hermanitos. Muy arregladita y con una estatura mayor al promedio de su edad tiene la tristeza arraigada en sus ojos. Nunca vi en su rostro ni el menor asomo de una sonrisa. Y éso, no creo que lo tomen en cuenta los jueces a la hora de aplicar su justicia.