Soñar que soñamos un México mejor
Alas 5:28 am desperté como siempre en estos tiempos de pandemia. Desde marzo del año pasado el encuentro con la mañana fue de ansiedad e incertidumbre. Dos temas nos mantuvieron intranquilos: el COVID-19 y las políticas de Andrés Manuel López Obrador.
En ocasiones temíamos más al virus porque no sabíamos la profundidad del problema; otras veces lo que más nos preocupaba era el destino impredecible de la Nación. La gran pregunta en las clases medias era si México avanzaba hacia un sistema totalitario como el de Venezuela o el de Cuba. La concentración de poder en López Obrador era una nube negra sobre nuestras cabezas, sobre nuestro destino.
Sabemos que la epidemia pasaría a pesar de todo, pero no conocíamos el destino del país con un gobierno extraviado entre el odio y la desesperanza. Nos anunciaron una gran transformación llamada 4T y propagaron un evangelio oscuro sobre el cambio que México necesitaba. Hoy nadie comprende cuál es la estrategia. Por eso no queríamos dormir y encontrar una y otra vez durante la noche las pesadillas que alberga nuestro subconsciente.
Algo sucedió la noche del sábado. Soñé que en la CDMX charlaba con José Antonio Meade sobre el futuro del país. Hace poco más de tres años conocí al candidato independiente que encabezaba al PRI en la contienda electoral. Meade sabía que la elección estaba perdida por las encuestas. Poco podía hacer ante el tsunami de Morena. Después de varias charlas supe que era la persona idónea para la presidencia de la República. Un hombre honesto, preparado y ejemplo de lo mejor que el país puede tener como funcionario público. Un “aspiracionista” que había dado frutos extraordinarios en todos los puestos que le habían conferido gobiernos del PAN y del PRI.
En el sueño, sugería a “Pepe Toño” que debíamos congregar a las mentes más inteligentes de México para plantear nuestro futuro. Un cambio de ruta en la conversación nacional. Mientras los partidos y los líderes políticos combaten, deberíamos plantear soluciones para el país. La Alianza por México debe trascender. La lucha contra el autoritarismo y el esfuerzo por mantener la integridad de las instituciones dio frutos en la elección del 6 de junio. ¿Qué sigue?
Imaginé la convergencia de ideas de las mujeres y los hombres más preparados para diseñar la estrategia del éxito futuro: el país tiene que crecer a como dé lugar; debe recuperar la paz, combatir la impunidad y educar a las próximas generaciones para que podamos competir en el mundo globalizado.
Los resultados de la elección fueron un bálsamo para aliviar la ansiedad y la angustia de los primeros años de la administración. Ahora podemos dormir serenos. La intentona real o ficticia de la reelección quedó atrás. López Obrador se irá el 30 de septiembre del 2024. Aunque dice que “no quiere reelegirse”, la verdad es que no está en su potestad hacerlo. Los ciudadanos jamás permitirán la ruptura constitucional. El “sufragio efectivo y la no reelección” es la roca que sostiene a todas nuestras instituciones. La tentación totalitaria fue desechada el 6 de junio.
El sueño ahora es plantear el futuro que todos deseamos. Contra la opinión de algunos, hay líderes y pensadores que pueden plantear la estrategia y el futuro. Mentes claras como la de Juan Carlos Romero, Enrique De la Madrid, Ricardo Anaya, Beatriz Paredes, Germán Martínez, Margarita Zavala, Porfirio Muñoz Ledo y decenas más, pueden discutir y diseñar la estrategia y el destino del país hacia la prosperidad, la igualdad y la paz que tanto anhelamos.