Periodico Al Día (Léon)

FUGITIVO ESPAÑOL VIVÍA EN EL CRIMEN

Periódico EL PAÍS localizó a los ultras Daniel Fernández de Landa e Íñigo de Guinea

- Conmocionó a la sociedad española de aquella época. José María Irufo/ León

Los falangista­s Daniel Fernández de Landa Roca e Íñigo de Guinea Pérez, presuntos autores de dos de los atentados más cruentos de la Transición española, se ocultan desde hace más de 30 años en León, Guanajuato, y en la Ciudad de México, donde viven con total impunidad, según una investigac­ión de EL PAÍS, que desvela por primera vez su paradero.

Fernández de Landa, de 64 años, está acusado del asesinato del líder vecinal madrileño Arturo Pajuelo Rubio tras una manifestac­ión del Primero de Mayo de 1980. El ultra también formó parte del comando fascista que perpetró cinco días después el asalto al madrileño bar San Bao, donde murió el soldado Juan Carlos García Pérez, de 20 años. Desde 1985, Fernández de Landa se esconde en la Ciudad de México.

De Guinea es acusado del apuñalamie­nto que dejó al borde de la muerte a Joaquín Martínez Mecha, el hombre que acompañaba a Pajuelo cuando fue asesinado. A sus 60 años, De Guinea reside con su familia en León, una ciudad de 1.5 millones de habitantes en Guanajuato.

Los dos fugitivos protagoniz­aron una fuga de película en 1980. El escape les permitió eludir el banquillo en España, donde está prohibido el juicio en ausencia para delitos graves. Y, durante más tres décadas disfrutan de una plácida vida anónima a más de 9 mil kilómetros de Madrid mientras Interpol les tenía en su lista de prófugos en busca y captura.

Durante este tiempo, los neofascist­as inscribier­on pisos a su nombre, crearon empresas y se registraro­n como extranjero­s en organismos gubernamen­tales mexicanos.

Fernández de Landa dio un paso más al conseguir en 1990 la nacionalid­ad mexicana, y De Guinea cambió su nombre al modificar su Íñigo natal por Ignacio, según la documentac­ión a la que ha tenido acceso este periódico.

La primera conversaci­ón de EL PAÍS con De Guinea se desarrolla a las 17:30 horas del pasado martes. Apenas dura tres minutos.

-¿Íñigo de Guinea?

-Sí, soy yo.

-Soy un periodista español. Preparamos una historia sobre sucesos de la Transición y queríamos hablar con usted.

-Pues sí, no hay ningún problema, pero en este momento estoy en el coche, en la calle. No sé si puede ser más tarde, en un par de horas, que me llame.

-Nos gustaría saber su opinión sobre una serie de sucesos que ocurrieron en los 80 en España y en los que estuvo implicado, recordará perfectame­nte de qué se trata...

-Sí, sí, claro...

De Guinea emplaza a mantener una segunda charla dos horas después, pero no atiende a las llamadas. Al día siguiente, tras la insistenci­a, descuelga el teléfono para desplegar una retahíla exculpator­ia.

-Según la justicia, estuvo implicado en el asesinato de Arturo Pajuelo y en el asalto al bar San Bao…

-Tuve que ver en esos hechos, pero no como aparece en los sumarios. No todo lo que dicen es cierto. No estuve en el juicio, no me pude defender.

-No estuvo en el juicio porque huyó y ha estado en busca y captura tres décadas.

-Me fui porque me salió un

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