Nadie se va, todos ayudan
Dar un paso por cualquier calle afectada en la Ciudad de México llegaba acompañado de un: “¿Ya comió? ¿Quiere agua? ¿Le hace falta cubre boca? ¿Quiere una torta?”.
Muchos ciudadanos que no fueron afectados por el terremoto decidieron a apoyar en las zonas de desastre. Nadie estaba de más, cualquier actividad era igual de importante.
La esquina de Emiliano Zapata con El Peten, colonia Santa Cruz Atoyac, estaba llena y eran las 3:00 de la mañana, el frío no calaba, pero la tierra entraba en los ojos y hacía toser.
Imposible caminar sin impresión, sin voltear a cada lado, sin toparte con botes de agua. Un edificio de 12 departamentos y 7 pisos colapsó en apenas 20 segundos, lo que no dio oportunidad a que las familias salieran, como los suegros de Carlos Silva, quien estaba tranquilo o resignado, o quizá con fe de que salgan con vida.
Nadie se va, unos se sientan a esperar turno de pasar cubetas en interminables cadenas, otros tienen horas parados tomando una cuerda para cercar la zona y evitar descontrol.
Eso sí, hay tristeza, pero los ojos se iluminan cuando se escucha el sonar el pito de un rescatista y corre un “shhh”, han escuchado a alguien, alguien ya pidió ayuda, ¡alguien está vivo!, todos levantan el puño para callar a los despistados.
Pero la escena se repite hasta 20 veces en una hora, eso es lo que mantiene la esperanza. Una familia visitó varios lugares para ayudar y al llegar a Santa Cruz se pusieron a quitar escombros
Nadie sintió la mañana caer, el trabajo era el mismo y cada uno tenía tareas asignadas: cuidar las pertenencias, recibir víveres y a las cientos de personas que no se cansaban de llegar y poner manos a la obra, porque hay muchas vidas que salvar.
SE VINO ABAJO APOYAN EN FAMILIA