NARRA ALUMNO CÓMO FUE SU ESCAPE
Su maestra favorita, el conserje que siempre era amable con los niños, las celadoras que recorrían los pasillos y saludaban a los alumnos en la puerta cada mañana y la hermana menor de su mejor amiga.
Todos han muerto o desaparecido bajo los escombros del colegio privado en la Ciudad de México al que asistía Luis Carlos Herrera Tomé.
La escuela Enrique Rébsamen, a la que fue durante ocho años, se derrumbó a su alrededor en medio del terremoto de 7,1 grados de magnitud que sacudió la ciudad el martes.
Recordó que estaba en la clase de inglés el martes cuando todo comenzó a moverse. Se dirigió a la puerta dejando su mochila, libros y lápices detrás. Primero fue hacia la escalera principal de la escuela, una estructura de concreto que daba al frente del edificio.
“Vi que empezó a romperse el techito entonces me doy la vuelta... agarré a mis amigos y nos vinimos corriendo” mientras el edificio se sacudía violentamente, relató.
“Se movía mucho. Me agarré y bajé como cinco escalones en un jalón. Fue muy complicado bajar”, agregó.
Su hermano menor, José Raúl Herrera Tomé, se encontraba en un aula en un edificio adjunto al que estaba su hermano mayor. El pequeño de siete años le dijo a su madre más tarde que un compañero de clase fue el primero en gritar “¡Está temblando!”.
José Raúl también corrió primero hacia la gran escalera del frente de la escuela, pero se detuvo cuando vio que empezaba a desmoronarse. Volvió al aula y esperó allí con sus compañeros hasta que cesaron las sacudidas.
Cuando los hermanos finalmente se encontraron afuera de la escuela se abrazaron.
“Lloramos. Era mi única más grande preocupación”, dijo el mayor.