Periódico AM Express (Guanajuato)
El debate por Macondo
Imagino a los candidatos con un costal enorme cada uno. Cargan sus frases, sus declaraciones y sus circunstancias. Dos de ellos, los más viejos, parecen salidos de un cuento de Gabriel García Márquez.
Uno es un caudillo que piensa transformar todo con su sola presencia y quiere, de un plumazo vender un avión a Trump, porque es más caro que el Air Force One. (Falso).
Andrés Manuel López Obrador habla tan pausado que el traductor de “lenguaje para discapacitados” hace las señas como ritual de Tai Chi, según se le ocurrió a un ciudadano de Macondo. El mismo Papa será consultado para pacificar al País, para traer la paz al atribulado cementerio en que se ha convertido México. El caudillo bajará salarios a la alta burocracia para repartir entre los pobres. Sin cuentas y con cuentos, engatusa y capitaliza el resentimiento popular. Además repele el liberalismo económico. El peso tiembla.
“El Bronco” Jaime Rodríguez pide “mocharle las manos a los rateros”, sobre todo a los del gobierno. En su costal carga el robo de miles de registros falsos para su campaña independiente. Más tarda en decirlo que en aparecer su imagen con los brazos mutilados en múltiples memes que corren por las redes sociales, esas mismas que utilizó para llegar a la gubernatura de Nuevo León. Cortar las manos. Lo dijo en serio, como si el País necesitara traer las leyes del Islam. Un remedio mágico para evitar la corrupción.
Aparece el “Joven Maravilla” Ricardo Anaya, quien podría ser el avispado personaje del Correcaminos. Bip bip. Con la tarea bien hecha, saca sus pancartas con las contradicciones de “El Peje”, quien es el líder a rebasar. Hace públicas las tonterías tropicales, las groseras mentiras y la falta de honestidad intelectual del tabasqueño quien tiene la tarea de no contestar.
El que parece ser o es el más transparente y honesto de todos, arrastra en su costal la historia más horrorosa del siglo, la corrupción del PRI, desde el presidente de la República, hasta los gobernadores, las estafas maestras y Odebrecht. Mientras predica su claridad en 7 de 7, el “Joven Maravilla” le recita otras 7 en la lista de grandes corruptelas del sexenio.
Margarita, la de la buena intención, la de historia intachable, también carga un costal de plomo, en él lleva a su marido y su sexenio de muerte y corrupción esquivada (se acuerdan de Oliva). Por desgracia se le dificulta articular un discurso y enfila sus baterías contra el joven del “PRD”, Ricardo Anaya, quien la sacó del camino a la candidatura de su amado PAN.
En el transcurso de la transmisión, dos chicas avispadas preguntan sin tapujos, respaldadas por el INE, la institución independiente que hoy realiza las elecciones. Ellas sí son del mundo real e interpretan bien las preguntas que quisiéramos hacerles a los candidatos. Ellas ponen en la mesa la desgracia de Odebrecht, la Estafa Maestra y la corrupción que va, desde Peña Nieto y su Casa Blanca, hasta el insultante caso de Javier Duarte.
Pepe Toño Meade hace que Anaya muestre su costal, donde lleva 54 millones de pesos en la venta de una bodega a través de prestanombres y empresas fachada. El “Joven Maravilla” se defiende pero no aclara cómo su “estilo de vida” supera sus ingresos.
Los candidatos son una muestra fiel de todas las contradicciones políticas, sociales y económicas de nuestro país. Son parte de esa realidad mágica donde lo que parece no es y lo que es, se esconde. Anaya dominó el encuentro pero eso no es suficiente. Si las encuestas se mantienen, quiere decir que los personajes de Macondo somos todos nosotros, quienes vemos a los contendientes a imagen y semejanza de nuestros sueños y delirios. México somos todos.