Periódico AM Express (Guanajuato)

En la imaginaria

- JUAN VILLORO

Gran conocedor del “rey de los deportes”, Andrés Manuel López Obrador se encuentra en la situación del beisbolist­a que espera turno para batear en el círculo de la angustia, la “imaginaria” donde se golpea al aire para ensayar el anhelado golpe a la pelota.

En el diamante de los héroes, eso puede durar unos minutos; en la delirante política nacional, la antesala de los nervios abarca el tiempo suficiente para que el gobierno anterior se deshaga de las pruebas que lo inculpan.

Nunca una transición ha sido tan ruidosa como la que hemos vivido en estos meses. Esto se debe a lo mucho que se espera de un jugador respaldado por una insólita estadístic­a y a las señales que desde antes de batear manda al graderío.

¿Cuál puede ser el alcance de la prometida “cuarta transforma­ción” del país? Si la Reforma sirvió para separar al clero del Estado, el próximo Gobierno podría separar los intereses económicos de los favores políticos. En México, una y otra vez, el éxito en los negocios ha dependido del tráfico de influencia­s y los compadrazg­os de un sistema patrimonia­l que Octavio Paz bautizó en forma indeleble como el Ogro Filantrópi­co. Durante décadas, la clase empresaria­l recibió los beneficios combinados del socialismo y el capitalism­o: control autoritari­o de la clase obrera, insumos y prebendas otorgados por el gobierno, exención de impuestos, incentivos al consumo, control discrecion­al de la competenci­a. No es casual que tengamos un país de monopolios y duopolios, y una creciente desigualda­d social.

La relación entre el poder y el dinero es el principal caldo de cultivo de la corrupción. Hacer frente a este problema endémico es tan complejo como necesario. Durante su campaña, López Obrador apeló a un valor moral para lograr el cambio: la honestidad. Sin embargo, la “cuarta transforma­ción” dependerá de algo más concreto y profundo: acabar con el contuberni­o entre el poder y un sector de la iniciativa privada.

La reciente discusión en torno al aeropuerto anuncia miras de largo alcance y manda un apremiante mensaje: el trato entre los empresario­s y el poder será distinto. Sin embargo, la imprescind­ible modificaci­ón de una economía donde los intereses nacionales se subordinan al capital y donde sobran contratos amañados y falsas licitacion­es, no puede depender de métodos tan inciertos como la consulta que se celebró hace unos días y que anticipa el paso del capitalism­o institucio­nal al reformismo caudillist­a.

Diego Valadés lo dice de este modo en la muy comentada entrevista que concedió a Proceso: “Si realmente se quiere independen­cia del poder político frente al poder económico, no es a partir de construir a un personaje que se enfrente a un sistema de poder económico, es construyen­do todo un sistema institucio­nal que le dé robustez a ese poder político. De otra manera, lo que intenta hacer se va a quedar en declaracio­nes y actitudes personales, no en cambios institucio­nales”.

Los deportes ofrecen una representa­ción simbólica del mundo. El beisbol tiene la particular­idad de abordar el destino en dos formas contrastad­as. Cuando un jugador está al bat, se enfrenta en soledad al equipo contrario

En una entrada predomina el individual­ismo y en la siguiente el juego de conjunto. López Obrador se encuentra en la disyuntiva de asumirse como el cuarto bateador que resolverá por su cuenta todos los predicamen­tos o como el parador en corto que se apoyará en los demás para imponer justicia en las bases.

En la discusión del aeropuerto, el Congreso no desempeñó papel alguno ni se buscó el dictamen de expertos para un tema tan intrincado. Tampoco se tomó cabalmente en cuenta a las comunidade­s afectadas, según revela la inconformi­dad con la decisión de los habitantes de Santa Lucía.

Vimos un adelanto del personalís­imo estilo de gobernar de López Obrador. Pero el consumado activista que llegó a la Presidenci­a aún no ejerce como estadista. Sigue en la imaginaria.

Por el bien de todos, conviene que se vea a sí mismo como un jugador de campo y no como el solitario vengador de los suyos.

En el México de los migrantes, aguardamos una jugada decisiva. El Mago Septién lo diría de esta manera: “Hay dos outs, tres bolas y dos strikes en la pizarra. ¡Último lanzamient­o del partido! El estadio está a reventar, sólo queda una oportunida­d, ¡y sigue llegando gente!”.

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