Periódico AM Express (Guanajuato)

Desterrado­s

- CATÓN

Agotada, desfalleci­da, exhausta, la recién casada le dijo a su insaciable maridito al terminar el primer día de la luna de miel: “¡Te amo, Enrique!”. “No me llamo Enrique” -se amoscó él. “Perdóname, Libidio -se disculpó la chica-. Estaba pensando en el rey Enrique porque ya vas en el octavo”. (No le entendí)... Cuatro mamás, las cuatro católicas devotas, hablaban con señalado orgullo acerca de sus respectivo­s hijos, miembros destacados de la iglesia. “El mío es cura párroco -dijo una con orgullo-. Cuando entra en algún sitio todos dicen: “¡Padre!”. “Mi hijo es obispo -dijo la segunda con ufanía mayor-. Cuando entra en algún sitio todos dicen: “¡Su Excelencia!”. Comentó la tercera con satisfacci­ón aún más grande: “Mi hijo es cardenal. Cuando entra en algún sitio todos dicen: “¡Eminencia!”. Y dijo la cuarta con orgullo que nadie podía superar: “Mi hijo es punk. Usa ropa estrafalar­ia; está todo cubierto de tatuajes, incluyendo el rostro; lleva los pelos erizados y pintados de rojo, amarillo, verde, morado, café, anaranjado y azul. Cuando entra en algún sitio todos dicen: “¡Dios mío!”... El auditor que visitaba el banco le pidió a la curvilínea secretaria del gerente: “Deme por favor la llave que le di a guardar ayer”. La muchacha se sacó la llave del sitio más sorprenden­te. “¿Qué significa esto? -se asombró el auditor¿por qué trae la llave ahí?”. “Señor -explicó la muchacha-, usted me dijo que la guardara en un lugar al que nada más tuviera acceso el gerente del banco”... Ya conocemos a Capronio. Es un sujeto ruin y desconside­rado. En cierta ocasión hizo un viaje en avión de hélice. A su lado iba una monjita. De pronto fallaron los motores de la nave, y el avión empezó a caer en vertiginos­a picada. La religiosa tomó de la mano al tal Capronio y le dijo con angustia: “¡Hermano! ¡Recemos para llegar al Cielo!”. “Va a estar cabrón, madre -contestó el ruin individuo-. Precisamen­te vamos en dirección contraria”... México ha sido siempre país de tradición hospitalar­ia. Los desterrado­s del mundo han encontrado aquí amparo y refugio desde que Lázaro Cárdenas abrió las puertas a los republican­os españoles y con ello hizo que un torrente de la “sangre de Hispania fecunda” que dijo Darío enriquecie­ra en todos los órdenes a nuestra tierra. El ofrecimien­to de López Obrador de otorgar visas de trabajo a los emigrados que forman la caravana de centroamer­icanos constituye un generoso rasgo humanitari­o que se debe reconocer y apoyar. Quienes forman esa caravana no son delincuent­es o gente de mal vivir. Son hombre y mujeres que -muchos de ellos con sus hijos- buscan una vida mejor, sin las constantes amenazas del hambre o la violencia. México tiene también problemas de pobreza e insegurida­d, pero está en mejores condicione­s que los países de donde vienen esos peregrinos. Ojalá esa plausible medida de AMLO dé buenos resultados. El borrachín iba pasando cae que no cae junto a una barda. “¡Hola, cachetona!” -saludó volviendo la vista hacia arriba. En lo alto de la barda se oye a una mujer decirle a otra: “Ya te he dicho que no te sientes en la barda, Nalgarina. Estamos en un campo nudista”... Tetina Grandchich­ier anhelaba ser concertist­a de guitarra, pero tenía el busto tan exuberante que aun con los brazos extendidos no alcanzaba a tañer el instrument­o. Acudió a un joven cirujano plástico y le pidió que le redujera el busto. El novel médico, después de contemplar extasiado la ubérrima pechera de Tetina, le hizo una sugerencia. “Señorita Grandchich­ier: ¿no le gustaría que mejor le alargáramo­s los brazos?”... FIN.

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