Periódico AM Express (San Francisco del Ricón)

Visión equivocada (segunda edición)

ENRIQUE GÓMEZ OROZCO

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Hace mes y medio escribía sobre los problemas que enfrentará­n las grandes compañías nacionales ante la pandemia. El tema venía a cuento porque en el ánimo de López Obrador no estaba ni está apoyar a los dueños de las empresas, “como se había hecho en el pasado”.

Las ayudas son a los pobres, “a los de abajo”.

El Presidente lo repite una y cien veces y asegura que ese modelo económico es original de México. Nada que ver con las naciones ricas que inyectan recursos o prestan dinero a sus grandes empresas. Tomemos de nuevo el ejemplo de Aeroméxico. Lo podemos comparar con las líneas con las que se disputa el tráfico aéreo internacio­nal de pasajeros.

Con sus ventas reducidas hasta en un 90 por ciento, el golpe a sus finanzas fue demoledor. A sus ejecutivos les bajaron el sueldo un 50 por ciento y pronto despedirá a miles de trabajador­es, incluidos pilotos, sobrecargo­s, mecánicos y personal de base. Ayer sus acciones cayeron en un 30 por ciento en el mercado de valores por acogerse a la ley de quiebras en Estados Unidos (debe mucho a los acreedores norteameri­canos).

En todas partes comprenden la importanci­a de las aerolíneas nacionales, llamadas “bandera”. Equivale a decir que portan los colores de su patria por el mundo. Lufthansa de Alemania, Emiratos de Dubai, Qatar de Qatar o Singapur Airlines de Singapur, vuelan y atraen turismo, comercio e inversión a sus naciones. Lo mismo sucede con Aeroméxico.

La cantidad de recursos que invierten los gobiernos para que no se hundan es impresiona­nte. Singapur le puso 13 mil millones de dólares a la mejor línea aérea. Alemania apoyó a Lufthansa con cantidades similares y en Estados Unidos respaldaro­n a Delta, American Airlines y United. Todas se formaron para recibir 58 mil millones de dólares en apoyos. Emiratos, la línea más grande del mundo y orgullo de Dubai, tuvo que recibir mayor ayuda de la que normalment­e le otorga su gobierno en subsidios.

Y no es que el Emir esté tonto y quiera financiar a los ricos que viajan en sus maravillos­os Airbus 380 y Boeings 777, o que le sobre el dinero. Dubai creó Emiratos y su línea construyó la prosperida­d turística y económica de esa ciudad. Convirtier­on un desierto en un oasis pujante y próspero. Siguieron el modelo de Singapur Airlines que construyó la riqueza de esa nación a partir del mejor servicio aéreo mundial.

Según el Financial Times la industria aérea global, “quemará durante el segundo trimestre del año 61 mil millones de dólares de sus reservas y dejará de recibir ingresos este año por 250 mil millones”. Las pérdidas serán enormes.

Aeroméxico, como todas las empresas del país, no pertenecen únicamente a sus inversioni­stas. Son parte del patrimonio nacional porque en ellas se genera riqueza, empleo, impuestos y el verdadero bienestar de un ingreso formal. ¿De dónde saldrán los recursos futuros para atender las necesidade­s crecientes de pensiones, salud, educación e infraestru­ctura?

En esta hora crítica para el país y sus empresas es indispensa­ble encontrar caminos para preservar el empleo y cimentar la recuperaci­ón futura. La única ruta para lograrlo es con grandes inyeccione­s de dinero a la economía en su conjunto y con el salvamento de compañías clave como Aeroméxico.

(Continuará)

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