Periódico AM Express (San Francisco del Ricón)
Aceptar nuestra comunidad
Es importante reconocer, todos somos parte de nuestra comunidad, para aceptar compasión hacia nosotros mismos. Compasión es “sufrir con”, donde implica la experiencia mutua al sufrir. Las emociones que fluyen de la compasión son gracias al reconocimiento de esta experiencia mundana. La humanidad y el mundo mismo cambian constantemente y estamos a expensas del universo. Cuando estamos en contacto con nuestra humanidad, nosotros reconocemos a los sentimientos inadecuados y decepcionantes como universales. Esta es la clave para distinguir la compasión de la infelicidad. La compasión personal reconoce al sufrimiento como parte de la experiencia compartida por todos los humanos, pero la infelicidad o el sentimiento de carencia nos lleva a rechazarnos a nosotros mismos. El dolor que sentimos en tiempos difíciles es parecido al que sienten los demás en circunstancias similares. El generador es diferente, las circunstancias son diferentes, el grado de dolor es diferente, pero la experiencia, básicamente, es la misma.
Desafortunadamente, la mayoría de las personas perdemos el enfoque de lo que tenemos en común con los demás, especialmente cuando existe la vergüenza y la desigualdad. El aislamiento y separación del mundo parece ser la regla para solucionar nuestras diferencias en vez de integrarnos, reconociendo que todos tenemos situaciones similares. El enfoque más común en los humanos es lo fácil, cómodo, e ignorar a todo nuestro entorno, pero nuestra perspectiva se torna más limitada. Muchos de nosotros somos absorbidos por los sentimientos de insuficiencia e inseguridad. Cuando estamos en confinamiento, sin razón, es señal de rechazo a la humanidad. Este comportamiento es ilógico y de un tipo que genera visiones emocionales individualistas. Es un sentimiento que resulta de la humillación, equivocación y sentirse inservible.
Y si estamos viviendo experiencias dolorosas, estas no son culpa nuestra, quizá perdimos nuestro trabajo por la pandemia que azota a nuestra comunidad. Hay explicaciones lógicas, pero, los sentimientos irracionales nos llevan a creer que el resto del mundo está más feliz que nosotros y culpamos hasta al gobierno por ayudar a los demás, mientras que nosotros permanecemos derrotados, encerrados, deprimidos, sin esperanzas y entre cuatro paredes. Y si la enfermedad nos llegara a afectar, muchos vamos a creer que el enfermarnos es anormal y no debería de estar sucediendo. Es una trampa difícil de salir, el creer que ciertas situaciones o negociaciones deberían resultar perfectas, como nosotros habíamos planeado. Muchos tenemos la tendencia a creer que algo está muy mal cuando en realidad no existe evidencia de error. Pero, debemos reconocer que cuando carecemos de evidencia lógica, nuestras experiencias sólo resultan de una realidad inexistente. Si nosotros aceptáramos un enfoque completamente lógico, en cada situación, nosotros podríamos considerar que existen muchas cosas que pueden ir en diferentes direcciones en esta vida y en cualquier momento. Es inevitable, todos vamos a padecer tiempos difíciles mientras estemos vivos. Pero nosotros no tratamos de ser racionales sobre estas cosas. Todo lo contrario, nosotros sufrimos y nosotros elegimos toda la soledad para sufrir como nos gusta.
El reconocer que somos un humano más en la comunidad requiere de compasión personal para también entender y juzgar menos las inequidades de nuestros compañeros de viaje. Nuestros pensamientos, sentimientos y acciones son afectadas por factores fuera de nuestro control: la educación en familia, cultura, género y condiciones ambientales, al igual que las demandas y expectativas de otros. Pero, si tuviéramos el control absoluto sobre nuestro comportamiento, difícilmente encontraríamos personas dispuestas a sentir enojo por sus problemas, adiciones, debilidades, ansiedades o desórdenes alimenticios. Muchos de los aspectos de nuestra vida serían distintos porque nuestra vida es resultado de las circunstancias y no de nuestras elecciones intencionales. Cuando logremos reconocer la realidad, las fallas y dificultades en la vida no serán de tipo personal.
Somos todos uno y nuestros pensamientos y sentimientos no son diferentes entre nosotros. Las expectativas son prisiones que restringen nuestros deseos y afectan a aquellos cerca de nosotros. Lo ideal es liberarnos de cualquier prisión e integrarnos a los más compasivos para ser parte de todas las criaturas vivas y de toda la belleza de la naturaleza. Namaste