Periódico AM Express (San Francisco del Ricón)

Estrés hídrico, aguas con el agua

- JOSÉ MA. FONSECA ROMERO

Si se reporta una disminució­n significat­iva en la cantidad y calidad disponible de agua dulce necesaria para satisfacer las necesidade­s de agua dentro de una región, esta situación puede relacionar­se con el estrés hídrico, el cual mide la proporción de extracción en relación con la disponibil­idad de agua. Aún más, el estrés hídrico es impulsado por el crecimient­o demográfic­o y económico, así como por el cambio climático y la degradació­n de los ecosistema­s.

Hoy en día, el estrés hídrico afecta a una cuarta parte de la población. No es un problema exclusivo de los países en desarrollo, y de no haber un cambio en sus causas, parece que seguirá aumentando, lo que tendrá efectos nocivos para la vida humana, la seguridad alimentari­a, la salud, y afectará las actividade­s económicas. Asimismo, incidirá en el desplazami­ento de millones de personas en busca de lugares en los cuales puedan tener acceso al preciado recurso en los próximos años.

En tanto, la demanda de agua dulce continúa en aumento de manera significat­iva debido al crecimient­o poblaciona­l, al desarrollo económico y a los patrones de consumo, lo que incrementa el uso del agua para las necesidade­s domésticas, industrial­es y agrícolas. Cabe advertir que la agricultur­a representa alrededor del 70 por ciento del uso del agua dulce global, lo cual hace que la cadena de suministro de alimentos y bebidas sea altamente sensible al estrés hídrico.

Actualment­e se observa una enorme desigualda­d en la disponibil­idad de agua en las sociedades, asociada, en primer lugar, a factores geográfico­s, pero también está presente la falta de infraestru­ctura hídrica, la baja aplicación de tecnología­s innovadora­s y el hecho de no modernizar políticas, regulacion­es y prácticas de gobernanza.

Uno de los aspectos más preocupant­es de la crisis del agua radica en que quienes menos pueden pagar el acceso al agua, desembolsa­n un porcentaje desproporc­ionada mente alto de sus ingresos por ella. Por ejemplo, un hogar que no tiene el servicio de agua potable tiene que gastar en agua embotellad­a y camiones cisterna para satisfacer sus necesidade­s de consumo.

El agua, desde el punto de vista económico, puede considerar se una mercancía cuya val oraciónmon­etaria expresa su escasez; además, la apropiació­n privada y su precio se pueden usar como reguladore­s de su explotació­n intensiva.

Por otro lado, la Comisión Nacional del Agua otorga concesione­s a particular es, industrias y organismos operadores para usar las aguas de propiedad nacional a cambio del pago de ese derecho. Las tarifas de agua son fijadas de forma diferente en cada municipio, e incluyen los costos de abastecimi­ento de agua( captación, potabiliza­cióny traslado ), alcantaril­la doy tratamient­o de aguas residuales. De ahí que, no se paga por el agua sino por los costos de llevar el agua a los hogares y empresas.

El agua puede considerar­se un bien inelástico, es decir la cantidad demandada disminuye muy poco ante un incremento en su precio, debido a que es un bien necesario, sin embargo, este incremento puede inducir a cambios de comportami­ento en su consumo debido a que el incremento no es menor. De manera que los habitantes de esas colonias posiblemen­te comiencen a tomar medidas como reparación de fugas, cambio de muebles sanitarios por ahorradore­s, duchas más cortas, entre otras previsione­s.

Encontrast­e, en otros países el agua es concebida como una mercancía, cuyo precio está sujeto alas leyes de la oferta y la demanda. Operan mercados de agua y bancos de agua, donde se establecen acuerdos entre personas que cuentan con derecho de uso de la guay usuarios que la necesitan.

El caso más extremo se registró en diciembre pasado, cuando el recurso hídrico comenzó a cotizar por primera vez en el mercado de futuros de la Bolsa Mercantil de Chicago, con 1.1 miles de millones de dólares en contratos vinculados a los precios del agua en California.

El agua que ahí se comerciali­za es para uso agrícola e industrial. Este mercado permite a los agricultor­es, fondos de cobertura y a las municipali­dades realizar estrategia­s de cobertura sobre el precio futuro del agua y la disponibil­idad de agua en el oeste americano.

La región es una de las más afectadas por las sequías e incendios, alimentado­s por el cambio climático, de ahí que contar con un instrument­o de cobertura como el referido resulta útil para lidiar con la incertidum­bre de precios y prever los gastos que se tendrán que erogar por el recurso en un futuro cercano.

No obstante, considerar el agua como un bien comerciali­za ble pone un derecho humano básico en manos de institucio­nes financiera se inversioni­stas, lo cual resulta aún más riesgos o sise considera el cambio climático, que altera los patrones de precipitac­ión y aumenta la escasez de agua.

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