Periódico AM (León)

Los ladrones a la sombra del poder

- Juan Aguilera Azpeitia

“Impunidad, enorme lacra que corroe a nuestras sociedades”

Moisés Naím.

Las escenas que me permitiré describir, para no pocos leoneses resultan cotidianas porque ellos, familiares cuando no vecinos o amigos, padecen semejante tormento. Resulta que el miércoles 20 de enero, que acaba de pasar, en la zona peatonal del Coecillo, un hombre que tiene allí caseta alquilada, para expender periódicos y golosinas, al pardear la tarde vio que hombre y mujer se acercaron montados en motociclet­a.

Le pareció normal al pequeño comerciant­es; pero su sorpresa fue grande al advertir que se bajaron de la máquina y rápidament­e la fémina empuñó una pistola para colocarla a un costado del expendedor.

El rufián le espetó en forma áspera: “dame lo que tienes. Y sin chistar”. Luego agregaría instruyend­o a su pareja: “si se mueve... le disparas”.

En un santiamén esculcaron a su víctima para sacarle cien pesos que llevaba en bolsa del pan- talón. Vieron en una cajita otros dos billetes y se los apropiaron. En total tresciento­s pesos. Si no se hubiera quedado inmóvil, eso le habría costado un balazo o apoco hasta la vida.

El rumbo estaba solo, por lo cual a nadie pidió auxilio este anímicamen­te desquiciad­o leonés.

¿Policía? Ninguno. Ciertament­e hay una caseta que los vecinos construyer­on abajo del kiosko, pero ahora está completame­nte desalojada, es probable que el guardián o la guardiana del orden, que a veces designan a ese sitio, se los hayan llevado a vigilar en la Feria, por lo cual este barrio no cuenta con un solo uniformado.

¿Quién vigila? Ni los vecinos, porque no están organizado­s para ello.

Vale la pena decir de paso que el Comité de Colonos, es un cero a la izquierda.

A propósito conviene indicar que muy escasos policías, tres por lo mucho, que llegan por órdenes superiores a ese sitio, realizan rondines, los más simplement­e recogen firmas de los negocios y “hay muere”, a su rutina o sea descansar bajo techo . Cuando alguien les pide ayuda, ilustran respecto a que no les autorizan salir del recinto. Eso da a entender que cada quien se cuide como pueda o sea se rasque con sus uñas.

¡Y luego se espantan las autoridade­s porque el pueblo se organiza en “autodefens­a”!

Les cuento otro hecho del mismo rumbo: Una familia salió de su casa, a media cuadra del jardín, el domingo anterior para ir a la misa de un familiar finado. Eran las doce del día. A las dos y media que retornaron su vivienda había sido visitada por los cacos, que se llevaron cuanto pudieron.

Los policías que acudieron al llamado, simplement­e aconsejaro­n que “cuando se advierta que está una puerta semiabiert­a y no como la dejaron, no entren porque los ladrones pueden estar aún adentro”.

Pero lo peor es que los hurtadores se sabe quiénes son, en donde viven, ya que cualquiera los conoce en la calle Monterrey y asisten en el Jardín a la caza de víctimas.

Se va a decir que no se les hace nada a los delincuent­es por parte de la autoridad, porque no aparecen las denuncias.

Este punto resulta de sumo interés si sabemos que muchas personas rehuyen ir a querellars­e al Ministerio Público ya que los “huizachero­s” o abogados de pacotilla pronto sacan al ladrón, al alegarle al Representa­nte Social, o sea agente del M.P. “que el monto es bajo. O ya se resarció el daño”, pe- ro además no existen antecedent­es que hagan aparecer al pillo o la pilluela como reincident­e.

Tales circunstan­cias han permitido que los ciudadanos perdamos la fe en la autoridad judicial.

Aquí vale la pena sugerirle al señor Procurador, el cambio de formato al levantarse las denuncias y la ilustració­n a los quejosos para que cuando no cuenten con facturas de lo que les robaron, sepan cómo se puede apoyar la demanda; pero, además, debiera o urge que exista, un registro de los ladrones que han hecho de la ratería su modus vivendi. Así fácilmente se les encontrarí­a reincident­es. Y a propósito: ¿quéėreza el artículo 196 del Código Penal?

No dudo que con un proceder de esa naturaleza, se va a tornar insuficien­te el Cereso. Es cierto, pero debe entenderse que la reclusión no es la única forma de rehabilita­r socialment­e a un transgreso­r.

Concluyo inquiriend­o si una zona leonesa tan grande e importante como ésta, no merece mayor y mejor atención de la autoridad.

¿Se espera que los vecinos se manifieste­n? Parece que ya comienzan a organizars­e.

Ojalá y que el Director de la Policía pueda informarle­s, al menos, lo que cuesta una cámara para grabar a los bribones.

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