Los ladrones a la sombra del poder
“Impunidad, enorme lacra que corroe a nuestras sociedades”
Moisés Naím.
Las escenas que me permitiré describir, para no pocos leoneses resultan cotidianas porque ellos, familiares cuando no vecinos o amigos, padecen semejante tormento. Resulta que el miércoles 20 de enero, que acaba de pasar, en la zona peatonal del Coecillo, un hombre que tiene allí caseta alquilada, para expender periódicos y golosinas, al pardear la tarde vio que hombre y mujer se acercaron montados en motocicleta.
Le pareció normal al pequeño comerciantes; pero su sorpresa fue grande al advertir que se bajaron de la máquina y rápidamente la fémina empuñó una pistola para colocarla a un costado del expendedor.
El rufián le espetó en forma áspera: “dame lo que tienes. Y sin chistar”. Luego agregaría instruyendo a su pareja: “si se mueve... le disparas”.
En un santiamén esculcaron a su víctima para sacarle cien pesos que llevaba en bolsa del pan- talón. Vieron en una cajita otros dos billetes y se los apropiaron. En total trescientos pesos. Si no se hubiera quedado inmóvil, eso le habría costado un balazo o apoco hasta la vida.
El rumbo estaba solo, por lo cual a nadie pidió auxilio este anímicamente desquiciado leonés.
¿Policía? Ninguno. Ciertamente hay una caseta que los vecinos construyeron abajo del kiosko, pero ahora está completamente desalojada, es probable que el guardián o la guardiana del orden, que a veces designan a ese sitio, se los hayan llevado a vigilar en la Feria, por lo cual este barrio no cuenta con un solo uniformado.
¿Quién vigila? Ni los vecinos, porque no están organizados para ello.
Vale la pena decir de paso que el Comité de Colonos, es un cero a la izquierda.
A propósito conviene indicar que muy escasos policías, tres por lo mucho, que llegan por órdenes superiores a ese sitio, realizan rondines, los más simplemente recogen firmas de los negocios y “hay muere”, a su rutina o sea descansar bajo techo . Cuando alguien les pide ayuda, ilustran respecto a que no les autorizan salir del recinto. Eso da a entender que cada quien se cuide como pueda o sea se rasque con sus uñas.
¡Y luego se espantan las autoridades porque el pueblo se organiza en “autodefensa”!
Les cuento otro hecho del mismo rumbo: Una familia salió de su casa, a media cuadra del jardín, el domingo anterior para ir a la misa de un familiar finado. Eran las doce del día. A las dos y media que retornaron su vivienda había sido visitada por los cacos, que se llevaron cuanto pudieron.
Los policías que acudieron al llamado, simplemente aconsejaron que “cuando se advierta que está una puerta semiabierta y no como la dejaron, no entren porque los ladrones pueden estar aún adentro”.
Pero lo peor es que los hurtadores se sabe quiénes son, en donde viven, ya que cualquiera los conoce en la calle Monterrey y asisten en el Jardín a la caza de víctimas.
Se va a decir que no se les hace nada a los delincuentes por parte de la autoridad, porque no aparecen las denuncias.
Este punto resulta de sumo interés si sabemos que muchas personas rehuyen ir a querellarse al Ministerio Público ya que los “huizacheros” o abogados de pacotilla pronto sacan al ladrón, al alegarle al Representante Social, o sea agente del M.P. “que el monto es bajo. O ya se resarció el daño”, pe- ro además no existen antecedentes que hagan aparecer al pillo o la pilluela como reincidente.
Tales circunstancias han permitido que los ciudadanos perdamos la fe en la autoridad judicial.
Aquí vale la pena sugerirle al señor Procurador, el cambio de formato al levantarse las denuncias y la ilustración a los quejosos para que cuando no cuenten con facturas de lo que les robaron, sepan cómo se puede apoyar la demanda; pero, además, debiera o urge que exista, un registro de los ladrones que han hecho de la ratería su modus vivendi. Así fácilmente se les encontraría reincidentes. Y a propósito: ¿quéėreza el artículo 196 del Código Penal?
No dudo que con un proceder de esa naturaleza, se va a tornar insuficiente el Cereso. Es cierto, pero debe entenderse que la reclusión no es la única forma de rehabilitar socialmente a un transgresor.
Concluyo inquiriendo si una zona leonesa tan grande e importante como ésta, no merece mayor y mejor atención de la autoridad.
¿Se espera que los vecinos se manifiesten? Parece que ya comienzan a organizarse.
Ojalá y que el Director de la Policía pueda informarles, al menos, lo que cuesta una cámara para grabar a los bribones.