Periódico AM (León)

‘Un monstruo vocal’

- /Érika P. Bucio/A.Reforma

Sin dinero y de regreso al hogar familiar en Monterrey, el tenor David Lomelí recibió la noticia por teléfono de su maestro César Ulloa: “Te conseguí una audición con Plácido Domingo en Nueva York”. Era enero de 2006. Lomelí acudió a un mecenas para el pasaje y se alojó con una amiga. Varios chicos más, colegas suyos, también audicionar­ían.

En un lugar de la Quinta Avenida cenaba Domingo con Anna Netrebko y Rolando Villazón después de una función de Rigoletto. Al terminar, Domingo los escuchó y a Lomelí lo interrogó: “¿A qué te dedicas? ¿qué haces?” Lomelí, evasivo, balbuceó: “Pues aquí y allá”. Domingo le extendió una tarjeta: “Llámale a mi hijo Pepe”.

Fue el conducto de una audición para el Young Artist Program de la Ópera de Los Ángeles. No sólo se llevó la audición sino que, mes y medio después de ingresar al programa, ganaba Operalia.

Una semana antes del concurso, Lomelí le había anunciado a Domingo que desea- ba cantar el aria de El Cid de Massenet. “Un aria muy difícil”, lo previno, pero terminaría conmovido hasta las lágrimas.

Su primer protagónic­o también fue con su mentor. Cantaron juntos Luisa Fernanda y lo dirigió en su primer Bohème como profesiona­l. El éxito llegó pronto y ahí estuvo el español para aconsejarl­o. “No canceles algo por tener algo mejor, respeta el booking”. Dicho por un hombre capaz, en su apogeo, de dar cien funciones al año cada tercer día, más los tiempos de ensayo. “Un monstruo vocal”, define.

Domingo siempre ha estado ahí. Fue el primero en llamarle cuando su novia sufrió un ataque cardiaco y cuando le detectaron un tumor en el diafragma, ya superado, que lo apartó de los escenarios, pero no de la ópera. Es el director de casting de la Ópera de Dallas, una de las cinco casas más importante­s de EU.

“Su calidad personal siempre va más allá”.

Domingo lo alienta para un pronto retorno.

“Es un padre en mi carrera. Y muchas cosas. Es un gran ser humano (...) No es divo, sabe lo que hace. Sabe que ha dejado toda su vida pasión y energía. Ojalá que el maestro sea eterno”.

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