El lastre de Pemex
La caída de los precios del petróleo en todo el mercado y con ello, de los ingresos que tiene Pemex la principal empresa del País, trae para el Gobierno federal un enorme dilema: la sigue sosteniendo o mantiene el mercado abierto para que ella misma se regule. Una empresa que debería ser un motor de desarrollo para el País, sigue siendo en realidad un lastre para las finanzas públicas. Con enormes pasivos laborales, un contrato colectivo que exprime a la empresa y una plantilla laboral sobrada, los directivos no tienen otra alternativa que negociar con el sindicato petrolero contratos que permitan que la empresa pueda sobrevivir en el corto plazo.
La sociedad ya no quiere subsidiar a las entidades públicas que no le generan valor. En un País donde los centros públicos de investigación y universidades deberían ser autosuficientes generando ingresos por sus servicios a la industria y sociedad, y por el contrario, son subsidiados; en México donde las empresas paraestatales (ahora llamadas “empresa productivas del Estado”) son deficitarias y donde el sistema educativo es enormemente deficiente y consumidor de recursos públicos, la devaluación del peso y la caída en los precios del petróleo meten a Pemex en más problemas. Vivimos una semana en que el costo de producción oficial del barril es mayor a los 28 pesos y sus precios están por abajo de 20, es decir, sería más barato dejar de producir petróleo que hacerlo.
A pesar de su burocracia y baja productividad, es una de las mayores productoras (en volumen) de petróleo y de gas del mundo, aporta alrededor de un tercio de los ingresos fiscales federales y casi 8% del PIB. Las regalías y los impuestos aplicados, principalmente a su filial de exploración y producción, representan 55% de las ventas. Por ello, Pemex ha dependido progresivamente del endeudamiento externo para financiar sus inversiones y según los cálculos actuariales más recientes, el pasivo pensionario de Pemex ronda los 1.7 billones de pesos, cerca de 10% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional.
Para tener una idea del tamaño de la deuda que tiene Pemex con sus trabajadores (dada la privilegiada condición en que son contratados), esta cantidad es equivalente al 10% del PIB, a 22% de los recursos contemplados en el Programa Nacional de Infraestructura (PNI) 2014-2018 del Gobierno federal, de 7.7 billones de pesos. Es 23 veces la cantidad presupuestada en el rubro de salud; cuatro veces lo presupuestado en proyectos de infraestructura hidráulica; 2.8 veces los proyectos contemplados para energía eléctrica (CFE). La deuda total de Pemex, es de casi 70,000 millones de dólares (mdd), que se incrementa casi al doble (130,300 mdd) cuando se incorporan los pasivos laborales no fondeados. Es decir, los 170,000 mil trabajadores activos de Pemex (y 120,000 jubilados) consumen y consumirán los recursos que se requieren para millones de mexicanos. Sus jubilados tienen una edad promedio de 52 años y es indispensable subir la edad de jubilación al menos a 65 para darle viabilidad financiera a la empresa.
Por ello, Pemex no puede con su nómina y necesita inyección de capital nuevo para la explotación de los últimos yacimientos descubiertos en aguas profundas, y de los abundantes recursos de gas y petróleo de esquisto (shale gas) y de allí su creciente endeudamiento que hizo que esta semana se redujera su calificación crediticia. Las pérdidas netas de Pemex Refinación, Pemex Petroquímica y Pemex Gas y Petroquímica Básica son mayores, incluso, que el rendimiento de Pemex Exploración y Refinación (la única subsidiaria realmente rentable de la paraestatal). Las pérdidas de esas tres subsidiarias sumaron 120,000 mdp en 2015, mientras el rendimiento neto de Pemex Exploración y Producción en 2012 fue sólo de 95,500 mdp. Además, el número de tomas clandestinas de combustible va en aumento, pues mientras que en 2008 se reportaron 367, en 2015 el número aumentó a casi 2,000.
Los márgenes de refinación, es decir, el ingreso por venta, descontando los costos por materia prima, ha descendido dramáticamente al pasar de 4.24 dólares por barril a 0.01 (en Estados Unidos, el margen es de 15 dólares por barril). La producción de petróleo, comenzó a declinar en el 2012 hasta alcanzar 2.5 mbd. Con reservas totales de 44,000 millones de barriles de petróleo crudo equivalente (mbpce), tiene un corto horizonte de reservas de diez años cuando el ideal es de 25 años. El problema de Pemex es complejo, la solución aún más. La Reforma energética trae competencia extranjera y nacional y no tendrán otra que reducir sus enormes gastos burocráticos y seleccionar personal profesional por competencias y no sólo por heredarse o vender plazas. De otra manera, Pemex seguirá siendo un lastre para todos los mexicanos.