Periódico AM (León)

‘À la recherche du temps perdu’

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Arpiana y Viperinia eran dos amigas que se odiaban afectuosam­ente. Un día fueron a tomar el café, y en el curso de la conversaci­ón Arpiana le dijo a Viperinia: “He notado que mi sirvienta tiene los mismos gustos que tú: ambas usan el mismo perfume”. Replicó Viperinia: “Más bien tiene los mismos gustos que tú: ambas usan el mismo marido”. El papá de Chispo, joven universita­rio, decidió visitarlo por sorpresa. Fue a la dirección que su hijo le había dado, y aunque era ya de madrugada hizo sonar el timbre de la puerta. Se encendió una luz y alguien preguntó desde adentro: “¿Quién es?”. Inquirió el señor: “¿ Aquí vive Chispo Cúrdez?”. “Sí -respondió la voz-. Déjelo ahí en el porche; mañana nos encargarem­os de él”. Simplician­o, joven candoroso, fue a pasear en automóvil con Pirulina, muchacha sabidora. Siguiendo las indicacion­es que ella le dio condujo el coche hasta llegar al Ensalivade­ro, romántico sitio al que solían ir las parejitas. Ahí le dijo a Pirulina con voz emocionada: “¡Podría pasarme toda la noche viéndote!”. Contestó ella: “Es lo que me temía”. Doña Holofernes iba todas las mañanas al gallinero y con el dedo examinaba a las gallinas a ver si tenían huevo. Un día el perico de la casa se acercó, curioso. Inadvertid­amente lo levantó la mujer y le practicó el examen. “¡Epa! -protestó el loro-. ¡Despacito, que yo no tengo la costumbre!”. Afrodisio y Libidiano, hombres que habían recorrido toda la escala de la lubricidad, acertaron a pasar frente a una casa mala. Desde el balcón los llamó una mujer: “Vengan, muchachos. Les daré algo que nunca han tenido”. Le preguntó Afrodisio a Libidiano: “¿Qué crees que nos dará? ¿Lepra?”. Doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, fue a una joyería pues deseaba regalarse en su cumpleaños un collar de perlas. El joyero le mostró uno. Con gran sorpresa doña Panoplia oyó que una de las perlas decía con voz tenue: “Marcel Proust es el autor de ‘À la recherche du temps perdu’”. Declaró otra: “La Sexta Sinfonía de Beethoven es la llamada ‘Pastoral’”. Manifestó una más: “La capital de Burkina Faso es Ouagadougo­u”. El joyero advirtió el asombro de doña Panoplia y le informó: “Es que son perlas cultivadas”. Dijo don Chinguetas: “Espero irme al otro mundo antes que mi mujer. No quiero que cuando el Supremo Juez me juzgue ella esté ahí dándole informació­n”. Aquella chica dio a luz un bebé pelirrojo. Le preguntó la enfermera: “El papá del niño ¿es pelirrojo?”. Contestó ella: “No sé. Nunca se quitó la gorra”. El gato de Himenia Camafría, madura señorita soltera, se salía todas las noches a hacer lo que los gatos hacen para que haya gatitos en el mundo. Cansada de las andanzas del minino ella lo llevó con un veterinari­o que, digamos, lo puso en neutral. El problema, sin embargo no quedó resuelto: el gato se siguió saliendo por las noches. El facultativ­o le explicó a la señorita Himenia: “Su gatito ya no puede hacer lo que hacía antes, pero parece que le gusta ver”. El conductor del programa le preguntó a Babalucas: “¿En cuál de sus tres expedicion­es perdió la vida el capitán Cook? ¿En la primera, en la segunda o en la última?”. Suplicó Babalucas: “¿Podría darme una ayudadita? Nunca fui bueno en Historia”. Las amigas de doña Macalota se sorprendie­ron -y se interesaro­n- cuando ella les contó: “Mi marido llega a hacerlo hasta cinco veces en la noche”. La sorpresa y el interés de las amigas se disiparon, sin embargo, cuando ella añadió: “Le digo que no tome tanto té antes de irse a la cama”. Un señor llegó a su casa y encontró a su esposa en refocilaci­ón carnal con su mejor amigo. Le dijo al fornicario: “¡Qué mal pagas mi amistad, Pitongo! Te conseguí trabajo; te he prestado dinero; siempre te he ayudado en tus problemas. ¡Por lo menos deberías dejar de hacer eso mientras te estoy hablando!”. El cliente le pidió a la linda mesera: “Quiero una hamburgues­a, señorita. Pero la quiero grande, de este tamaño”. Y al decir eso señaló con ambas manos para indicar la medida. Le dijo, inquieta, la muchacha: “No señale así, joven. La gente va a pensar que me está haciendo una invitación”. FIN.

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