El gran escape
Debimos haberlo hecho antes, debimos saber que la riqueza petrolera era temporal y que su utilidad iba a ser limitada por la mala administración del país. Creímos y muchos creen en el petróleo como parte de la soberanía nacional. En el fondo sabíamos que era mentira de gobiernos dependientes, de sin- dicatos extorsionadores, de partidos corruptos.
La realidad llega con dos manos, la del desplome de los precios a 20 dólares por barril con los sacrificios que implica para el presupuesto federal y la otra, una oportunidad de escapar en definitiva. Los mitos creados desde 1938 cuando se estatizó la industria, se caen a pedazos. Ni siquiera el posible arribo de Andrés Manuel López Obrador haría que regresáramos al corral de las ideas estúpidas. Tuvimos y tenemos muchas en la historia reciente. El ejido, PEMEX, la Reforma Agraria y otras linduras como el tercermundismo de Luis Echeverría.
En contraste hubo aciertos que nos alejan cada día más de los prejuicios económicos del pasado. El Tratado de Libre Comercio de Norteamérica y los subsecuentes tratados comerciales con Europa y Japón llegan al rescate. Sin ellos estaríamos entre Argentina y Venezuela. Incluso Brasil se convierte en víctima de su pasado proteccionista.
El acierto que aún no se vive en plenitud porque toma tiempo, son las reformas en la apertura del sector energía. Tal vez no hagamos mucho caso del discurso del presidente Enrique Peña Nieto cuando las pondera por todo el mundo. Su popularidad anda volando bajo pero eso no le quita la razón. Los cambios hacen de México un país extraordinario para la inversión mundial.
Alguna vez José López Portillo, apesadumbrado, dijo que la devaluación del peso lo hacía un presidente “devaluado”. Ese sentimiento sigue. Cuando el valor del peso se reduce, calculamos que el Gobierno y el Presidente no son competentes para sostener su valor. Lo paradójico: la devaluación del 2015 y el 2016 no ha acelerado la inflación y por otra parte se convierte en una palanca competitiva formidable para exportar y atraer inversión extranjera. México se ve mejor que ningún país de Latinoamérica. La cercanía con Estados Unidos lo hace atractivo como nadie para establecer empresas exportadoras. Eso lo sabe gente como Carlos Goshn, jefe de la NISSAN y la Renault a nivel mundial, quien le declaró al periódico El Financiero las buenas expectativas para este 2016, año de crecimiento interno y de mayores exportaciones para la armadora.
El gran escape del petróleo será posible gracias a los autos, las remesas, las exportaciones manufactureras, el creciente turismo, la agricultura y hasta los aguacates de Michoacán que pronto reportarán 2 mil millones de dólares en exportaciones.
Para el presupuesto del Gobierno la despetrolización viene a través de una recaudación más amplia. Los ciudadanos, las empresas y los impuestos a la gasolina estabilizan el gasto público aunque todavía queda un agujero que habrá de financiarse, querámoslo o no.
Tampoco la gente cree que el endeudamiento público no está en niveles sensatos y hasta los partidos como el PAN lo critican, sin aportar una idea de cómo resolver el presupuesto que ellos inflaron a placer durante los mandatos de Fox y Calderón.
Para las empresas el escape de la crisis siempre ha sido uno solo: aumentar la productividad, pero de eso platicaremos con otra perspectiva.
(Continuará)
El gran escape del petróleo será posible gracias a los autos, las remesas, las exportaciones manufactureras, el creciente turismo, la agricultura y hasta los aguacates de Michoacán...