Unos locos andan sueltos
Marcos Ordóñez y su libro Telón de Fondo son mis más recientes compañeros de buró, justo antes de dormir. Es mi lectura por gusto y no por obligación. Este hombre es un crítico de teatro y su libro una obra de arte (una mezcla de humor, rock y análisis teatral) que me da gusto compartir. Vamos, si soy sincera y supiera que alguien por allí también le encanta el teatro, le escribiría el nombre del libro en el brazo (para que no pierda la nota) y no pararía de molestar hasta que se lo acabe enterito. Así de bueno es.
El otro día, sin ir más lejos, estaba leyendo en el metro un relato de cómo un grupo de locos se propusieron un proyecto que combinara un trabajo colectivo, la autogestión y una renovación teatral que bien le hacía falta a la España de los ochentas. El producto fue: Don Juan en el desmantelado mercado del Borne en Barcelona.
Cuando digo desmantelado, imaginen un ex mercado, grande para la época, totalmente olvidado y rezumando odio a sus contemporáneos. Vamos, una joyita para montar una obra allí. El resultado es un Don Juan Tenorio “que acabó pareciendo un ménage a trois”, entre circo, teatro chino y acrobacias por el aire.
Lo que me hizo reír a carcajadas y que me vieran raro mis compañeros de vagón fue lo que escribió a posteriori de ver el espectáculo:
“Me imagino la génesis de aquella escena: alguien (considerablemente puesto) debió de decir: -estaría bien que doña Inés (la protagonista) subiera al cielo en una grúa de treinta metros. Y otro (en similar tesitura) debió responder: -Buena idea. Buscaremos una grúa. Como dice el refrán irlandés, lo consiguieron porque no sabían que era imposible”.
Este espectáculo logró una afluencia de treinta mil personas. No fue un negocio rentable pero hizo que un joven se entusiasmara por el teatro y escribiera sobre lo que había visto; que, muchos años después, yo leyera su libro y que ahora esté aquí compartiéndoles un pedazo de esa experiencia.
Ya sea por un libro o lo que sucede sobre las tablas del escenario, hablar de cultura o hablar de proyectos es narrar la historia de unos locos. De gente que se desvive por trabajar en lo que les apasiona y que al lograrlo, nos llevemos un pedazo de ellos a casa.
Yo, en mi lucha por encontrar un puesto laboral y una estabilidad económica, valoro cada vez más a esta gente. Tanto a productores, artistas y críticos. Porque por ellos, el ser humano deja huella a su paso. Cuenta lo que sucede en sus tiempos y no deja espacio al olvido o al rechazo. Porque por ellos yo me siento un poco más humana y un mucho más creativa. A todos ustedes, gracias por adornar mis días.