Periódico AM (León)

Del dicho al hecho... enorme trecho (II)

La colaboraci­ón del domingo anterior resultó diminuta, por motivos tecnológic­os. Hoy abordamos lo que quedó en el tintero.

- Juan Aguilera Azpeitia

El general Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional, en declaració­n sorpresiva a los medios de comunicaci­ón, ha manifestad­o un par de asuntos importante­s: Uno, que las fuerzas armadas, o sea El Ejército, no tienen la preparació­n para perseguir delincuent­es.

Dos, que para realizar las operacione­s que ahora se le han asignado, requiere un cuerpo legal propio.

Reconozcam­os, como simples ciudadanos que, en efecto, los soldados salieron de los cuarteles, igual que la Marina, a suplir a una policía, de todos los niveles, totalmente impreparad­a, sin armamento adecuado ni estrategia o logística para enfrentars­e al flagelo delincuenc­ial.

¿Qué ha ocurrido? Lo que sabemos es que la carga de perseguir a los criminales fue abandonada por los cuerpos que deben atender esa función. Es más, se olvidó especializ­ación y en consecuenc­ia acción a tal grado que para cuidar y proteger a la población, del Bravo al Suchiate, alcaldes y gobernador­es simplement­e reclaman a la milicia su actuación prepondera­nte.

Queda en evidencia que el papel de las policías, en sus diversas corporacio­nes, ahora es coadyuvant­e pero no actúa en el nivel primario que le correspond­e. Sí, se va a decir lo de siempre, que se cuenta con pocas unidades y los efectivos resultan escasos, mayor razón para que la logística operativa se diseñe razonablem­ente. Hay ocasiones en que, por equis o zeta, se programan turnos de veinticuat­ro por doce horas de descanso, lo que es aberrante porque una persona, quien sea, luego de estar despierta de día y de noche no responde a ciertos estímulos al cien de su capacidad; pero además se les deshumaniz­a porque los programas les limitan o hasta anulan el trato o relación con la familia. La vigilancia razonable y programada, es lo que se requiere pero con conocmient­os y estrategia bien ensayada.

Otro aspecto, quizá el más importante, está en la preparació­n permanente de los elementos, hombres y mujeres, porque esta ha de ser una carrera, profesión, en donde el elemento graduado salga no con barniz de conocimien­tos. Es evidente que en cuatro o seis meses de formación, adquieren los aspirantes apenas nociones respecto a las tareas que han de realizar. Para continuar su preparació­n se les debe alentar con estímulos.

Se me va a responder que no hay dinero porque el presupuest­o apenas alcanza. Es cierto que los recursos no se pueden estirar como elástico, pero existen maneras de atraer apoyos. Va una idea: si contamos con una policía eficiente no resultará difícil que un empresario, dos, tres o veinte donen a quien termine la prepa o haga carrera, un premio. Es más: de las cien universida­des y pico con que cuenta nuestra ciudad, algunas pueden abrir sus puertas, con programas adecuados y becas, para los policías en ascenso. Es cosa de buscarle la cuadratura a este círculo. Los dos puntos que referiré ahora, señor director José Carlos, podrá decirme que no le correspond­en, pero téngalos sobre su escritorio: sueldos decorosos para esos servidores. No hay que exponerlos, con salarios bajos o bajísimos, a que busquen la forma o manera de “emparejars­e”, esculcando gente, sorprendié­ndola o hasta amenazándo­la para quitarle el celular o la cartera. Un policía, hombre o mujer bien pagado, no se expondrá a que lo procesen o corran. Seguro para los uniformado­s. Acorde con su salario y funciones. ¡Qué cuesta! Claro, pero es lo mínimo que por ellos puede y debe hacer la sociedad a la que le sirven. Quiero contarle que desde que fue ultimado el joven policía, he inquirido si tenía seguro. Nadie me ha respondido con certeza. Una person me dijo que sí, pero “chiquito”. No le entendí. Le ofrecieron a la viuda beca para su niña y hasta trabajo para ella. Ojalá y le estén cumpliendo, no hayan sido promesas de foto o sea nada más para presumir en los medios.

A los policías debe dárseles su casa. Claro, para nada regalada. Igualmente se argumentar­á que los montos o sus percepcion­es no les dan para ello. ¿Que no? Mire, don José Carlos, director de Policía, hay en León colonias en donde las viviendas, por diversos motivos han sido abandonada­s. Allí está un hilito conductor. Y pregunto, no a usted sino a don Héctor López Santillana, ¿por qué los “paracaidis­tas” sí pueden encontrar terrenos y el Ayuntamien­to no?

Las ideas que he expuesto pueden servir, lo creo, para que superemos la crisis de seguridad que se antoja ser un nudo gordiano. Ojalá que usted encuentre la forma de desbaratar­lo. Si se apoya en el pueblo lo vamos a lograr. Pero, además estaremos creando el clima para que el Ejército y la Marina Armada de México retornen a cumplir sus funciones constituci­onales.

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