Del dicho al hecho... enorme trecho (II)
La colaboración del domingo anterior resultó diminuta, por motivos tecnológicos. Hoy abordamos lo que quedó en el tintero.
El general Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional, en declaración sorpresiva a los medios de comunicación, ha manifestado un par de asuntos importantes: Uno, que las fuerzas armadas, o sea El Ejército, no tienen la preparación para perseguir delincuentes.
Dos, que para realizar las operaciones que ahora se le han asignado, requiere un cuerpo legal propio.
Reconozcamos, como simples ciudadanos que, en efecto, los soldados salieron de los cuarteles, igual que la Marina, a suplir a una policía, de todos los niveles, totalmente impreparada, sin armamento adecuado ni estrategia o logística para enfrentarse al flagelo delincuencial.
¿Qué ha ocurrido? Lo que sabemos es que la carga de perseguir a los criminales fue abandonada por los cuerpos que deben atender esa función. Es más, se olvidó especialización y en consecuencia acción a tal grado que para cuidar y proteger a la población, del Bravo al Suchiate, alcaldes y gobernadores simplemente reclaman a la milicia su actuación preponderante.
Queda en evidencia que el papel de las policías, en sus diversas corporaciones, ahora es coadyuvante pero no actúa en el nivel primario que le corresponde. Sí, se va a decir lo de siempre, que se cuenta con pocas unidades y los efectivos resultan escasos, mayor razón para que la logística operativa se diseñe razonablemente. Hay ocasiones en que, por equis o zeta, se programan turnos de veinticuatro por doce horas de descanso, lo que es aberrante porque una persona, quien sea, luego de estar despierta de día y de noche no responde a ciertos estímulos al cien de su capacidad; pero además se les deshumaniza porque los programas les limitan o hasta anulan el trato o relación con la familia. La vigilancia razonable y programada, es lo que se requiere pero con conocmientos y estrategia bien ensayada.
Otro aspecto, quizá el más importante, está en la preparación permanente de los elementos, hombres y mujeres, porque esta ha de ser una carrera, profesión, en donde el elemento graduado salga no con barniz de conocimientos. Es evidente que en cuatro o seis meses de formación, adquieren los aspirantes apenas nociones respecto a las tareas que han de realizar. Para continuar su preparación se les debe alentar con estímulos.
Se me va a responder que no hay dinero porque el presupuesto apenas alcanza. Es cierto que los recursos no se pueden estirar como elástico, pero existen maneras de atraer apoyos. Va una idea: si contamos con una policía eficiente no resultará difícil que un empresario, dos, tres o veinte donen a quien termine la prepa o haga carrera, un premio. Es más: de las cien universidades y pico con que cuenta nuestra ciudad, algunas pueden abrir sus puertas, con programas adecuados y becas, para los policías en ascenso. Es cosa de buscarle la cuadratura a este círculo. Los dos puntos que referiré ahora, señor director José Carlos, podrá decirme que no le corresponden, pero téngalos sobre su escritorio: sueldos decorosos para esos servidores. No hay que exponerlos, con salarios bajos o bajísimos, a que busquen la forma o manera de “emparejarse”, esculcando gente, sorprendiéndola o hasta amenazándola para quitarle el celular o la cartera. Un policía, hombre o mujer bien pagado, no se expondrá a que lo procesen o corran. Seguro para los uniformados. Acorde con su salario y funciones. ¡Qué cuesta! Claro, pero es lo mínimo que por ellos puede y debe hacer la sociedad a la que le sirven. Quiero contarle que desde que fue ultimado el joven policía, he inquirido si tenía seguro. Nadie me ha respondido con certeza. Una person me dijo que sí, pero “chiquito”. No le entendí. Le ofrecieron a la viuda beca para su niña y hasta trabajo para ella. Ojalá y le estén cumpliendo, no hayan sido promesas de foto o sea nada más para presumir en los medios.
A los policías debe dárseles su casa. Claro, para nada regalada. Igualmente se argumentará que los montos o sus percepciones no les dan para ello. ¿Que no? Mire, don José Carlos, director de Policía, hay en León colonias en donde las viviendas, por diversos motivos han sido abandonadas. Allí está un hilito conductor. Y pregunto, no a usted sino a don Héctor López Santillana, ¿por qué los “paracaidistas” sí pueden encontrar terrenos y el Ayuntamiento no?
Las ideas que he expuesto pueden servir, lo creo, para que superemos la crisis de seguridad que se antoja ser un nudo gordiano. Ojalá que usted encuentre la forma de desbaratarlo. Si se apoya en el pueblo lo vamos a lograr. Pero, además estaremos creando el clima para que el Ejército y la Marina Armada de México retornen a cumplir sus funciones constitucionales.