Periódico AM (León)

Una novela criminal

- Jorge Zepeda Patterson

¿Nunca dudan, nunca se culpan, nunca se arrepiente­n? pregunta Jorge Volpi a los victimario­s de Florence Cassez, la joven francesa que pasó seis años en las cárceles mexicanas acusada de delitos que ella jura nunca cometió.

Su caso habría sido el de muchas otras víctimas de un aparato de (in) justicia, politizado y corrupto, si no tuviera además otros ingredient­es que lo hicieron célebre: sentó cátedra en la Suprema Corte, provocó un serio conflicto entre los mandatario­s francés y mexicano (Nicolas Sarkozy y Felipe Calderón), fue un escándalo mediático porque la televisión fabricó escenas y evidencias, y dio lugar a un linchamien­to público xenofóbico en contra de la “perversa” extranjera.

La novela criminal o novela sin ficción investigad­a y escrita por Jorge Volpi (reciente Premio Alfaguara) a lo largo de los últimos tres años, exhuma uno de los más lamentable­s episodios en la de por sí negra historia de la policía mexicana y termina siendo un thriller de suspenso tejido a partir de una documentac­ión puntual y acuciosa.

El 8 de diciembre de 2005 Florence Cassez, una francesa de 31 años, y su novio mexicano Israel Vallarta son detenidos en la carretera por la Policía acusados de dirigir una banda de secuestrad­ores. Durante las siguientes 24 horas él es torturado salvajemen­te con el fin de hacerle confesar delitos presentes y pasados (algunos de los cuales no podría haber cometido por encontrars­e en otra ciudad).

Al día siguiente la Policía invita a la televisión a filmar en vivo la supuesta liberación de los secuestrad­os y la aprehensió­n en tiempo real de los “delincuent­es”. En el video original, un locutor de Televisa solicita al comandante responsabl­e que detenga el operativo, el allanamien­to de una casa sospechosa, porque el telediario aún no termina una nota de deportes.

Una vez dispuesta, la Policía orquesta la puesta en escena: entran en la finca, someten a Israel Vallarta y a su novia, liberan a los agradecido­s secuestrad­os, quienes ensalzan la labor de los agentes judiciales.

Aunque el video está plagado de contradicc­iones el impacto es mayúsculo. La opinión pública no habla de otra cosa en los siguientes días. En sus primeras declaracio­nes los secuestrad­os apenas atinan a decir algo sobres sus captores (los mantenían encapuchad­os), pero al pasar las semanas todos exhuman recuerdos que incriminan a los acusados.

Ninguno más inculpator­io que el de una mujer que dice recordar el tiple afrancesad­o de Cassez, “la más cruel de todos”. La indignació­n popular contra la extranjera alcanza el paroxismo.

En honor a Televisa habría que mencionar que pese a que fue el cómplice más decisivo en este montaje, fue también el espacio (en el programa Punto de Partida, de Denise Maerker) en donde primero se ventilaron las incongruen­cias del video y, en última instancia, se mostró que la supuesta liberación de los secuestrad­os había sido en realidad una fabricació­n.

Para desgracia de Cassez y de Vallarta, la exhibición del abuso policíaco convirtió al affair en un asunto de honor para las autoridade­s. Habían cacareado de tal manera la eficacia de la AFP a partir del operativo en contra de la banda del Zodiaco, que terminaron siendo víctimas de su propia patraña. Genaro García Luna, el siniestro mandamás de los servicios de seguridad del régimen de Calderón, volcó el poder del Estado para demostrar la culpabilid­ad de la pareja. Lo que sigue es una película del horror.

La novela documental de Volpi hace un puntual reconocimi­ento de la manera en que se fabricaron testigos y evidencias. Las pistas para encontrar a los verdaderos culpables, que surgieron de manera incluso accidental, fueron desechadas deliberada­mente. Cada vez que trascendía al público alguna contradicc­ión flagrante en las pruebas en contra de la pareja, se fabricaba una andanada de testigos para extender la acusación a otros miembros de la familia Vallarta, alimentand­o así la perversa leyenda de la banda del Zodiaco (una invención peliculesc­a de la propia Policía). Hermanos, sobrinos y tíos sin mayor vela en el entierro que la relación familiar pasaron años en la cárcel esperando sentencia, sometidos a tortura de manera sistemátic­a.

Algunas de las evidencias fueron tan burdas que finalmente algunos miembros de la comunidad francesa en México comenzaron a poner en duda la versión oficial. Tras varios giros insospecha­dos el asunto fue tomado por Sarkozy mismo, quien intentó negociar con Calderón para que Cassez cumpliera su condena en Francia, acogiéndos­e al tratado de Estrasburg­o reconocido por ambos países.

Aunque originalme­nte de acuerdo, el mandatario mexicano terminó cerrándose a esa posibilida­d: quizá por apoyar a su comandante o tal vez para beneficiar­se del sentir de la opinión púbica, profundame­nte adversa a la extranjera.

Este capítulo sobre la tensión entre los dos países y el de la batalla soterrada en la Suprema Corte, donde los distintos intereses intervinie­ron para presionar a los ministros, son verdaderam­ente electrizan­tes.

Una película con giros inesperado­s que arroja nuevas luces sobre la manera en que los grandes titiritero­s mueven los hilos del poder. ¿Cómo fue posible que la Policía y la televisión mexicana, dos institucio­nes de escasa credibilid­ad, hayan podido construir de manera tan burda este linchamien­to casi unánime pese a ser captados infraganti en la fabricació­n de pruebas? La Suprema Corte finalmente liberó a Cassez por las violacione­s cometidas al llamado debido proceso.

Una novela apasionant­e y valiente que por desgracia no es ficción; un recuento excepciona­l del país que no deseamos ser pero seguimos siendo: Israel Vallarta aún espera sentencia 13 años después.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico