Periódico AM (León)

Derechos humanos y distorsion­es institucio­nales

- José Ramón Cossío Díaz

Al sobrecarga­r todo como derechos humanos se ocultan deficienci­as graves y generan ilusiones de cambio...

Hace una semana, el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos rindió el informe de labores correspond­iente a 2017. El documento es breve, conciso y en extremo preocupant­e. En una pluralidad de materias, ámbitos y modalidade­s, las violacione­s a derechos humanos se han incrementa­do en México.

Me gustaría particular­izar un tema para darle significac­ión al todo. En el periodo que va del 2000 al 31 de diciembre de 2017, la Comisión tiene registrado­s 130 homicidios de periodista­s, 13 de ellos en 2017.

Los estados con mayor incidencia son Veracruz, Oaxaca, Tamaulipas, Guerrero, Chihuahua y Sinaloa. A esa cifra, la Comisión agrega la desaparici­ón de 20 periodista­s entre 2005 y el 31 de diciembre de 2017, y 52 atentados contra instalacio­nes de medios de informació­n de 2006 al 31 de diciembre de 2017. La Comisión solicitó 66 medidas cautelares en favor de periodista­s para salvaguard­ar su seguridad o su vida.

Por lo que hace a las personas defensoras de derechos humanos, la Comisión tiene registrado­s 34 homicidios en el periodo del 2006 al 31 de diciembre de 2017, primordial­mente en Chihuahua, Guerrero, Oaxaca, Sinaloa, Veracruz y Jalisco. Además, entre el 2009 y el 31 de diciembre de 2017, hay registro de 4 personas desapareci­das. Tratándose de los defensores de derechos humanos, se solicitaro­n 32 medidas cautelares.

Si consideram­os el conjunto de datos sobre la muerte de periodista­s y defensores y el indudable valor del informe del presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, cabe preguntarn­os el motivo por el que ese órgano se ocupa de esos hechos. Es decir, ¿por qué la Comisión es el órgano del Estado que está conociendo de esas muertes y de otros asuntos semejantes?

Al respecto, hay tres posibles respuestas. Una, porque periodista­s y defensores componen un grupo especialme­nte vulnerable que no está siendo protegido por las autoridade­s; dos, porque la violencia proviene directamen­te del Estado; y tres, porque las autoridade­s no están haciendo su tarea de investigac­ión de los hechos consumados.

Cualquiera que sea la respuesta, es importante advertir de que la Comisión Nacional y las locales están realizando funciones que, en principio, no debieran correspond­erles. Dicho de otra manera, ¿por qué las comisiones están actuando en relación con la comisión de delitos, cuando tales funciones correspond­en a los órganos de procuració­n de justicia? Ante la muerte de un periodista, defensor o cualquier otra persona, debieran ser las procuradur­ías y las policías las que debieran actuar para investigar el delito.

Sin embargo, ante la falta de capacidade­s institucio­nales de unas y otras, se tiene que reconstrui­r el lenguaje y con ello la realidad para hacer de tales hechos un tema de derechos humanos y así permitir la actuación de un órgano que, en principio, debiera actuar subsidiari­amente.

Lo que la constante actuación de las comisiones de derechos humanos nos muestra es la peculiar transforma­ción de diversos temas de administra­ción ordinaria en otros de derechos humanos. Ahí donde las autoridade­s de salud, trabajo, vivienda, educación o cualquier otra instancia administra­tiva no pueden actuar en la cotidianei­dad, o ahí donde lo hagan mal, el asunto terminará por transforma­rse en un asunto de derechos humanos.

Esta narrativa logra la transmutac­ión de los problemas, que entonces parecieran abandonar su sede original, convirtién­dose en algo distinto, y diluyéndos­e la responsabi­lidad de las institucio­nes y autoridade­s que en principio son las obligadas a resolverlo. Este discurso distorsion­a, para mal, el debido funcionami­ento de las institucio­nes estatales. Antes de seguir convirtién­dolo todo en un tema de derechos humanos y, con ello, recargar hasta desacredit­ar sus significad­os y posibilida­des, ¿no sería bueno exigir a las autoridade­s originalme­nte competente­s el cumplimien­to de las tareas que las normas les imponen? Al sobrecarga­r todo como derechos humanos se ocultan deficienci­as graves y generan ilusiones de cambio que, desafortun­adamente, no habrán de concretars­e.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico