Meritocracia y Reforma Educativa
La meritocracia es un sistema de trabajo basado en el mérito; esto es, los estímulos, los puestos de trabajo, son conquistados con base en el merecimiento, en virtud del talento, de la educación, de la competencia específica. También la sociedad meritocrática suele integrar el concepto de talento con esfuerzo, es decir, que debe haber equivalencia entre la capacidad que posee el individuo con el conjunto de actividades enlazadas al puesto de trabajo. La realidad es que las sociedades más desarrolladas han incluido esquemas meritocráticos para crecer.
Mayo siempre es el mes de las movilizaciones de profesores en las calles de nuestro México. La sociedad -que pudo haber visto en el pasado con simpatías las causas justas de los incrementos salariales de los profesores-, ha cambiado de postura frente al hecho de dejar estos a miles de niños sin clases, desquiciar el tráfico en las ciudades y negarse a la evaluación universal, pues la sociedad quiere tener a profesores de tiempo completo con sus hijos. En México vamos hacia atrás de lo que pasa en el mundo. Se hizo ley la Reforma Educativa, que, aunque tiene un enfoque laboral, incluye el componente meritocrático: que ganen más los mejores profesores.
El SNTE y su ala disidente, la CNTE, han logrado avances en sus reivindicaciones laborales gracias a sus presiones en las calles; ellos ganan mientras el País pierde, pues no hay manera de frenar estas presiones, mientras los indicadores internacionales como la prueba PISA muestras que nuestro nivel educativo sigue siendo peor. En el escenario casi seguro de que AMLO sea Presidente, sus aliados, SNTE y CNTE tomarán aún más fuerza.
Parecía cierto aquel axioma de que “el fundamento del crecimiento de los pueblos es la educación”, pero aquí en México se está convirtiendo en lo contrario: mientras más invertimos recursos financieros en el sistema, menos resultados obtenemos. Todos los rankings internacionales muestran que nuestros indicadores educativos son peores en cuanto al desempeño académico del alumnado; entonces, ¿qué nos sucede? Si México destina cada vez más recursos del PIB a la educación, ¿por qué no avanzamos? Los recursos se aplican prioritariamente en casi 85% a los gastos de operación, esto es, sueldos y salarios, no a la inversión directa. La calidad educativa es la suma de factores no solo el profesorado, sino los padres de familia, la infraestructura, el sistema de evaluación, el alumnado, la cultura circundante y las políticas públicas.
Es cierto que el énfasis de la Reforma fue laboral, pero no tenemos otra manera de incrementar la productividad del País si no es por resultados y con un esquema de pago basado en méritos a los servidores públicos. Durante las últimas dos décadas, los docentes y directivos de las escuelas públicas se han evaluado –antes voluntariamente, hoy obligatoriamente gracias a la Reforma Educativa-, a través del Programa Nacional de Carrera Magisterial. Antes de la Reforma, el subsistema de educación básica no contaba con un esquema universal e integral que permitiera obtener diagnósticos de las competencias profesionales y del desempeño y esto hacía falta para incluir por fin esquemas de incentivos económicos a los mejores profesores y priorizar las inversiones en aquellas áreas donde el profesorado esté más necesitado.
La SEP ha hecho su tarea; organismos empresariales y civiles, la suya, al igual que las asociaciones de padres de familia apoyando la Reforma Educativa; la prueba PLANEA se sigue aplicando en todo México. Sin embargo, precisamente en aquellos estados donde más rezago y problemas educativos hay, es donde más se resisten los colegas maestros a ser evaluados. Pero lo que no se mide no se mejora y por eso se requiere la evaluación.
¿Por qué le tenemos tanto miedo los mexicanos a la evaluación? No hay otra manera de medir nuestro desempeño como profesores que la evaluación independiente. No es sencillo el camino de la mejora educativa en México, pues pasa necesariamente por el poder del SNTE y de la CNTE y todavía es pequeño el contrapeso que la sociedad hace a través de organismos como Mexicanos Primero para pedir cuentas a los sindicatos sobre el resultado de tantos recursos públicos y plazas. El que en algunos estados el sindicato haya logrado que se hereden o vender las plazas permitió aliviar el problema social, pero sigue acumulando problemas a futuro. Con esquemas de evaluación, ya no es tan atractivo ser profesor y esto ha inhibido en forma natural la matrícula en las normales del País.
Soy profesor en una familia de profesores normalistas. Conozco bien al gremio y me avergüenza que parte de ellos se resistan a la evaluación externa. Deberán ser los criterios de resultados y no la antigüedad ni la sola capacitación, la base para los estímulos económicos. Deberá ser la meritocracia, la cultura del esfuerzo, la base para que los profesores tengan mejores ingresos. La realidad es que los sueldos no son bajos para el magisterio, pues al integrar los días efectivos impartidos, las horas efectivas, prestaciones, seguridad social y, sobre todo, la jubilación que permite que puedan retirarse a edades tempranas, son condiciones que ya muy poca gente tiene en nuestro querido País. El mejor pago para los profesores, debería ser la satisfacción por el crecimiento de los alumnos, es cierto, pero también los estímulos por los resultados logrados. Sólo con el buen ejemplo podemos formar a los alumnos. Entonces ¿por qué sí evaluar a los alumnos y no a los profesores? ¿Por qué exigir lo que no podemos dar?
¿Qué podemos hacer? Nos queda como sociedad, exigir a las autoridades que los recursos públicos que son de todos, es decir, nuestras plazas, (pues son el País y no de un Sindicato), sean asignadas a los mejores candidatos y no a los familiares, ni al sindicato. Para que nuestro País ingrese a la Economía del Conocimiento, se requiere tener educación de calidad y que la sociedad pueda conocer los resultados. Tendremos que defender la Reforma Educativa del riesgo de que sea cancelada. Cuando Corea, Singapur, Finlandia, Japón, el mundo, avanzan aceleradamente en sistemas basados en la “meritocracia”, nosotros apenas debatimos si evaluar o no al profesorado.