Confirman saudíes muerte de Khashoggi
El tiempo que vivimos resulta tan preñado de nubarrones que la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias estuvo plagada de gritos de socorro para salvar el futuro.
La incertidumbre y el desasosiego en boca (y como prevención) de gente tan sabia asusta. Y el cielo gris que nublaba Oviedo ayer resultó coherente con la inquietud que los discursos despedían. Olía a cierta intuición de apocalipsis.
Fue así en las apelaciones de Sylvia A. Earle (premio de la Concordia) y con algo más de esperanza en la mexicana Alma Guillermoprieto (Comunicación y Humanidades). Una lo hizo desde su conocimiento del fondo de los océanos y la otra, aún apostada en la trinchera del periodismo.
Con la advertencia de los “tiempos oscuros que sufre la democracia”, por parte del filósofo Michael J. Sandel (Ciencias Sociales) y el aviso contra los molinos de viento de la frivolidad y tecnología que esgrimió desde su armadura y lanza quijotesca Martin Scorsese (Artes).
Todos coincidieron en apelar a los jóvenes para salvar los muebles del porvenir. La mexicana Alma Guillermoprieto dio las gracias por 40 años de periodismo.
Nunca fue un oficio cómodo y ha visto caer a algunos de sus más queridos amigos y compatriotas, como fue el caso de Javier Valdez, asesinado el año pasado en Sinaloa. Pero no baja los brazos y persiste: “Donde matan a uno, a la larga, suelen salir dos”.
La periodista, que en una dilatada trayectoria de cuatro décadas ha cubierto todo tipo de conflictos en el continente americano, añadió que “sin un periodismo poderoso, bien financiado, respetado por los gobiernos del mundo, este mundo moderno, entrelazado sería imposible”.
En su discurso de aceptación del galardón, Scrosese se mostró preocupado por el tratamiento que reciben el cine y el arte en general en la sociedad contemporánea, y específicamente en Estados Unidos.
“Estoy preocupado por el ambiente que se está creando hoy en día”, dijo el director de cintas como “Taxi Driver” y “Toro Salvaje”. “El debate serio sobre el cine, el juicio crítico, en mi país se ha cortado de raíz”, prosiguió, para añadir que aceptaba el Premio Princesa de Asturias a las Artes “en nombre de la libertad.”