‘Tenemos un poquito de esperanza’
Para Marta Onelia las horas han sido largas, ella y su bebé lograron cruzar a México, pero del otro lado quedaron dos más, de 11 y de 2 años.
El Instituto Nacional de Migración le ofreció trasladarla a un albergue en Tapachula, pero la mujer rechazó la propuesta porque necesita saber el paradero de sus hijos.
Después de la irrupción de la Caminata Migrante sobre el Puente Internacional Rodolfo Robles, la hondureña no se separa de la reja. No sólo piensa en sus dos hijos del otro lado del puente, sino en tres más que se quedaron con su abuela en El Progreso, Departamento de Yoro.
“Voy hacia Estados Unidos, a buscar asilo, a trabajar para poderle dar lo mejor a mis hijos. A Honduras no regreso”, sostuvo.
Cuando la caravana rompió la puerta en el lado mexicano, Heydi Bonilla estaba hasta adelante, cargando a su hijo; quedó de cara a los federales.
“Regrésese para su país”, aseguró que le gritó un policía antes que lograra atravesar la valla humana.
Salió de Honduras por la pobreza, pero sobre todo por la violencia. Las maras mataron a su hermano, Cristian, por no pagar una cuota.
Besy Vázquez no aceptó ingresar a México y prefirió esperar junto a cientos de migrantes en el Puente Internacional.
“Tenemos un poquito de esperanza de entrar”, expresó.
Como la mayoría de hondureños salió de La Paz, junto a su esposo y un pequeño de dos años, para buscar una vida mejor.