Periódico AM (León)

Cosas que aprende una allí afuera

- Maca Arena

2018 se fue por la esquina y el 2019 ha llegado tocando tambores y trompetas y destronand­o a cualquier año que se hacía llamar conflictiv­o. Y me encanta la ironía, porque ahora el positivism­o que embarga la primera quincena de cada año se redujo a lo que dura un tanque en reserva.

Es como cuando te apuntas al gimnasio y una parte de ti (la ingenua) de verdad cree que de la noche a la mañana iras cada día dos horas sin tener espacio para la duda. Es como cuando comienzas a correr y al verte bien los primeros diez minutos comienzas a imaginarte en un maratón. Es como cuando llegas el primer día de clases y te prometes a ti misma que harás todas las tareas a tiempo. Es como cuando apuntas tus pendientes en la agenda un primero de enero con una letra que parece de invitación de boda.

Pero no, no señor. La vida vuelve a su cauce. Por febrero comienzas a negociar una meta de hacer ejercicio al menos tres días a la semana. Es como los 20 minutos de esa primera salida a correr, cuando tu cuerpo te grita “¿Pero por qué me haces esto a mí?” y valoras a todos aquellos (presumidos ;) ) que suben fotos con una apariencia normal después de correr 20 km un domingo por la mañana. Como quien no quiere la cosa. Es como cuando llegan los primeros exámenes y volteas que, puede ser que hayas mejorado, pero ese cambio drástico que pensabas no ha llegado.

Y qué decir de la letra que comienza a aparecer en marzo, o julio, o diciembre.

Y esto es así en todos los aspectos de la vida. Creíamos que un temblor, unas elecciones algo más que polémicas. Un muro y demás iban a cambiar la manera en que los mexicanos somos y nos comportamo­s. Creíamos que nos uniríamos y conseguirí­amos el cambio simplement­e por quejarnos. La fotosíntes­is pasa sin que nos percatemos, un cambio en un país entero no.

El problema no es la gasolina, el problema es que no haya otra opción, como un buen transporte público para toda la población (ejem). El problema no es la lucha contra la delincuenc­ia, es la poca informació­n que se da sin incluir a una sociedad que se verá afectada. El problema no son las filas, es el gandallsmo que muestran ciertos ciudadanos queriéndos­e saltar la línea. El problema no es el tiempo, la espera, el tedio, el miedo… el problema es que si no nos ponemos de acuerdo, si seguimos esperando que el cambio lo hará solo un presidente… esto no va a mejorar, sino que irá a más… El menor de los problemas es lo que marque el tanque de tu coche.

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