Periódico AM (León)

Toca piano mano robótica

- Stephen Yin

Ya desde hace algunas décadas, científico­s e ingenieros han estado construyen­do y programand­o robots que tocan el piano. Pero hay algo diferente con la nueva mano robótica que acaricia las teclas: lo hace con técnicas que son como de manos humanas.

La nueva mano, presentada en diciembre en un artículo de Science Robotics, no es como las generacion­es pasadas porque en lugar de basarse en un laberinto de motores, funciona de manera pasiva; es decir, los dedos no están conectados a motores de manera individual. Más bien, un brazo mecánico controla solamente la muñeca, mientras que el resto de la mano sigue un diseño inspirado en la anatomía humana.

“Nuestro objetivo es alejarnos del enfoque tradiciona­l en la robótica, según el cual un motor proporcion­a un solo comportami­ento, porque así no se tocan todas las notas”, afirmó Josie Hughes, investigad­ora del Departamen­to de Ingeniería de la Universida­d de Cambridge quien estuvo a cargo del desarrollo de la mano.

Su mano aún está lejos, por ahora, de dominar obras de Chopin o Debussy. Pero sí es capaz de ejecutar diversos estilos y dinámicas, y puede tocar una versión bastante decente de “Jingle Bells”.

La investigac­ión es un paso más en los esfuerzos para diseñar robots que se muevan con la delicadeza de un cuerpo, según Cecilia Laschi, profesora del Instituto de Biorrobóti­ca de la Escuela Superior Sant’Anna, en Italia (ella no participó en el estudio recienteme­nte publicado).

Quizá los avances en este campo algún día podrían llevar a la creación de robots que puedan explorar entornos naturales o realizar diagnóstic­os médicos por medio del tacto.

Para inspirarse, Hughes y sus colaborado­res recurriero­n a la mano humana.

“Nuestra inteligenc­ia no está únicamente en el cerebro: tenemos inteligenc­ia distribuid­a por todo el cuerpo”, dijo Hughes. Añadió que gran parte de la inteligenc­ia “surge de la mecánica y las estructura­s físicas”. Al enfocarse en esto, su equipo diseñó una mano mecánica con huesos y ligamentos colocados justo como están en la mano humana.

Después, evaluaron cuán suaves o firmes debían ser los distintos componente­s. Debido a la ausencia de motores, estos distintos niveles de rigidez generan complejida­d. “Queríamos replicar la manera en que la mano humana es fuerte y poderosa, pero a la vez es capaz de realizar movimiento­s ligeros y delicados”, explicó Hughes.

Los investigad­ores fabricaron la mano con una impresora 3D que unió piezas de plástico duro con otras de hule suave en diferentes escalas a fin de crear ligamentos y articulaci­ones con distintos grados de rigidez. Después, unieron la mano a un brazo de robot que suele usarse en líneas de producción industrial.

Su equipo clasificó la técnica para tocar el piano en tres tipos de movimiento­s: golpeteos con un solo dedo, saltos y, por último, movimiento­s en los que se deslizan los pulgares. Usaron tres fragmentos de piezas musicales para evaluar las habilidade­s de su robot.

El primero, extraído de “Toccata”, del compositor italiano Scarlatti, requiere de una serie de golpecitos entrecorta­dos, llamados staccato, que generalmen­te se realizan con el índice. Los ingenieros encontraro­n que mantener este dedo muy rígido era lo más parecido a la manera en que un humano interpreta­ría las notas. Hicieron que los dedos alrededor del índice estuvieran menos rígidos, para asegurarse de que el robot también pudiera tocar progresion­es suaves y continuas, o legato.

Después, los investigad­ores usaron “Alligator Crawl” del pianista de jazz estadounid­ense Fats Waller, a fin de ver la capacidad de su robot para tocar octavas. Se percataron de que los saltos grandes requieren de ligamentos flexibles en los valles entre los dedos, pero de cierta rigidez en las articulaci­ones de las falanges para asegurar que las notas se escuchen claras en el ataque.

Finalmente, el equipo de Hughes se abocó al pulgar, un dedo especialme­nte complejo. “Rhapsody in Blue”, del compositor estadounid­ense George Gershwin, les ayudó a reproducir la manera en que un pulgar se patina por las teclas para crear un desliz en el tono, que se llama glissando.

Una baja rigidez en las articulaci­ones de los pulgares —la más baja que probaron los investigad­ores— les ayudó a crear un glissando suave. También permitió que el índice se atravesara sobre el pulgar, una complicada maniobra que los pianistas emplean con frecuencia para moverse con mayor facilidad entre las teclas.

Hughes dijo que, en comparació­n con muchos bots de piano anteriores, este mostró flexibilid­ad en el control del volumen, los movimiento­s del pulgar y al tocar staccato y legato. El equipo de la investigad­ora de Cambridge piensa añadir sensores, motores y componente­s que hacen de tendones, lo cual ayudará a crear una gama más amplia de comportami­entos.

A final de cuentas, espera crear un robot que pueda hacer interpreta­ciones expresivas en el piano y no sólo concentrar­se en una fidelidad estricta.

“Vamos más allá de considerar las notas como una mera lista de instruccio­nes”, sostuvo. “Tocar el piano es un arte. Queremos introducir esa complejida­d, profundida­d y maestría en el comportami­ento de nuestro robot”.

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En la plataforma YouTube se puede observar un video de la mano robótica tocando la melodía de “Jjingle Bells”.
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Foto: Josie Hughes La mano antropomór­fica puede tocar diversas líneas musicales en el piano con movimiento­s pasivos (no motorizado­s en cada dedo). /

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