Periódico AM (León)

Lo que Rubén Aguilar quiso (y no quiso) decir

- Guillermo Cruz Comentario­s: columna.performanc­e@gmail.com Twitter: @memocrois

Rubén Aguilar fue el vocero (en realidad el intérprete) de Vicente Fox, cuando el ahora esposo de Marta Sahagún ocupó la residencia oficial de Los Pinos de 2000 a 2006.

Digo que fue intérprete y no vocero, da igual cómo lo quiera ver usted, porque de lo que se encargaba Aguilar, era de tapar, o más bien, intentar tapar, un día sí, y el otro también, los baches que abría el Fox presidente, que cada

vez más, dilapidaba el carisma con el que nos engañó a muchos.

Si Fox decía que el sol era azul, Aguilar decía que lo que Fox había querido decir era que a Don Vicente le parecía que si usted usaba un celofán azul y apuntaba hacia el sol, entonces era probable que el sol pudiera verse azul, y así sucesivame­nte, según la ocurrencia diaria.

Como casi cualquier exvocero presidenci­al, Aguilar se convirtió en consultor (el otro camino era ser encuestado­r, obviamente, afín a cierto partido político), pero él decidió ser consejero de políticos y además columnista y académico, porque de tanta farsa y mentira algo bueno debe quedar para ganarse el asombro de los jóvenes en las aulas, da igual si es de los de la Ibero, en Santa Fe, o de los de la UNAM, en Ciudad Universita­ria: el chiste es vender espejos.

Y también es un tuitero “famoso”, faltaba más.

Por supuesto que cuenta con la autoridad moral (evidenteme­nte por haber sido el vocero de Vicente Fox, el primer presidente de oposición de este país, el del cambio, el de la V de la victoria, el que resolvería el conflicto de Chiapas en 15 minutos, el del estandarte de la Virgen de Guadalupe, y el que nos dijo a los chamacos y chamacos, hombres y mujeres, que iba a acabar con las tepocatas, víboras prietas y demás alimañas llenas de ponzoña de las que estábamos hartos en el año 2000 −y lo seguimos estando−).

Pues bien, el pasado viernes por la noche, Aguilar, escribió en Twitter que “PEMEX se reserva por cinco años la informació­n de la tragedia de Tlahuelilp­an (Hidalgo). Qué esconde?? Desde ya debe ser pública”, dijo en referencia a la explosión ocurrida con la gente que robaba combustibl­e y falleció tras una explosión en un acto en el que no intervino apropiadam­ente el Ejército.

La lectura del hecho, me parece atinada. ¿Pero viniendo de Aguilar?

Es como si Miguel Ángel Osorio Chong, exsecretar­io de Gobernació­n, hablara ahora sobre cómo combatir la insegurida­d, cuando desde ese puesto fue menos útil que un florero.

O como cuando el mismo Fox habla de la situación que enfrenta hoy Pemex, el mismo Pemex que en su sexenio gozó de los precios más altos del barril petróleo en décadas, pero no supo cómo gestionar los excedentes petroleros, por ejemplo, y que terminaron derrochado­s en quién sabe qué.

O imagínese si le pidiéramos a Rubén Aguilar que hiciera públicas las causas REALES de la muerte de Ramón Martín Huerta, el hombre que realmente gobernó Guanajuato mientras Fox estaba de gira proselitis­ta armando su campaña presidenci­al.

O que Aguilar nos dijera lo que se sabe de lo que hacían los hijos de Marta Sahagún (oficialmen­te) porque todo mundo lo sabe −al menos en Guanajuato−, pero nadie lo dice públicamen­te. Leyendas urbanas hay muchas, verdad sólo hay una.

También debería ser público si la señora Sahagún tenía aspiracion­es presidenci­ales. ¡Vamos, México!, tenemos derecho a saber si pudimos caer más bajo que con Peña. ¿No lo cree usted?

Otra cosa que debería ser pública, es si algún exvocero presidenci­al, como también se dice, asesoró al exgobernad­or de Veracruz, Javier Duarte, ahora preso, y cuya esposa sigue intocable en Londres, aunque plenamente localizada. Eso es lo que se dice. Deberíamos conocer la verdad o salir de la mentira.

Pero Rubén Aguilar, seamos honestos, ya no es un funcionari­o público, y la poca credibilid­ad que algún día tuvo, se diluyó cuando pasó de ser un hombre de conviccion­es al intérprete de un personaje carismátic­o que llegó a ser presidente y no supo qué hacer con ese paquete.

Sinceramen­te, pienso, que lo que Rubén Aguilar quiere decir, es: concédanme otra oportunida­d.

Y yo pienso que todos nos la merecemos, incluso varias. Pero también considero que la clave radica en cómo la busquemos y de qué manera la sustentamo­s. El tiempo transcurre, no retrocede, señor de “izquierdas”, intérprete de un expresiden­te de “derecha”…

El autor es Director Editorial de Quinto Poder y colaborado­r de am en la Ciudad de México.

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